A Mario González, hace muchos años, el flamenco le parecía “infumable”. Pero los caminos del Señor son inescrutables y Mario no es el primero ni será el último al que no le convence el cante jondo en las primeras citas y acaba siendo un enamorado. O incluso un impulsor del género como es su caso. Desde hace 25 años regenta La Guarida del Ángel, en la calle Porvenir de Jerez, a cinco minutos de la estatua de la Paquera. Y desde hace 14 alberga el Jerez OFF Festival durante los dos semanas del festival oficial. Cuatro espectáculos flamencos al día, más una jam session abierta después. “Ahora no entiendo mi vida sin el flamenco”, cuenta Mario en la puerta de su garito.
“Cada día me emociono, y me emociono igual viendo a los más grandes como viendo a los niños que vienen de las escuelas”, relata con el zapateo del primer espectáculo de la tarde de fondo. Muchos de los espectáculos agotan localidades (alrededor de 140), y cada noche se forma fila para intentar conseguir alguna entrada, a pesar de la lluvia que la segunda semana del festival ha molestado en Jerez. Fue el caso del pasado martes, para ver a Claudia la Debla. Granaína de 19 años, bailaora promesa y parte del Ballet Flamenco de Andalucía de Patricia Guerrero, evidenció su técnica y su expresión trágica o vivaracha según el palo. Remató unos tangos tirándose al suelo de espaldas, las rodillas dobladas. Lo suele hacer y el público queda fascinado. “Eso es típico de allí, de Graná”, me contaba la madre de la bailaora después. Le acompañaron los cantaores Sergio el Colorao, de Granada, y Miguel Lavi, local de jonda chispa (“Granaína, te quiero en grandes cantidades”, le jaleaba). Sobresalió el tocaor David Caro, que destacó tanto en su acompañamiento como en un estimulante solo improvisado por nana, con una melodía del cantaor El Mati, acordándose de Bach y Eric Satie, según me explicó. Y de todas sus otras influencias musicales. El viejo truco: beber de todo el resto para seguir sonando flamenco.
Fotos Claudia La Debla por Lucía Ramos
También agotó entradas, qué duda cabía, Dolores Agujetas. El lunes 3 cantó acompañada de Domingo Rubichi. Dueña de un rajo infinito, cantó ante un público rendido ante ella, consciente de que hay una manera de cantar que ella posee y que cada vez (porque el paso del tiempo en el arte es inevitable) se escuchará menos. Cantó por tientos-tangos, soléa, taranto, malagueña con final por verdiales, seguiriya y fandangos, delante de su familia, que ocupaba la primera fila. Aquí actuó el padre de Dolores, el Agujetas, por última vez en 2015, nueve meses antes de morir. Para el fin de fiesta subieron las más pequeñas de la casa para demostrar que la larga estirpe continúa. Antes de cantar Dolores bailó Vicenta Gálvez, que acabó su muestra flamenca con un tango. No de Triana, ni de Málaga. Un tango argentino de los de Gardel, prueba de lo abierta y heterogénea que es la programación del OFF. Atrevida, la bailaora, y se llevó varios oles.
Fotos Dolores Agujetas por Ana Palma
Pero el lugar va más allá de lo que sucede sobre sus tablas. Allí puede aparecer, por ejemplo, una alemana que ha llegado a Jerez sin haber visto nunca antes flamenco y no sabe ni cómo verbalizar lo que está sintiendo, los aficionados estudiados que viven fuera pero son abonados a estos días en la ciudad gaditana, una profesora de baile de Burgos con sus alumnas, devotas de la Debla, los artistas que acaban de actuar ahí y los que han actuado en el Villamarta, los Agujetas, los profesores y los alumnos de la Peña de París. También Juan, el hombre que recorre los espectáculos flamencos jerezanos montando su mesita para vender discos de cante y guitarra; Paco, uno de los camareros que regenta la barra (recomiendo el montaíto de lomo) y tiene más gracia que unas castañuelas. Compás a raudales en cualquier momento, sobra decirlo. “La casa de Mario” es un lugar chispeante, en resumen, y uno de los rincones donde hay que estar en la ciudad durante el festival. “Aquí si viene un tonto, que no suele pasar, se va porque no es su sitio”, broma el dueño. ¿Cómo se consigue que un negocio se convierta en un lugar de encuentro flamenco como este?
“Con amor”, revela Mario. Poner tablas nuevas, cuidar el sonido y la iluminación y atender bien a los aficionados y a los artistas. “El sitio tiene alma, tiene duende”, continúa, “es una casa palacio del siglo XVII, fue una sinagoga, un convento y un asilo para niños. Eso se impregna en los muros”. Ahora la sala es también sede de la Peña Flamenca La Lola, la primera peña flamenca feminista LGTBI. Y la programación flamenca no es solo en el OFF: todos los jueves, viernes y sábado ofrecen un pase de tablao, y el último día de la semana, Las Domingueras, el show flamenco de las mujeres de la peña. Este sábado 8 de marzo finaliza el OFF, con el recital del Nano de Jerez, al que se le dedica esta edición. ¿Toca vacaciones? Mario se ríe ante la pregunta. El domingo descansará en casa, el lunes se irá a la playa o a la montaña. Y el martes volverá a su Guarida, el jueves toca tablao y el flamenco no va a hacerse solo.
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