Montse Cortés. La voz, la vidalita y la Pirula

Montse Cortés

Montse Cortés

Montse Cortés, cante. Israel Cerreduela, guitarra. Amador Losada, percusión. CC Pilar Miró. Ciclo Miradas FlamenKas. Vallecas Villa (Madrid)

A la puerta de entrada del concierto dos reporteros de Radio Vallekas preguntan a los espectadores por el concierto. Me entran y les cuento que estuve una temporada en su radio haciendo un programa en los años noventa, justo después de 1992, año olímpico y en mi primera gran crisis dentro del periodismo. Había cerrado El Independiente y en la revista Tiempo me bajaron la pasta que ganaba un 25%, me quejé porque, además, me daban menos trabajo. “Cuando pase esto, lo recuperas” me dijeron.

La radio aún estaba en el puente de Vallecas y mis compañeros de profesión periodística se reían de mí porque yo pagaba por hacer radio. Luego me fui con Raúl y Luz Elez a TeleK y aprendimos a hacer televisión en libertad mezclando “rumbitas y hard-core”. A más de uno se le atragantó la combinación.

Las colegas de la radio me preguntan lo qué espero del concierto y en vez de contar los titulares (Montse estuvo girando, entre otros, con Paco de Lucía) les cuento que “tengo ganas de ver al guitarrista David Cerreduela que me fascina y me inquieta a partes iguales y que además está Amador Losada que fue de los Chorbos”. ¡Doble fallo! Paloma Concejero anuncia a los músicos. Israel Cerreduela y Amador Losada en la percusión (que yo sepa nada que ver con Los Chorbos). Israel me resulta tan inquieto y fascinante como su padre (David) y comienza el concierto entonando una canción flamenca, es decir ningún estilo concreto, una balada triste que parece expresar que la cantaora Montse Cortés ha pasado el encierro y la pandemia tan compungida que no ha podido cantar, hasta ahora.

Montse Cortés nació en el barrio de la Mina (Barcelona) y cuando se trasladó a vivir a Madrid lo hizo a la Puerta del Ángel. La voz de Montse Cortés es uno de esos prodigios que no pueden mantenerse ocultos y enseguida se arranca por seguiriyas que nos deja enmudecidos detrás de nuestras mascarillas. Sigue entonando “los tangos de la Repompa de Málaga” que llevan firma en el título pero dicen que fueron de la inspiración de su maestra en el cante La Pirula y quizá por ello la pieza ha sido considerada como “popular” a la hora de cobrar derechos de autor. ¡Mecachis! De hecho Montse los grabó con el título de “entre Repompa y Pirula”. El caso es que es una de esas piezas que se cantan en todas las celebraciones gitanas, especialmente en las bodas y que en los últimos tiempos se ha expandido por gentes de toda edad y condición gracias a Rosalía.

Uno camina el viernes por la villa de Vallecas y el noventa por ciento de las chicas adolescentes parece que han salido de un video de Rosalía. Supongo que ocurrirá lo mismo en Caño Roto que, ya dijimos que tiene patentado su sonido (vía los Chorbos) y que durante años ha desarrollado una extensa escuela de guitarristas y tocaores con acento madrileño que se doctoraron en el flamenco con Enrique Morente caso de Manzanita y Amador Losada en los años setenta y que continuaron los Cerreduela en los últimos años.

Israel Cerreduela tuvo su momento en solitario interpretando unas bulerías que nos sonaron tan deconstruidas como los espectáculos de Israel Galván y tan sólidas como la carrera del bailaor. A la vuelta Montse Cortés interpretó la canastera que se inventaron Camarón y Paco de Lucía. Luego nos deleitó con la vidalita que conocimos en la voz de Enrique Morente y que Pepe Marchena tituló “Recuerdo de Río de Janeiro”.

Tuvo tiempo de estrenar otra canción propia y cerró la partitura del concierto con un homenaje a Tina de Las Grecas engarzando alguno de sus títulos: “Nadie te quiere ya”, “Amma Immi” , “Ya no quiero pensar” y “Te estoy amando locamente”. Es curioso lo bien que funcionan estas canciones (con estribillos memorables) al volver al flamenco.

Hago recuento de escalofríos. No tengo, no me quedan. Me los he gastado al pasar por las estaciones del tren de cercanías (Atocha, el Pozo y Santa Eugenia) en el que murieron (el 11 de Marzo de 2004) 193 personas y más de dos mil resultaron heridas. Nadie compara aquellos trenes con los 40.000 muertos que se ha llevado el Covid-19. Del descarrilamiento de ahora no hemos visto las fotos.

 
 
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