Hace años que no me reía tanto en un teatro. Los artistas se toman muy en serio a sí mismas y en el flamenco ni les cuento. La obra que estrenó Sara Jiménez en el coqueto Carlos III de El Escorial es una tragicomedia con manzanas. Intentaré no desvelar -en lo posible- el contenido de los gags así que recurriré al contexto para explicar un espectáculo necesario.
La cosa empieza con dudas, conversaciones casi silenciadas, rumor entre bambalinas y tres personajes que se sientan al fondo y esperan. Desde Samuel Beckett “lo contemporáneo” en teatro y danza consiste en esperar. En esas, suena un teléfono y hay un estremecimiento en el patio de butacas y un alivio cuando Sara Jiménez contesta la llamada. Un rato después vuelve a sonar un teléfono a mi espalda, esta vez no parece un gag.
La grandeza de esta primera parte es que no sabemos si la sucesión de pequeños desajustes no es otra cosa que una oleada de chistes heredados del teatro del absurdo pasados por El Tricicle con una sobredosis de existencialismo. No se rían, aún no hemos visto nada. Piensen en Samuel Beckett, pueden leerlo, se te congela el alma.
Suena flamenco. Teresa Hernández, la cantaora, entona con claridad desde un traje que, puede, que le quede grande. El personaje con guitarra resulta que sabe usarla y ella, Sara Jiménez, lleva una falda de volantes con la que se pasea por el escenario como si fuera una muñeca que se ha fugado de la caja de música. Y cuando baila descubrimos dos cosas: la primera es que tiene una técnica superlativa, que realiza movimientos que hemos visto en fotos de la historia de la danza o en películas protagonizadas por Carmen Amaya. Lo segundo es el reto de bailar muy seriamente sin perder el tono de parodia.
La tensión acumulada hace su efecto y cuando llega el gag te ríes y te asombras por que Teresa está cantando fetén y el baile de Sara camina por la excelencia desde la originalidad. Creo que una de las piezas se titula: “Cante por seguiriyas desplumando un pollo” o ¿Era Medea desplumando una gallina?. No hay tiempo, ni ganas, de tomar notas. Los cuentos con los que nos amenaza La Jiménez tienen que ver con manzanas; y puede ser que lo protagonice Guillermo Tell si hubiera alguna flecha, o puede ser la manzana envenenada de la bruja del cuento de Blancanieves. El caso es que la manzana es protagonista y -ay- cómo canta Teresa con la guitarra de “Peli” y cómo baila Sara… y entre el público surge una sucesión de oles en su sitio que no se puede tener más arte… que el que surge de la pasión arrebatada por el arte mismo.
Y estás subido en una montaña rusa sobrecogido por el monólogo dramático del texto de Sara que es contestado desde el fondo del escenario con una rumba al nivel de los Gipsy Kings con un toque de Antonio González “Pesca”. Sin chistes; que la rumba es cosa seria.
Y el público responde con un clamor y sales del teatro feliz y desencajado con los ojos aún húmedos por la comedia y el cuerpo sobrecogido por el arte.
Fotografías & vídeo: @Manjavacas.flamenco
FRAGMENTOS DE LA NOCHE. 40 festival Madrid
En Danza. San Lorenzo de El Escorial. Real Coliseo Carlos III. Estreno en España.
Sara Jiménez, actriz, bailarina y bailaora
Teresa Hernández, cante
José Manuel Muñoz “Peli” guitarra
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