Cinco leyendas y una alternativa.

Casa Patas, Café de Silverio, El Duende, Los Canasteros y Revólver
Club son los locales homenajeados en esta ocasión. Artistas de
la talla de José de la Tomasa, Gabriel Moreno, Jesús del
Rosario, Tomás de Perrate, Salomé Pavón y Paco del
Pozo participan en el ciclo que, además, da cabida a jóvenes
promesas.

José
de la Tomasa inaugura el ciclo con su homenaje A Casa Patas, el jueves
23 de marzo. José Giorgio Soto, conocido como José
de la Tomasa, ha participado en diversos homenajes, peñas flamencas
y festivales de gran renombre. La calidad y diversidad de sus registros
hacen de él un gran cantor que ha hecho sus pinitos en la literatura
con la publicación de un libro de poemas, Alma de barco, y actuando
como saetero en la película de Manuel Gutiérrez Aragón,
Semana Santa.

El certamen continúa el viernes 24 de marzo con Gabriel
Moreno y La leyenda del Café de Silverio. Moreno, uno
de los mejores cantaores que ha dado la provincia de Jaén, ha tomado
parte en todo tipo de espectáculos flamencos nacionales e internacionales,
incluyendo una gira por Estados Unidos con Agustín Castellón
Sabicas. En Madrid ha actuado en los principales tablaos y peñas
con gente como Lucero Tena y Víctor Monge Serranito con los que
formó un trío. Cuenta en su haber con varias grabaciones,
entre las que destacan De lunares verdes y Un cantaor completo.

Debut discográfico

El sábado 25 de marzo toma la alternativa Jesús
del Rosario, con la colaboración de El Guadiana, El Paquete y Juan
de Juan al baile. Tras una larga carrera como guitarrista de
acompañamiento, Jesús del Rosario presenta Sin Tanto, su
disco de debut en solitario, donde ofrece un repertorio en el que destacan
bulerías, rondeñas y rumbas. Un trabajo que cuenta con las
colaboraciones de Sara Baras, Tomatito, Antonio Carmona y Bernardo Parrilla,
entre otros.

El
jueves 30 de marzo llega Tomás de Perrate con El
duende: gitanillos de toreros y flamencos. Perteneciente a una
familia de grandes figuras del flamenco, Perrate se dio a conocer en 1999
con el disco colectivo Navidad en Utrera. A partir de ahí inició
una carrera que le llevó a actuar en las peñas flamencas
de la provincia de Sevilla y en Festivales como el Mont de Marsan en 2000.
El año pasado publicó su nuevo trabajo, Perraterías,
donde el cantaor presenta sus raíces antiguas pero con la perspectiva
actual.

Clausura del ciclo

Salomé
Pavón, con Pa Canasteros, actúa el viernes 31 de marzo.
Hija de Arturo Pavón y nieta del gran Manolo Caracol, Salomé
comenzó siendo bailarina del Ballet Nacional de España.
Pronto tomó la decisión de convertirse en cantaora movida
por su pasión por el flamenco y debutó en el Festival Flamenco
A Corazón abierto en el año 2003, acompañada por
su padre. Un año más tarde los Jardines de Sabatini acogieron
su talento dentro de los Veranos de la Villa. Este año ha participado
en el Festival Flamenco Caja Madrid y tiene ya un disco en su haber, Bebí
de tu amor, producido por Teo Cardalda, de Cómplices.

La profunda voz de Paco del Pozo, cerrará el
ciclo Cinco leyendas y una alternativa el sábado 1 de abril con
Los gloriosos lunes de Revólver.

Sobre Casa Patas
Antonio Benamargo
(coordinador de Casa Patas de 1988 a 1995)

En la primavera de 1988, Daniela Tilkin, experta en arte contemporáneo
y gran aficionada al mundo del toro y del flamenco, me sugirió
la idea de programar flamenco en un restaurante de Madrid, poniéndome
en contacto con Rufino Rodeiro, gerente del restaurante Casa Patas.

Yo era reticente, pues mi única experiencia fue ayudar en la fundación
de la peña flamenca Luis Marín, en Vallecas, y era consciente
de que una peña no es como una sala. Al final me animé y
busqué una fórmula mixta: seriedad en el escenario, como
si de un teatro se tratase, y ambiente de sala, como un café cantante,
pero siempre exigiendo escuchar, en silencio y con respeto total, al artista.

El primer cantaor que visitó la sala fue Rafael Romero, El Gallina,
acompañado por el guitarrista Perico del lunar, en septiembre de
1988. La fórmula fue un gran éxito desde el primer día
y la experiencia nos demostró que el público prefería
un recital de un solo artista, a la fórmula coral de los tablaos
del momento en Madrid.

Entre los artistas que han pasado por Casa Patas, destacan: José
Menese, Chano Lobato, Antonio Núñez Chocolate, Rancapino,
Agujetas de Jerez, Manuel Soto Sordera, Capullo de Jerez, Carmen Montoya,
El Torta, José Mercé, Carmen Linares, El Yunque, Chaquetón,
Enrique Orozco, Indio Gitano, Chato de la Isla, Vicente Soto Sordera,
Gabriel Moreno, Guadiana, Ramón el Portugués, y otros jóvenes
como Mayte Martín, Esperanza Fernández, El Cigala, Miguel
Poveda, Fernando Terremoto, Antonio Carbonell, Toni Zahira y Pepe L. Carmona,
entre otros.

Guitarristas fueron Juan, Luis, Carlos y Pepe Habichuela, Enrique de
Melchor, José Mª Pardo, Perico del Lunar, Paco de Antequera,
Manuel Parrilla, Montoyita, Félix de Utrera, Manolo Franco, Rafael
Riqueni, José Mª Gallardo, Miguel Ángel y Paco Cortés,
José Miguel Carmona, Jerónimo, Viejín, Ramón
Jiménez, Paquete y Jesús de Rosario, entre otros.

Bailaores y bailaoras fueron Juan Ramírez, Israel Galván,
Carmelilla Montoya, Fernanda Romero, Isidro el Mono, Josele, Antonio Canales,
Paco Valdepeñas, Adrián, Manuela Heredia, Joaquín
Grilo, Beatriz Martín, Belén Maya, Candela Soto, Eva la
Yerbabuena y Belén Fernández, entre otros.

Y, por último, no podemos olvidar a los flamencos en la frontera,
como Ray Heredia, Javier Rubial, Jorge pardo, El Pollito de California,
Juan Perro, Raúl Alcover, Aurora, Tomasito, Luis el de la Pica,
Antonio Carmona, Negri, Rubén Dantas, Radio Tarifa y un largo etcétera.

Aquel
castizo Café de Silverio o la movida en el Silverio
José Manuel Gamboa

Llorosa historia del Madrid flamenco contemporáneo, activista
y agitador, echó los dientes y a otros se les cayeron en un local
que nació a la contra, desde la contracultura; a Contraluz. En
1979 noventa años exactos de la muerte del gran cantaor Silverio
Franconetti, en el número de 20 de la calle de Manuela Malasaña,
centro de la movida nuevaolera, se hace la luz a Contraluz y de inmediato,
tras feliz mutación, se convierte en el Café de Silverio.
Un Rubio, un Escribano y Perico del Lunar hijo tuvieron la culpa; el resto
los pusieron los partidarios –Paco Sánchez, Miguel Espín
y Juan Verdú, tres mosqueteros, tres, y los miembros invitados
y, sobre todo, los artistas al completo, que apoyaron la causa sin reserva
alguna.

¡Más de uno llegó a cobrar, 125 pesetas por una noche
de cante! Y eran figuras de postín, pero que muy elegantes, que
no hay jurdó, pues pa la caja que sino mañana no viene ni…
Rafael Romero El Gallina, Enrique Orozco, Morente, Carmen Linares, Los
Sorderas, Habichuelas, Sabicas y Enrique de Melchor, Gades y Marisol,
¡Hasta Camarón estuvo! Viva la madre que nos parió
y ese Paco de Lucía tocando y tó. Y la veteranía
de Manolito Heras. Félix Moro, Juanele de Jerez o la juventud de
Merenguito. Y para jóvenes Ketama. Todos los flamencos de España
acudieron a la cita y tuvieron visitantes de postín: un tal Rafael
Alberti, Vargas Llosa, Extremera, Juan Diego el actor, Marisa Paredes
y esa Enma Penella bailando por alegrías a las palmas de su amor,
Emiliano Piedra que era un primor.

El llorado Fernando Quiñones nos legó una descripción
de aquel Café de Silverio: El ambiente es humilde, antiguo, sencillo.
Hay una intención de verdad buscando el arte y una grata convivencia.
La sensación de encontrarnos lejos de la presión y la carga
de Madrid y parece que estamos en plena Andalucía escuchando ese
arte flamenco.

En su segunda época, donde La Tolea fue máxima atracción
junto a Montosita, los Losadas, el Torta o el Chato de la Isla, se hizo
cargo de la empresa Pepe El Malagueño con un rico bohemio llamado
Ginés Lorca que finura aparcando que en Madrid se puso de moda
aparcando a lo Lorca, la cosa estuvo cortita, de dineros no de arte y
tuvieron que cerrar, por no cubrir los jornales. Fue un inicio de un fértil
camino, del último renacimiento del arte flamenco en Madrid, gloria
para todos los que estuvieron. De allí venimos y estamos aquí.

El Duende,
centro de flamenco y toreros.
Juan Verdú

Qué buena convivencia entre el toro y el cante, son tan numerosos
los puntos de contacto del arte del toreo con los del arte flamenco que
Madrid como siempre supo unir. El toro y el cante, están estrechamente
ligados por la historia, las dos grandes verdades que nos aproximan a
explicar nuestros orígenes.
Son dos artes muy grandes y les une el ¡Olé!
Pastora Imperio y Gitanillo de Triana lo inauguraron en 1956, con Canasteros
tenían un acuerdo para rotar los artistas según pactos entre
las dos empresas.

En la calle Señores de Luzón, dirigido por Pastora Imperio
en la parte artística y en la parte comercial por su yerno el matador
de toros Gitanillo de Triana. Su mayor relieve artístico fue durante
los años cincuenta y los sesenta, pasaron por este gran escenario
Rocío Jurado, El Guito, El Lebrijano, Toni El Pelao, La Uchi, El
Farruco, Juan Habichuela, La Perla de Cádiz, etc,…. aristócratas,
políticos y toreros Curro Romero, Antoñete y Miguelín,
pasaban por aquel rincón flamenco. Cuentan que con motivo de la
despedida de los Duques de Windsor en 1962 se celebró una gran
fiesta que pasaría a la historia del Madrid Flamenco. Pastora Imperio
bailora hija de la Mejorana, fue una gran artista que consiguió
generalizar el baile con bata de cola. Quedó inmortalizada por
los hermanos Alvarez Quintero, Ruedan los peinecillos y las flores, por
el tablao, que a sus plantas cruje.

Era ese Madrid de la noche, ese Madrid que no tenía horarios que
no importaba ni la noche ni el día, pero una ciudad ilusionada
y contenta con todo lo poco que tenía y sentía la vida más
normal, sin creer en los caminos del confort aparente y la racionalidad
triunfante, un Madrid honrado y sensible que no sabía que comería
mañana.

La historia se hacía día a día, el gusto por vivir,
el compañerismo y se padecía día a día, esa
sonrisa y el gusto de la obra bien hecha, ese deseo de la justicia de
que cada hombre y cada mujer, aman lo que quieren amar y cumplen el destino
que quieren cumplir, romper los horizontes, era un grito de libertad que
se vivía en aquél momento y fue interrumpido por una nueva
forma de vivir, llena de anillos y eslabones, ser libre, no estar libre
que es la vida que nos a tocado ahora.

Los
Canasteros
Edgar Neville (Sábado Gráfico) 1965.Febrero

En la mismita calle Barbieri 11, castiza y flamenca, Don Manuel Ortega
Caracol, fundó ese famoso tablao, inaugurado el 1 de marzo de 1963,
con una actuación del mejor pianista del flamenco Arturo Pavón.

Manolo Mairena, La Polaca, Trini España, La Perla de Cádiz,
María Vargas, Bambino, Paco Cerero, Luisa Ortega, El Sordera, Beni
de Cádiz, Enrique Montoya, La Paquera, Matilde Coral, El Farruco,
El Chato de la Isla, Manuel Soler, José Greco, Juan y Pepe Habichuela,
La Paquera, Melchor de Marchena, Alvaro de la Isla, Rocio Jurado, necesitaríamos
treinta páginas para contar todos los artistas que pasaron por
ese tablao, lugar histórico del Madrid Flamenco y nadie mejor que
Edgar Neville, Conde de Berlanga de Duero, cineasta, diplomático,
autor teatral y poeta, gran aficionado al cante flamenco que nos lo demostró
con la película Duende y misterio del flamenco, para contarnos
esta maravillosa historia,

Los Canasteros está siempre lleno. El lugar es propicio; el sitio,
amplio; le decoración graciosa, y, sobre todo esto, la personalidad
de Manolo Caracol, que deambula entre el bar y la sala saludando a sus
amigos.

El cuadro es muy numeroso, es una verdadera manifestación de
gitanos. Los hay de todas las categorías, y algunos, notables.

De pronto, hay una llama viva que va prendiendo fuego a todo el tablao
y todas las mesas por donde pasa, esta llama viva se llama Dolores y es
la segunda hija de Caracol. En ella no se asoma el gesto dramático
de su hermana Luisa cuando canta, baila con todo el salero requerido y
vale la pena ir a verla.

María Vargas tiene una belleza tranquila y morena, Diego Pantoja
y Dolores la Pescailla son buenísimos bailaores, y, como si fuera
poco, Caracol los presenta entre muchas chicas guapas y una superbelleza
llamada Carmen Montiel, que no es pariente de Caracol tampoco mía,
desgraciadamente, pero que es una criatura de concurso y, como dicen los
gitanos, está para mojar pan.

Los
lunes flamencos de revolver
Juan Verdú

Santi Agapo, aficionado al flamenco, seguidor de los buenos, cantaores,
decide montar en un lugar de los madriles de los noventa, Los lunes flamencos
de Revolver, Revolver discoteca, refugio de rockeros, de chupas de cuero
y crestas de colores, tendría recitales de flamenco para los más
jóvenes los que no habían tenido suerte o jurdoles para
escuchar a los mejores, del cante, la guitarra o encandilarse con el baile.
En la calle Galileo del universitario barrio de Arguelles, se montó,
el tinglao, a los mandos un servidor que convencía a los artistas
flamencos del proyecto, ¡vamos a conquistar, a la juventud que escucha,
otras músicas que cuando pillen el flamenco, los hacemos de nuestro
equipo!, tenían el oído y el corazón abierto, llenos
de todas las músicas.

Comenzamos con Agujetas que decía que esa discoteca, era la casa
del miedo, por la luz y la decoración, no le faltaba razón
y no veas cuando le pusimos el humo, ¡esto es el infierno Verdú!,
¡como haces eso que parezco un faquir!, pasó Chano Lobato
y ante el silencio de los buenos oyentes y el respeto del publico gritó,
¡viva la juventud! ¡viva el rock!, KETAMA presentó
disco, PATA NEGRA, RAY HEREDIA de acuerdo con los nuevos tiempos, pero
los Lunes cantaba Morente, Carmen Linares, José Mercé y
tocaba Gerardo Núñez, Serranito, Enrique de Melchor, bailaba
Sara Baras, El Guito, Antonio Canales y el mismo Diego Carrasco montaba
su concierto. Aquella famosa huelga general a Don Felipe González
, con un Madrid ciudad fantasma vacío, a las doce de la noche y
cinco minutos abrimos las puertas, para no romper la huelga, la cola daba
la vuelta a la calle, lleno hasta la bandera, Raimundo y Diego Carrasco
montaron el atasco.

Toda esa aristocracia nocturna y sin reloj que a las doce de la noche
de un lunes de los noventa se reunía allí, hoy son aficionados
de postín y con el último compás todos a acostar,
era un rito, Revolver se quedaba vacío nada más terminar
que al día siguiente tenían que trabajar.

Como sería la Sala que Enrique Morente canto misa, vamos que presentó
su Misa Flamenca, se hizo homenaje a Camarón, se dieron premios
flamencos, con ochenta grados al sol y a Pepe Habichuela se le deshizo
la obra del escultor del calor que hacía y se le cayó, no
había aire acondicionado pero sí abanicos de arte. La primera
fila pegada al escenario de pié escuchando con fervor y los de
la última en la barra de copas, pero callaos escuchando y chupando
con fervor flamenco. Santi Agapo fenómeno, fue un gran invento
que ayudó mucho al flamenco, la afición joven de Madrid,
se formó en aquella Universidad con la complicidad de todos los
artistas, hasta alguno que al principió no quería ir porque
decía que era un cuchitril luego nos pidió un lunes para
cantar y celebrar sus bodas de plata. Viva Madrid.