El 30 de enero, María Terremoto publicó su segundo disco, Manifiesto (Universal Music Spain). Unos días después espera sentada al sol en un hotel de Les Corts de Barcelona. Empieza la cuarta entrevista del día, aún le queda otra antes del vuelo de vuelta a casa, a Sevilla, después de una semana de promoción. Vuelve, en realidad, de un viaje más largo: el de perderse a una misma y contarlo. Cantarlo, en su caso, en un álbum en el que proclama su ser artístico y cuenta la muerte de su padre (Fernando Terremoto, Jerez, 1969 – 2010) y sus abuelos, los murmullos de las malas lenguas, la presión de pertenecer a una de las sagas más importantes de la historia del flamenco o el subirse a un escenario y no sentir nada.
Un paseo por sus fatigas de los últimos años, pero también por sus entusiasmos: su pareja, el nacimiento de sus hijos (se le iluminan los ojos verdes si se le pregunta por ellos) o la alegría de un cante en las 3.000 viviendas, como refleja su videoclip de Miraíta. Con los pies en la herencia familiar y jerezana, se enmarca en la actual corriente que lleva el flamenco un poco más allá y consigue que parezca que las bulerías se han inventado antes de ayer. Hace tres días presentó el disco en Jerez, su tierra, y el próximo 24 de mayo estará en el Teatro Isaac Albéniz de Madrid en el Festival U Music Festival. Encara el presente, cuenta, con muchas ganas “de cantar y de manifestarme”.
¿Qué tal el concierto en casa? ¿Qué te dijo tu familia?
Muy bien. Cada vez que voy a Jerez lo paso fatal porque los nervios son enormes, pero disfruté muchísimo y espero que mi público y mi tierra se hayan quedado contentos. Me da mucha presión cuando canto allí, y a veces no me renta porque lo paso fatal, pero salió muy bien, acabó todo el mundo llorando. Y mi familia no son mucho de regalarme el oído ni quiero que lo hagan, pero de alguna manera siento que están orgullosos de mí.
Sobre los palos que has elegido para tu disco, “Miraíta”, la titulas Rumba pero suena más a tangos.
Sí, son tangos, pero quisimos llamarlo rumba porque tiene un puntito más movidito que cualquier otro tango. Lo llamamos rumba porque estoy manifestando alegría, pero en realidad está entre medio de tango y rumba.
Cantas por petenera.
Es un cante sobre el que todos los flamencos tienen una superstición absurda que yo no comparto. Me parece un cante súper bonito, super melódico, súper rico. Y tiene muchísimo trasfondo, está muy relacionado con la petenera mexicana. Quería pasar un poco de esa superstición tonta que te limita a conocer este tipo de cantes tan bonitos y tan grandes que tiene el flamenco.
Es uno de los guiños del disco al no purismo.
Exacto. No me considero parte del purismo, me considero parte de la pureza.
Explícame eso.
La pureza es la verdad de lo que sea, del flamenco o de un trozo de pan. Un trozo de pan hecho con masa madre es mucho más puro que un pan blanco del Mercadona. La pureza es la verdad. Y el purismo es un colectivo de personas que, bajo mi punto de vista, a mí y a mi generación nos limita a hacer lo que queramos.
A veces siento que los puristas son una gente en la sombra, pero que no dan la cara, ¿a ti los puristas te vienen directamente a decir cosas?
Sí, hombre, de Petetes está el mundo lleno.
¿Qué es eso?
El libro gordo de Petete, una cosa que se dice ahí abajo, que es una persona que sabe muchísimo.
Mi madre dice que son de Tolosa, que to lo saben.
Claro, que to lo saben, o maestro Liendres, que de todo saben y de nada entienden. Pero bueno, no es el caso, porque precisamente en el flamenco, el que es aficionado sabe de flamenco. Y no digo que los puristas no sepan, no estaría diciendo la verdad. Son totalmente aficionados, pero limitadores de artistas bajo mi punto de vista. Al decir esto quizás me los eche encima, pero me da igual. Yo soy una chavala joven que voy a hacer lo que quiera, y me considero parte de la pureza.
Y, ¿qué te dicen? ¿Esto no lo has cantado como lo cantaba…?
Como lo cantaba tu abuelo, por ejemplo. Un montón de cosas, o te dicen: ese cante, esa soleá es de no sé donde… Illo, dejadme ya. Yo tengo que cantar respetando y sabiendo lo que se canta, porque sin conciencia no tendría alma. Pero no tienen por qué cortar las alas a nadie. Y yo, por cantar por petenera, no dejo de venir de la familia Terremoto.
En la primera canción del disco, “A la muerte”, cantas: “Si tú me dejas sola, ¿qué voy a hacer?”. ¿Qué se hace cuando se muere un padre cuando tienes 10 años?
Es complicado. No quiero echarme encima a ningún colectivo, pero la figura de un padre es muy importante y yo no la he tenido. Ese verso va dedicado a mi madre: si tú me dejas sola qué voy a hacer. Porque yo digo que vino la muerte a mi casa y todo se lo llevó y me dejó solo a mi madre. Mi abuelo materno, y mi abuelo, también se me fueron, que eran los pilares más importantes de mi vida. “A la muerte” es uno de los temas que más me impacta poner en práctica, porque estoy hablando directamente con mi madre, es un diálogo en primera persona entre las dos. Es para mi padre, pero yo digo… si me quitan a mi madre, ¿qué hago?.
En el programa de radio Nuestro flamenco contabas que te planteaste dejar el flamenco.
Llegué a un punto que no sabía quién era yo, no me encontraba. Me ha llevado a replantearme muchas cosas, mi carrera en la música… Por eso que hablábamos, esa exigencia de venir de una casa de cantaores, por yo creer que no me puedo permitir hacer otra cosa. Me encontré perdida y asfixiada, y me llevó a una rebeldía conmigo misma, y con el flamenco, y a sentir muchísimas dudas en mi cabeza, no solo en lo artístico, también en lo personal.
¿Te planteaste dejar de cantar flamenco?
Me planteé no cantar más.
¿Cuándo fue esto?
Hace dos años. Yo trabajaba. Y era el subirte a un escenario y no disfrutar, durante años, estar vacía y tener que hacerlo para agradar a un público. Pero yo no me sentía yo del todo. Yo necesito inquietudes, y ese colectivo muchas veces no te deja avanzar por ese tipo de exigencia. Me bajaba, me iba a mi casa y… luego otra vez a la Bienal, un espectáculo por hacer un espectáculo, sin ningún sentido, sin nada que contar. Era vacío emocional, vital, y de todo. Es muy complicado subirse a un escenario y saber que lo que vas a hacer ya lo has hecho 20 veces, y aquí el mismo remate, y aquí el mismo quejío. Entras en un bucle, en una monotonía que te quita las ganas de actuar.
¿Qué otras opciones pensabas?
Estaba muy bloqueada, probé con mi querídisimo Pino Saglioco, por ejemplo, que al final no salió. Pero de todo ese proceso que he estado buscándome ha salido Manifiesto, y creo que ha sido super necesario. Lo he pasado mal, porque…. había momentos que en los festivales de verano, que acaban tarde, yo salía a cantar a las 2 de la mañana y me encontraba personas dormidas. Y era como… ¿yo tengo que cantar para una persona que está roncando? ¿Esto qué es? Entonces estaba super vacía, muy vacía, muy mal, de verdad, te lo prometo.
Decías en Nuestro flamenco que te planteabas cantar en inglés, ¿qué escuchas en inglés o de otras músicas?
A Beyoncé, a Ella Mai, a Bruno Mars, Muni Long, escucho a Celine Dion, Witthney Houston, Aretha Franklin… me puedo llevar así una hora.
¿Y piensas en cantar algo así algún día?
¿Por qué no? Sí. Lo que estoy diciendo ahora es que estoy centrándome en mi presente y no me quiero anteponer a nada porque muchas veces me he imaginado una cosa y cuando me ha llegado ha sido otra. No me quiero llevar más chascos. Lo que sé es que he cerrado una puerta con este disco, y he abierto otra para dejarla abierta.
En la soleá “Soñé que la nieve ardía”, hablas de sueños y deseos imposibles. ¿Qué deseo imposible tienes tú?
“Soñé que la nieve ardía” tiene mucho personal, que no hablo de ello. Yo me he encontrado completamente perdida, en situaciones de confusión y de locura absoluta. Y soñé que la nieve ardía, que el fuego helaba… cosas que no van a pasar. En este caso, artísticamente hablando, pues sueño que llego y no estoy llegando, es mi sensación.
“Murmuraorx”. ¿Por qué la llamas así?
Esta X se utiliza para no concretar un género: mujeres, hombres, y todo lo que hay ahora. Es murmuraores y murmuraoras, porque hay mucha gente que le gusta hablar sin que nadie le pida la opinión. Además aquí es un mensaje claro y directo para todo al que le haya influido en su vida el qué dirán. En mi caso me afectaba muchísimo hasta el punto de decir: “Mira, me da exactamente igual, hablar todo lo que queráis, que yo voy a seguir mi camino recto y voy a seguir cantando”.
¿Te crees tu talento? En “Reina – Bulerías, Coronación”, parece que te pones por fin la corona.
Esto puede ser un poco prepotente, y no soy así, quien me conoce sabe que no soy así. Pero creo más en mí, y me siento empoderada de mi cuerpo, mi ser y mis decisiones. Para mí es una coronación mucho más personal que artística, que también, porque me siento segura de lo que hago en la música. Es una coronación personal de sentirme segura de lo que hago, de saber que si estoy aquí es porque valgo aparte de por venir de una casa de flamenco. Y de dejar de infravalorarme de una vez, que lo sigo trabajando porque me ha costado mucho confiar en mí misma. Mucho, mucho.
En tu disco está Yerai Cortés, una de las promesas actuales. ¿Quién más crees que promete de tu generación en el flamenco?
Juan Tomás de la Molía. Ese, cuidadito. Aparte de que es mi hermano, lo adoro. Ese es peligroso y va a ser una estrella del baile. Seguro que sí, va a llegar muy lejos.
¿Qué tal tus hijos?
Muy bien. Han sido una parte súper importante que me ha hecho madurar antes de lo previsto. Yo he vivido muy deprisa, pero pienso que ha sido porque me lo ha mandado la vida, gracias a ellos he madurado y me he sentido con fuerza. Ellos han sido parte de mi lucha. Deseando de verlos y comérmelos a besos a los dos.
¿Dónde están ellos en el disco?
En “Pintan mi vida en color”. En el Levante, es para mis niños.
¿Ya bailan, cantan?
Mira, a mi niño le va a gustar el fútbol. Vengo de familia futbolista también, mi abuelo fue jugador del Betis y de la Selección Española [Antonio Benítez Fernández, fallecido en 2014]. Mi niño se levanta dándole patadas al balón. Pero mi niña canta. Mi niña canta muy bien para la edad que tiene, mi niña afina. De verdad que no es porque sea mi niña porque si no cantara de verdad que te diría mira la niña no vale un pimiento. Yo intento no echarle cuenta, porque yo era así. Mi madre me cuenta que cuando yo tenía seis meses tarareé una canción que había compuesto mi padre. Yo canté antes que hablé. Y mi niña afina que da miedo y canta que da miedo, y le va a encantar. Lo que quiero es que ella se lo tome como algo natural y que no tenga ambición de nada, me aterroriza un poco.
¿Que lo pase mal por la presión?
Sí, el mundo es muy complicado y me da miedo. Pero bueno, pero queda mucho tiempo todavía, es muy chiquitita. Si el día de mañana llega aquí estaré yo para apoyarla, pero como todavía queda mucho para eso… que siga cantando Estrellita dónde estás. Ese es su hit.
Ahora en el lenguaje de Internet, manifestar también es concentrarte en lo que quieres, visualizarlo. ¿Qué manifiestas tú?
Quiero manifestar que todas nos encontremos, nos valoremos, nos reivindiquemos, y con este disco lo que quiero es que toda la que se ha sentido como yo, sin alma en el cuerpo, con obstáculos para subir, pues que sepa que tiene valor, que tiene fuerza, que de todo se puede salir, y que lo principal es confiar en uno mismo y despojarse de todas las oscuridades que tengas en el cuerpo.
¿Has hablado en femenino adrede?
Claro que sí, por supuestísimo, hablo en general y no me considero de ningún colectivo. Creo en la igualdad y no me gusta entrar en estos temas. Pero pienso que las mujeres necesitamos apoyarnos y necesitamos seguir reivindicando nuestros derechos. Y yo soy mujer, y gitana, y madre, y trabajadora, imagínate si tengo cosas por las que luchar.
Foto portada: Lucía Ramos
Fotografías ASSIAH ALCÁZAR
Debe estar conectado para enviar un comentario.