Las amigas, su madre, las cantaoras antiguas, la sangre de la regla y de la vida: este es el tronco desde el que la cantaora Ángeles Toledano, jienense de 29 años, comenzó a tejer su disco después de dos décadas cantando en peñas y tablaos dentro y fuera de España. Le añadió paredes encalás, el patio de la casa de su abuela, los pozos de los sueños, el mundo de mariposas, campo y esperanza que le dejaron en la inspiración Lole y Manuel, y lo coronó todo con el insulto que le llama Draco Malfoy a Hermione Granger en la película Harry Potter: Sangre sucia.
“Soy bastante empollona, pero de las guays”, dice Ángeles sobre cuánto comparte con el personaje de ficción. En la saga, los magos son ‘sangre pura’ si son hijos de magos, y ‘sangre sucia’ si no lo son. Y a Ángeles, que no viene de familia de artistas, que como ella misma explica en el mundo del flamenco no le pueden preguntar ‘¿y tú de quién eres?’, que ha interiorizado la ortodoxia para hacerla suya y hacerla vanguardista; hay que preguntarle obligatoriamente: ¿Qué es la pureza?.
“Es un concepto romántico, es bonito que se use para el flamenco, le da misticismo, pero no es real”, contesta. “El flamenco es lo más impuro del mundo, es una música de mestizaje, que está viva y en continuo cambio”, cuenta desde su casa en Madrid, donde reside hace tres años. En esa mutación, en esa capacidad del flamenco de metabolizar el sino y el sonido de los tiempos, encuentra Ángeles su lugar y lanza al mundo 10 temas redondos que sientan cátedra de cómo debería sonar lo que se conoce como flamenco actual, sin perder la sustancia primaria del cante ni la mirada fresca.
El viernes 17 de enero presentó su álbum en la sala Conde Duque de Madrid, segunda fecha seguida cuyas entradas se agotaron a principios de noviembre. Comenzó el recital sola, sentada en el centro, con dos luces rojas que la iluminaban desde arriba. Sonó ARAORA, primera canción del disco, un cante autóctono de su pueblo, Villanueva de la Reina, intercalado por distorsiones de lo que parecen sonidos de animales y coros angelicales. Salieron a escena sus acompañantes (conjunto al que la cantaora nombró en todo momento en femenino, igual que al público): Belén Vega y Sara Corea en las voces, Manu Masaedo en la percusión y Benito Bernal, su mano derecha artística, a la guitarra.
Siguió con NOCTURNA MANZANA, bulerías de composición propia en la melodía y de versos de autoría original intercalados con los de Federico García Lorca en la letra. Ya en este tema, a los cinco minutos de concierto, despejó las dudas sobre la capacidad de su voz: los agudos punzantes no los consigue solo en el estudio para el disco, suenan incluso mejor en directo. Tiene la voz transparente y viva, un timbre inocente, de niña, pero de niña que se lo ha estudiado ya todo y que además lo ha puesto en práctica. Su referente vocal, cuenta, fue Estrella Morente. “Creo que nos ha dado una clave importantísima a todas las niñas y mujeres que queremos encontrar un sonido bello en flamenco”, explica. “A veces hay comentarios muy brutos, como… ‘Ay, es que cuando estás más tocaílla [de la voz], es más bonito’. ¿Cómo va a ser más bonito la mala higiene vocal? Hay muchas maneras de pellizcar, pero a mí me gusta más un sonido limpio y encontrar la belleza ahí”. Y no veas si pellizca.
Después de las bulerías siguió Benito por soleá, y entró la voz de Ángeles cantándole a las dobles fatigas, para pasar al tercio popular que ha dejado grabado en el disco:
“Al infierno que te vayas / al infierno me voy contigo / porque yendo en tu compañía / llevo la gloria conmigo”,
la primera letra que se aprendió por soleá de Alcalá.
Siguieron las alegrías, primero con un impecable juego de voces y palmas de las tres cantaoras, y después con X LAS NIÑAS, las alegrías populares a las que ha puesto una letra dedicada a sus amigas:
“Ay ole, ole, ole, / que mira compañera, / cortitas son las noches estando a tu vera”.
El tema es uno de los más bellos y escuchados del disco, con la voz de Ángeles acompañada de palmas, la guitarra de Benito, los jaleos de sus amigas y el sonido de una sirena de policía. “Vivan las amigas, vivan las compañeras”, dijo la cantaora al acabar las alegrías, confirmando uno de los mensajes del álbum: no hay mayor tesoro para una mujer que las otras mujeres que la rodean.
Siguió la taranta ERES GUAPA (✿´‿`), que salvo por una ligera reverberación y unos tímidos teclados, podría ser una peña de Andalucía con Ángeles y Benito sentados en sillas de mimbre. Para la seguiriya se quedó sola, escoltada por un juego de luces y la base de ‘breakbeat’ creada para los conciertos por la DJ sevillana Dalila, dando lugar a los minutos más espléndidos del recital, con el codiciado duende saludando a los asistentes y dejando las bocas abiertas por el ingenio de juntar tan magistralmente lo antiguo y lo nuevo.
Después vinieron los jaleos para su madre MAMÁ, TENÍAS RAZÓN, dedicada a los consejos y las confesiones con su progenitora, una combinación de ayes en coro, pitidos electrónicos y percusión de pandereta, sobresaliendo la voz de Ángeles. Dejó para lo penúltimo una bellísima versión, solo voz y guitarra, de Qué bonito aquella noche, de Las Grecas, que iba a incluir en el disco y desafortunadamente dejó fuera. Y al revés, hay dos piezas del disco que no incluye en el directo, el romance LA MISMA SANGRE DEL CUERPO y LA PALABRA EN LA BOCA, un texto recitado por ella guiada por Sara Torres, escritora que también ha incluido a la cantaora en su último libro, La seducción.
Acabó, “como manda la ley”, por bulerías, la mayoría grabadas en NADA HA PASADO PERO TODO HA SUCEDIDO, que comienza con la letra popular:
“Ojalá contigo fuera / pero nunca caen los rayos / donde la tormenta suena”.
“Eso es cuando estás en tu casa haciéndote ilusiones, y dices… esto parece más un ‘crush’ que otra cosa”, comenta sobre la letra la cantaora. También habla de su infancia:
“Búscame que estoy escondía / en el pozo de los sueños / no me encuentres todavía”.
Un guiño a la niña que ya soñaba con ser cantaora, que se imaginaba como una gran artista y se escondía en un cuartito del patio de su abuela para montarse sus películas, que visualizaba lo que quería: “Nada ha pasado pero todo ha sucedido porque yo me lo he imaginado en mi cabeza”, explica Ángeles. Tras las bulerías, el aplauso emocionado y en pie del público.
En el camerino, con la adrenalina aún arriba, desentramaba los detalles de la propuesta: “Lo que más me emociona es que hay un concepto propio en el que me siento cómoda, hay muchas cosas que quiero hilarlas porque quiero que esté lo más perfecto posible, pero me emociona porque así puedo seguir trabajándolas”, contaba con una sonrisa de oreja a oreja.
Suponemos que a la Ángeles de 8 años que cantó por primera vez una media granaína en una peña le costaría creer el espectáculo que con 29 es capaz de hacer. Esa niña creció estudiando el cante por su cuenta en casa (Rito y Geografía del Cante mediante), y clases en la peña de su pueblo. De adolescente jugaba de pívot en un equipo de baloncesto, quiso ser criminóloga e incluso llegó a hacer dos años de Derecho en Sevilla. Pero alguien le dijo que abrían el Grado Superior de Cante Flamenco en el Conservatorio de Córdoba, hizo las pruebas y entró. A día de hoy, si una echa un vistazo a su discurso y a su universo artístico, se intuye que tiene la sangre y el alma limpias, a pesar del nombre de su muy buen primer disco. Lo que es seguro es que es más moderna que el futuro, una de las últimas olas de los mares patrios. Y que sí tiene algo en común con Hermione Granger: es una maga que inventa su propia pureza.
Fotos: Marina Rodríguez
Vídeo, extracto de la ‘Seguiriya’ y ‘x las niñas’
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