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Comienzan a rodar los Vaivenes flamencos de Alcalá de Guadaira. Una nueva
apuesta por el flamenco contemporáneo en el que importan la puesta en
escena, la originalidad de planteamientos, las nuevas aportaciones estéticas…
Una programación sólida y equilibrada en un marco inmejorable, el castillo
de Alcalá; con una vocación de continuidad a la que auguramos muchos éxitos.
Texto: Juan Diego Martín Cabeza
Fotos: Alejandro Calderón Sánchez
BAILAR POR ALCALÁ
Baile: Javier Barón Cante: Miguel Ortega, José Valencia Guitarras: Javier
Patino, Ricardo Rivera Palmas y baile: Juan Diego, El Choro Dirección
de escena: David Montero Dirección artística: Javier Barón
Se baila como se es. Javier Barón baila como es… ayer, un poco más
que nunca… bailo en el lugar más alto de su pueblo. Desde donde yo estaba
se veía Sevilla al fondo, detrás, más cerca, las casas de Alcalá, las
cuevas del Castillo donde Joaquín el de la Paula amasaba sus soleares
inmortales.
Otros artistas, otros bailaores, suben al escenario y necesitan algún
tiempo para conseguir la conexión con su baile, con el público, con el
lugar… pero Barón salió ya emocionado. Una emoción sencilla, humana,
flamenca, de un hombre, un bailaor, con su tierra.
Para alguien que, como yo, ha encontrado siempre una magia exquisita
y extraña en los cantes de Alcalá de Guadaira; asistir a una espectáculo
como este me desveló un poco más los enigmas expresivos de esta tierra…
Una elegancia etérea, un movimiento silencioso, una soportabilísima levedad
del ser. Elegancia, baile y gusto. Primero de todo Javier Barón demuestra
tener un exquisito gusto estético (y ético) en el planteamiento primigenio
de su espectáculo. Los dos guitarristas (Javier Patino y Ricardo Rivera)
son músicos de máximo nivel, flamenquísimos en sus ejecuciones aportando
cosas personales justa y verdaderamente en los momentos en que el espectáculo
lo requiere. Los cantaores (Miguel Ortega y José Valencia), son oficiantes
imprescindibles de los que «hacen afición»… con un regusto especial
en sus variadísimos cantes, sus bien elegidas letras… complementándose,
ayudándose, retándose. Las palmas de Juan Diego y el Choro, buenas. Sin
grandes aspavientos. Sabiendo dar el sutil y virtuoso paso atrás, arropando
y acompañando al baile en su justa y deliciosa medida. Así como debe o
debería ser siempre.
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Javier Barón
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Javier Barón
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Javier Barón
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Javier Barón
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Las transiciones musicales y escénicas de este recital de flamenco son
sencillamente extraordinarias. En menos de hora y media realizamos un
viaje por más de veinte estilos distintos: desde la farruca de Barón (tan
personal que merece llevar su nombre) hasta los romances, pasando por
fandangos de Lucena o Frasquito Yerbabuena, mirabrás, tangos de Málaga
y Triana, y unas alegrías de Córdoba especialmente emocionantes en el
baile… toda una declaración de amor al flamenco. En la vertiente escénica
el secreto está en el buen manejo de las categorías del espacio y del
tiempo, del ritmo narrativo en lo que se cuenta y en cómo se cuenta…
y se cuenta cantando… y mientras se canta, se va contando, ¿hace falta
más? En lo musical la clave también es rítmica, los compases nos van tejiendo
una madeja en la que los estilos flamencos van interconectándose. Javier
Barón es el que va uniendo los hilos en su baile, el tejedor de un universo
de compases y estilos que filtra por su propia manera de entender el flamenco.
Y el flamenco que urdió Barón anoche es un baile por Alcalá. Quizás
pasado por vivencias personales, quizás recordando buenos y malos momentos.
Se echó sobre los hombros una tradición, una forma de expresión que sigue
siendo todo un misterio, y la dotó de su propia personalidad en un ejercicio
de reflexión personal y artística digna de un bailaor de su talla.
Más información:
Cía. Belén Maya – «La voz de su amo»
Varuma Teatro «Malgama»
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flamencos»
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