Por Rosa Escudero
Uno de los mayores regalos que puede tener una persona aficionada al flamenco es vivir el interior de un Festival. El mío, haber sido testigo del esfuerzo de poner en marcha una iniciativa singular como es Xatafi Flamenco, promovida por el Ayuntamiento de Getafe. Pero también haber comprobado el esfuerzo que supone darle continuidad, como es el Festival Internacional de Cante de las Minas. Uno joven, otro consagrado, ambos con un futuro de hermanamiento, son el punto de encuentro donde la afición y los artistas interactúan y se ponen en valor.
Desde siempre, y cómo no ahora, los concursos han sido una forma de reconocer el talento, tan necesario para preservar el flamenco. Ahora comprobando esa parte que no se ve como es el trabajo de preparación y selección de artistas del futuro del flamenco, podemos confirmar la importancia las políticas locales para promover a artistas que, de no ser así, sería imposible o muy difícil descubrir.
El Festival Internacional de Cante de las Minas, desde el Ayuntamiento de La Unión, ha dado a los cantes de Levante la importancia que hoy día tienen, una labor de conservación encomiable. Xatafi Flamenco, como iniciativa del Ayuntamiento de Getafe rescata la esencia de lo que es y ha sido la guitarra flamenca en Madrid. ¿Alguien lo había pensado? ¿Se entiende con estos ejemplos lo importante que es la gestión cultural desde los ayuntamientos?
Dicho esto, mi experiencia en La Unión ha sido extraordinaria. Desde la recepción por parte de las autoridades hasta la última copa de despedida, solo puedo poner una pega: lo corto que se me ha hecho. Un momento muy especial fue entrar al mercado, La Catedral del Cante, y ver ese escenario y esa cúpula que tantas veces había visto en vídeos, respirar profundo y de repente sentir un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Las calles colindantes iluminadas al estilo navideño pero con guitarras como adorno principal, todo el pueblo lleno de carteles del Festival… Se respira jondura.
Durante estos días de concurso pude oír a la gente comentando las actuaciones, unos con más y otros con menos criterio, si bien pude observar que el público no era de “oles” fáciles. Unos concursantes con más conocimientos, otros con más transmisión… Sin embargo, el premio lo otorgaría el jurado compuesto por Blanca del Rey como Presidenta, Pepe Cros, experto en cantes mineros, el veterano miembro Francisco Severo, Carlos Pacheco, profesor de música del Conservatorio Superior de Córdoba, y por Salvador Alcaraz, exdirector del Festival Internacional del Cante de las Minas.
A las 3:13 de la madrugada de la noche del sábado 6 al domingo 7 de agosto, se conocía el fallo del jurado: Lámpara Minera para la pacense Esther Merino, quien además consiguió el premio por soleá, taranta, minera y cartagenera. El Desplante masculino fue para David Romero y el femenino para Irene Lozano, ambos por tarantos. En la categoría de toque Álvaro Mora se alzó con el Bordón Minero y en la de instrumentación, el violín de Ángel Bocanegra.
Además de las 5 estatuillas, Lucía Beltrán se hizo con el Premio Especial para Cantaores Jóvenes interpretando toná y levantica, Isabel Guerrero ganó con sus tangos el grupo C, Manuel Cuevas el premio por Malagueñas (grupo II de Cantes de Málaga) además del premio murcianas y otros cantes mineros, y Virginia Gámez el Premio a otros Cantes con su granaína y media. Por último, José Plantón, ganó por seguiriyas el premio al grupo de “toná, seguiriya, liviana y serrana”.
¡Enhorabuena a los premiados y larga vida al Festival!
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