El bailaor y coreógrafo Eduardo Guerrero regresa a Madrid con una de las propuestas más radicales y personales de su trayectoria: El manto y su ojo, que podrá verse los días 23, 24 y 25 de enero en la Sala Roja de los Teatros del Canal. Tras su impactante estreno en el Festival de Jerez, donde no dejó indiferente a nadie, la obra desembarca en la capital como uno de los acontecimientos flamencos más esperados de la temporada.
Concebido como un viaje entre la ensoñación y la conciencia, El manto y su ojo es una reflexión escénica sobre el sentido —y el sinsentido— de la vida. Guerrero se adentra aquí en un territorio liminal, donde el flamenco se observa a sí mismo desde dentro, despojado de ornamento, convertido en trance. El punto de partida simbólico es el manto de las cobijadas de Vejer de la Frontera, aquellas mujeres que ocultaban su identidad dejando visible solo un ojo, gesto de resistencia y libertad en una época de imposiciones sociales.
Sobre el escenario, el bailaor gaditano construye un combate íntimo consigo mismo, un diálogo entre instinto y silencio que transita entre el teatro y el flamenco, entre la infancia, la memoria y la identidad. Su baile, físico y extremo, se presenta como un acto de supervivencia más que como una exhibición técnica: una búsqueda donde el cuerpo se convierte en lenguaje último.
La propuesta se apoya en un sólido equipo artístico. Seis cantaoras —Pilar Sierra, Samara Montañez, Lincy, Alicia Morales, Julia Acosta y Mariana Collado— dan voz a esas mujeres cobijadas, acompañadas por Pino Losada a la guitarra. La música original está firmada por Luis de Perikín y el propio Pino Losada, con espacio sonoro de Bruno González. La dirección escénica corre a cargo de Rolando San Martín, con diseño de iluminación de Rafael Gómez y vestuario de Paloma de Alba y CRIN Escénica, elementos que refuerzan la atmósfera onírica y simbólica del montaje.
El manto y su ojo supone el decimoquinto espectáculo propio de Eduardo Guerrero y se inscribe dentro de un momento de plena madurez creativa para el artista. Premio Cultura a la Danza de la Comunidad de Madrid, Guerrero se ha consolidado como una de las voces más singulares del flamenco contemporáneo, capaz de llenar grandes teatros y, al mismo tiempo, de incomodar y provocar desde la honestidad artística.
Lejos de ofrecer respuestas, la obra invita al espectador a soñar, a perderse y a mirarse en ese ojo que observa desde el manto. Un flamenco que no busca el aplauso fácil, sino la experiencia compartida, el riesgo y la transformación.
Fotografías tomadas en el estreno del Festival de Jerez por Ana Palma




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