Rafael Ramírez, bailaor: «Gades era un espejo en el que mirarme, y este espectáculo me obligó a escucharme a mí mismo»

El bailaor presenta en Madrid, por primera vez, Crónica de un suceso en el Centro de Danza Matadero

Estepona, 1993. Con solo 3 años, Rafael Ramírez ya sentía el compás del flamenco bajo sus pies. A los 11, recorría hoteles y eventos de la Costa del Sol mientras aprendía de maestros como La Lupi, Pastora Galván, Rafael Campallo y Javier Barón. Su carrera despegó a los 20 años, cuando actuó con su propia compañía en la Bienal Flamenca de Sevilla y se integró en las de Carmen Mota y Antonio Andrade, llevando su arte a escenarios de China, Rusia, Francia, Alemania, México e Israel, entre otros.

Su estilo, firme y seguro, le ha valido reconocimientos como el Premio Revelación del Festival de Jerez 2023 por Entorno, el Premio El Desplante del Festival Internacional del Cante de las Minas (2021), el Concurso Nacional Flamenco de Ubrique (2016) y el Premio a Bailarín Sobresaliente en el Certamen Coreográfico de Madrid (2018). Con cinco producciones propias a sus espaldas —Romances del pasado, Toques en mi conciencia, Malagueando, Recelo y Lo preciso— Ramírez ha consolidado una voz única en el flamenco contemporáneo, donde la tradición dialoga con la innovación.

Ahora, llega a Madrid con Crónica de un suceso (27 y 28 de diciembre, Matadero), un espectáculo que no es biográfico ni imitativo, sino un viaje en el tiempo donde Antonio Gades actúa como faro y su danza como hilo conductor. «Gades era un espejo en el que mirarme, y este espectáculo me obligó a escucharme a mí mismo», confiesa el bailaor. Con música en directo y una puesta en escena que fusiona lo clásico y lo vanguardista, Ramírez rinde homenaje al legado de Gades mientras reafirma su propio camino.

Lo propio. Eso está bien. Bueno, por fin, ¿no? Por fin, ya es la hora.
Sí, sí, sí.

Pues venga, vamos a echar la de «Crónica de un suceso». Vamos al lío. Entonces, lo primero, ¿qué van a ver las personas que vayan al teatro a verte el 27 y el 28 de diciembre? ¿Cómo contarías «Crónica de un suceso»?
Pues bueno, lo contaría como un poco, eh, un camino paralelo entre la vanguardia y lo clásico, entre Gades y yo. Algo como lenguaje principal, obviamente, el flamenco, pero sí que es verdad que intentamos —no, hacemos— homenaje a él desde el cariño, desde la admiración, desde el respeto, y sobre todo desde los valores dancísticos que él inculcó a la danza y a mí en particular.

Sobre la inspiración en Antonio Gades

Claro, esa era la siguiente pregunta en realidad: ¿por qué te interesó Gades? Porque al final, un espectáculo es una creación propia, pero el hecho de fijarte en este maestro en concreto, ¿por qué ha sido? ¿Y si te sientes de alguna manera heredero de su trabajo?
Claro, más que heredero, yo creo que es una fijación desde pequeño en él, que pensaba que tenía que tener valor en el presente, ¿no? Era algo como que el punto número uno es mi foco en él desde bien pequeño. Y el punto número dos, que es raíz del primero, son las nociones que veo en mi baile de él, ¿no? Al final, haciendo un poco de crítica y mirando un poco desde fuera, cuando veo mi baile, veo mucho de él. Y es como algo que no me podía dejar atrás.

Es verdad que he tardado en hacerlo porque me daba mucho vértigo el hecho de poner su nombre en algo mío. Era como algo que, como he dicho antes, la admiración y el respeto no me dejaban ir con este proyecto. Tampoco pensaba que tenía la madurez como para afrontarlo y para enfrentarme a él.

Y creo que, bueno, ahora tampoco te creas que cuando lo empecé estaba muy convencido, pero conforme ha ido pasando el proceso creativo, me he ido convenciendo, sobre todo porque, como he dicho, es algo desde el amor, el cariño y desde el punto de rendirle homenaje, que también era algo súper importante para mí.

Sobre el título de la obra

Y, ¿por qué le pusiste ese título? Me llama mucho la atención, porque no es algo más explícito, ¿no? ¿De dónde viene esa idea?
Estudiando un poco toda la trayectoria, porque pensé que me iba a costar menos de lo que me costó. Al final, uno piensa que, como le admira, le sigue y le conoce, el proceso creativo va a ser más fácil, pero al contrario, ¿no? Tiras del hilo y van saliendo cada vez más cosas.

Y es verdad que en el ámbito cinematográfico con Saura, el proceso creativo se llevó mucho tiempo y mucha información sobre esa etapa. Y llegué a la conclusión de que el título quería que fuese algo muy cinematográfico. Al final, que sonara a película, para mí era muy importante, ya que él con Saura hizo algo tan perfecto y tan equilibrado, y se fusionaron tanto, que al final el cine acabó siendo flamenco y el flamenco acabó siendo cine. Era algo nuevo, y tenía que tener un título muy de película. Igual me pasé, pero creo que se concibe bien la idea de título de película.

Sobre la influencia de Carlos Saura

Claro, porque efectivamente, como dices, es que me venía a la cabeza ahora escuchándote: en la trilogía que hicieron juntos Gades y Saura, incluso hubo algo de creación sobre la película o mientras se estaba rodando, ¿no? Como que la influencia fue también muy importante en ambas direcciones.
Sí, sí, sí, sí.

Claro, y la pregunta que me surge, sin haber visto tu obra todavía —que estoy deseando verla—, es si en tu obra también hay algo de Saura, si el homenaje al final permea algo también del trabajo de Saura en su relación con Gades en la propuesta que tú haces.

Sí, porque al final Saura a Gades le aportó mucho de cine, mucho aspecto cinematográfico, le dio al flamenco dimensiones que igual no se habían visto en el flamenco, planos a los que igual no se había prestado mucha atención. Y es verdad que inevitablemente el espectáculo tiene escenas que son muy teatralizadas, muy de película. Al final, hay una escena en concreto con la cantadora que es toda en silencio, que crea mucha atención, y eso es como una escena como si una cámara estuviera grabando un primer plano.

Al final, eso es fruto de los aspectos cinematográficos, sin duda. Porque nos metimos en el estudio haciendo el proceso creativo, haciendo pruebas con la cantadora, de movimientos, de expresiones… Cuando vimos el resultado, estaba claro, porque no íbamos en una dirección concreta, pero cuando vimos el resultado supimos a qué nos estábamos dirigiendo. Porque al final todo se mezcla: la intención, lo que uno lleva guardado, lo que uno pone en papel. Cuando te metes al estudio, es como que escupes todo eso, y cuando lo ves en vídeo, por ejemplo —a mí me gusta grabar todos los ensayos siempre—, te vas directo al ámbito cinematográfico en esa escena, sin duda.

Sobre el rodaje y la madurez de la obra

Y bueno, ese rodaje que ha tenido ya la obra, que acabamos de comentar, ¿te ha permitido también pulirla? Porque al final, en muchas conversaciones con compañeros, siempre se dice esto: que los periodistas vamos siempre buscando el estreno, pero vosotros es al revés, ¿no? Cuanto más alejado del estreno esté, más rodado está todo y más cuerpo coge, ¿no?
Sí, sí. Al final, es verdad que hoy en día se busca mucho el estreno absoluto, pero para mí la función del estreno no suele ser la mejor. La madurez que coge un espectáculo y la solidez que coge un espectáculo… Nosotros hemos hecho Nimes, hemos hecho Jerez, y hemos hecho la gira también de Estados Unidos, que ha sido como 20 funciones.

Yo creo que Madrid siempre me pone a mí nervioso, no sé qué tiene Madrid, siempre. Y es verdad que llegamos con un espectáculo que me hace estar un poquito más tranquilo. También es verdad que la gira, al ser tanto tiempo, hemos tenido que cambiar músicos, personas, gente del elenco, y eso también ha hecho que el espectáculo se enriquezca un poco más, de otras cosas o de otras intervenciones. Al final, llegamos con el espectáculo bastante maduro a Madrid, y es por eso mismo: tanto por el rodaje del espectáculo como por las diferentes intervenciones que ha habido de los componentes.

Al final, el ideal de una persona que hace espectáculo es que siempre las funciones las haga la misma persona, pero es imposible, es muy difícil, y eso con el tiempo te das cuenta de que también es beneficioso para el espectáculo que intervenga gente diferente y le ponga su punto. También es nutritivo para todos los componentes.

Sobre la dualidad entre tradición y vanguardia

Claro, porque me imagino que no se baila igual, ¿no? No se responde igual ante un tipo de voz que ante otra. Supongo que todo ese tipo de cosas al final permean también en el cuerpo, ¿no?
Totalmente, tanto la voz como la percusión. A la gira, por ejemplo, no pudimos llevar batería, pero llevamos un set de percusión con el que le sacamos otro tipo de sonido. Ahora en Matadero, que tenemos batería, se lo podemos incorporar a la batería. Al final, es todo: la voz, el toque, la percusión.

Eh, bueno, me decías al principio que la obra tiene un pie en lo contemporáneo o en la actualidad, más que lo contemporáneo, porque al final en el flamenco contemporáneo es todo, ¿no? Pero claro, y otro tiene y otro en el homenaje. Y me preguntaba si también, o sea, me parece muy valiente esta cosa de reivindicar el legado de alguien, de Gades en este caso, en un momento en el que parece que lo que se tiende es a lo contrario, a la individualidad y a destacar las peculiaridades creativas de cada uno, ¿no?
Yo no sé si tú también tienes esa sensación, pero al final, yo creo que con este espectáculo también he conseguido un poco —también lo decía en otra entrevista— el mirar un poco hacia dentro, hacia mí, ¿no? En las otras producciones, quizá estaba un poco más en la corriente que se estaba siguiendo, y en este caso, al tener el foco tan puesto en Gades y en lo que él ha dejado, quería esa dualidad de mí también. Al final, al querer hacer un paralelismo entre él y yo, me he visto obligado a escucharme más a mí con esa dualidad, ¿no?

Es verdad que él era muy contemporáneo y era muy futurista, porque también me he dado cuenta, conforme más lo estudiaba, de lo futurista que era y de lo que proyectaba hacia el futuro. Lo que hacía no estaba tan lejos de lo que hacemos hoy. Claro, entonces eso también me ha ayudado a darme cuenta de que, por un lado, está él, que es muy cercano a nosotros y a nuestros días, y por otro lado, estaba yo, que también me resultaba importante escucharme y estudiar un poco qué quería mostrar yo también de mí.

Sobre la percepción del flamenco y la programación artística

Claro, como que al final, quizá Gades también actúa casi como un espejo en el que mirarte, ¿no? Supongo.
Exacto, exacto.

Y no solo él y su danza, sino la forma que él tenía de ver el flamenco, sus aficiones, la importancia que le daba al trabajo, pero también a su vida personal. En fin, son muchos factores que influían.
Sí, claro. Eso también, mira, era otra cosa, porque el otro día, en un encuentro con María Pajares, que ella trabajó con Gades, decía que cuando entró en la compañía fue la primera vez que empezó a tomar conciencia del valor que tenía lo que ellos hacían, ¿no? Porque siempre hay esta cosa de que el arte o lo artístico es algo secundario, como que no es un neurocirujano que le salva la vida a una persona. Y cómo, trabajando con él, esta cosa de la dignidad del artista y verlo también como un trabajador. Como él decía: «Yo soy un obrero del flamenco, ¿no?». Claro, él lo posicionó, el flamenco lo posicionó en su lugar. Al final, eso también es un motivo de homenaje, ¿no? Le dio al flamenco el lugar que se merecía, lo llevó a espacios donde no se había llevado, y al final, todo eso… Claro, Antonio Gades no es quien es gratuitamente, al final han habido muchas cosas que lo han llevado a ser quien es, y en todas esas cosas quería detenerme y hacer un poquito de cada cosa.

Sobre la creación y los proyectos futuros

Y este es, si no me equivoco, tu quinto proyecto, ¿tu quinta obra?
El quinto, el quinto.

Y me preguntaba, ¿qué es lo que te hace elegir un camino? O sea, por ejemplo, cuando piensas en hacer este en concreto, «Crónica de un suceso», en relación a cómo has ido perfilando tu carrera, ¿qué es lo que hay? ¿Una chispa? ¿Cómo te atrae un tema o te atrapa para decir: «Ahora quiero crear sobre esto»?
Pues realmente va mucho con el momento en el que me siento. Es verdad que el que más en contexto con el momento que me sentía fue «Recelo», por ejemplo, que hablaba de los miedos, hablaba un poco de la incertidumbre, del desconocimiento. Ese, por ejemplo, fue lo más visceral que creo que al final he hecho, porque en ese momento era lo que realmente me atraía.

También está «Entorno», que estudiaba mucho cómo nos comportamos según con quién estemos y dónde estemos. Yo creo que la chispa que un poco me motiva o me lleva al proyecto es cómo me siento en realidad. Y este proyecto es que llevaba esperando mucho, es lo que te he comentado. Esta chispa llevaba mucho tiempo encendida y era algo que me traía de cabeza siempre, ¿no? Y siempre empezaba: «No, creo que todavía es pronto, creo que todavía es pronto». Y ya he visto el momento de lanzarme y decir: «Mira, pues no sé si es pronto o es tarde o cómo es». Pero lo que sé es que esta chispa hay que encenderla ya y hay que llevarla a cabo.

Sobre la vida en Madrid y el trabajo en tablaos

Y bueno, tú estás afincado en Madrid, ¿no? Si no me equivoco.
Sí, exacto.

Y quería preguntarte un poco también por eso, porque siempre está el tópico —no sé si es un tópico— de que el trabajo de los flamencos está en Andalucía, y sin embargo, yo llevo observando durante un tiempo que empieza a haber otra vez como una oleada de gente que se está instalando en Madrid. No sé cuánto tiempo llevas tú aquí en Madrid.
7 años, casi 7 años.

Y no sé, esa percepción que yo tengo, ¿tú la estás observando también? Que ahora hay más gente, me refiero a artistas, que se están instalando aquí, o no.
Al final, yo creo que esto va por épocas, o sea, somos un poco nómadas y hay épocas que todo el mundo se baja y épocas que todo el mundo se sube. Y ahora es verdad que es una época que están volviendo a subir.

Yo es verdad que me gusta moverme mucho, o sea, yo tengo mi residencia en Madrid, pero es verdad que a mí me gusta mucho bajar, por ejemplo, el trabajo de tablao. Sí que es de relación con muchos compañeros y de escuchar otras guitarras, escuchar otros cantes. Me gusta siempre bajarme a Sevilla, al Arenal, por ejemplo, o subirme a Barcelona. Dos quincenas al año, estaré en Madrid, obviamente, pero más te hablo en el ámbito tablao, porque pienso que trabajar con compañeros diferentes y en sitios tan diferentes te nutre tanto.

Al final, a mí, para meterme al estudio, necesito nutrirme desde el tablao y de mis compañeros, ¿no? Es algo que creo que es súper importante para una creación, para un proyecto, para un proceso creativo. Es verdad que cuando empiezo el proceso creativo intento aparcar un poco el trabajo de tablao, pero en cuanto acabo y estreno, o sea, yo cojo el tablao, pero con una ansia. Es necesario, otro trabajo, improvisaciones, todo lo que salga al momento, y eso para mí tiene un valor nutritivo que no tiene comparación.

Sobre los próximos proyectos

Y ahora, bueno, has venido hace poco, ha terminado la gira en Estados Unidos, estás con los planes de actuar en Madrid. No sé si ya tienes algo en mente a nivel creativo o es muy pronto. O sea, como digamos, ¿qué planes tienes ahora mismo entre manos?
Pues ahora mismo, la verdad es que la cabeza nunca para. La gente que me rodea, mi familia, no puede parar esa cabeza, es como algo innato, ¿no? Cuando estrenas una cosa, uno dice: «Bueno, ya, yo creo que no, no, no». Pero ya a la semana estás maquinando otra. Entonces, pues sí, proyecto nuevo, sí, en mente. Al final, es lo que te comentaba, ¿no? La cabeza siempre está pensando en lo que viene después.

Nuestro mundo también es muy de mirar al futuro, de a ver qué va a pasar, de a ver qué es lo próximo. Y sí, como proyecto, sí, no hay todavía, obviamente, fecha para estrenar ni nada, pero de proyecto sí está rondando ya. La cabeza siempre tiene algo en mente, y da igual que no sea tema de vestuario, de iluminación, de una imagen que ves, de un texto que lees. Al final, todo eso te va dando idea, y en una libretita, pues, si fuese mental, uno va echando ahí todo lo que va percibiendo. Y luego, esa libertad, la vas a abrir y claro, pues sale infinidad de cosas relacionadas y no con el tema que quieras hablar, pero es verdad que siempre estamos con la cabeza dando vueltas.

Y me decías también que las creaciones dependían del momento que te cogiera, y ahora mismo, ¿cómo está Rafael Ramírez?
Pues mira, yo creo que el punto es lo incorrecto, no sé si define mucho o no el momento, pero creo que esa es la palabra que me sale ahora mismo: indagar en lo incorrecto, lo mal hecho. Nos planteamos siempre qué es el bien y qué es el mal, o qué está bien o qué está mal, tanto en la carrera como en lo personal, ¿no? Es que al final es una barrera que cuesta diferenciar y superar. Entonces, yo creo que es eso, ahora mismo es un poco el batiburrillo que tengo en mente: el bien y el mal, y un poco el saltarse las normas. No sé, por ahí va la cosa.

Fotografías del estreno de ‘Crónica de un suceso’ en el Festival de Jerez, por Ana Palma