El flamenco, a veces, brota en lugares insospechados. Basta una guitarra, una voz y unos oídos abiertos. El pasado jueves se escucharon unos cantes llegados de La Macarena de Sevilla en las afueras de Logroño, en la antigua carretera de Zaragoza. Concretamente en el museo de Bodegas Ontañón, donde durante durante más de un siglo se fabricaron los caramelos de café Solano. Allí, la España del norte y del sur, las barricas y los quejíos, el vino y el flamenco, se van haciendo amigos cada enero desde hace cinco años. Es el escenario elegido para abrir el ciclo los Jueves Flamencos de Logroño, en el marco de la Gira del Norte, que durante 29 años lleva el flamenco a la capital riojana, a Vitoria y a Palencia, con algunas incorporaciones igualmente cercanas como es el caso este 2025 con Santander.
El pasado jueves 16 de enero tuvo lugar el primer recital. Manuel de la Tomasa en el cante, chaqueta granate como el tinto, y Álvaro Moreno en el toque, iniciaron por Levante, cantándole a Almería tras un primer “arsa, Moreno”, y un cante aún recogido y calmado. Entre ellos, una mesa en forma de barrica contenía dos copas de vino (con agua), en una sala- museo dedicada al mundo vinícola, con pinturas y esculturas en su mayoría obra de Miguel Ángel Sainz, artista riojano.
El cantaor sevillano, de 25 años, siguió por soleá y no se alargó para entrar a los palos festeros, entonando el tirititrántrántrán con una mirada de ilusión como si fuera la primera vez que lo cantara, con una tanda por alegrías de Córdoba, cantiñas del contrabandista, las tórtolas que alaban a su dueño y una letra escrita por él dedicada a su abuelo: “Ay mi abuelillo José / con orgullo yo le canto / a mi abuelillo José / por donde quiera que voy siempre me hablan bien de él / La herencia que me ha dejao / sus consejos y lecciones / leyenda viva del cante / y de Sevilla, señores / con su pañuelo y sombrero / siempre lo voy a recordar / y con su barquita pescando / siempre cerquita del mar”.
Se refiere al padre de su madre, José de la Tomasa, cantaor de Sevilla, hijo de la cantaora Tomasa y el cantaor Pies de Plomo (mote que le puso su suegro, Pepe Torres, después de que le pisara una gallina). “Mi abuelo es una fuente de conocimiento del cante”, cuenta por teléfono el cantaor al día siguiente, ya desde Palencia. “Siempre me recuerda la tradición, de dónde venimos, y me aconseja a quién tengo que escuchar más para aprender cierto cante”. Después de las alegrías vinieron los tangos, en los que su timbre claro pero de jondo abolengo abrió un imaginario de candiles, serenos y reales. Por tangos dedicó una de las muchas alabanzas que ofreció a Curro Romero este artista que antes de ser cantaor quiso ser guitarrista y antes de guitarrista, torero.
La seguiriya la dedicó a las personas que cuidan la bodega que le acogía, porque “el vino aquí sienta de lujo”, y le jaleó a su compañero a las cuerdas: “Moreno, acuérdate”, con ese clásico imperativo de tener siempre presente la fuente primitiva. El dúo siguió por bulerías, en las
que Álvaro Moreno, de 21 años, dio muestra de su toque rápido y apretado, sello jerezano. Se levantaron para despedirse, pero el cantaor le susurró al tocaor: “Al 2 por medio”, y alguien le gritó desde el público: “¡Venga, unos fandanguitos!”. E hicieron caso, ofreciendo el mejor
cante de la velada, ya el artista suelto y tranquilo, habiendo aprobado el examen, con una voz llena de jipíos que sonaban lamentos. “El 2025 ha empezado con esta gira tan bonita, va a ser un año importante”, contaba al teléfono el cantaor, de 25 años, que además de próximos
conciertos prevé entrar al estudio y dar rienda suelta a su creatividad con temas y letras propias.
Continúa la Gira de Norte (con el programador Antonio Benamargo a los mandos y dedicado en esta edición a Antonio Mairena) el próximo 30 de enero en Logroño con la barcelonesa Mayte Martín, el 13 de febrero con Antonio Ortega y Manuel Cástulo, el 27 de febrero con
Pedro el Granaíno, el 13 de marzo con Rocío Luna, el 27 de marzo con Ezequiel Benítez, y el 10 de abril con Estela Alonso y Alejandro Hurtado. Salvo este último, todos los espectáculos pasarán, después de Logroño, por Palencia y Vitoria los dos días siguientes. En el Teatro
Bretón de Logroño, como es tradición desde hace tres décadas, ya han volado casi todas las entradas.
Fotografías: Gabriel Radeff / Ontañón Familia
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