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Nombrar a San Fernando es traer al recuerdo de la mente una música
singular y desagarrada, un sentimiento jondo que aborda a todo un pueblo.
La relación de San Fernando y el Flamenco «es la de los enamorados»,
una relación que rompe las barreras del tiempo. Las noticias más
antiguas que se tienen del flamenco en San Fernando nos llevan hasta 1809,
fecha en la que nace Juan de Dios, primer cantaor isleño conocido.
Después de él, muchos han sido los que han honrado la «Isla»
con sus voces, hasta llegar a Camarón de la Isla, el más
universal de los cantaores flamencos y el que más lejos llevó
el nombre de su tierra natal. Tan cerca sentía Camarón sus
raíces que no podía llamarse de otro modo que «de la
Isla». Las entrañas de la Isla de León parecen albergar
todavía mucho duende dentro y hoy en día San Fernando sigue
«pariendo» artistas de la talla de Niña Pastori o de
Sara Baras. El flamenco puede sentirse, olerse, tocarse… por las calles
de esta ciudad.
Como no podía ser de otro modo, San Fernando rinde tributo a la
voz flamenca más importante de todos los tiempos dedicándole
una ruta que todo el que quiera comprender qué es lo que tiene
esta tierra para producir en sus hijos tanto sentimiento jondo no debe
dejar de recorrer. La Ruta de Camarón de la Isla comienza en la
casa que le vio nacer allá por 1950. La Iglesia del Carmen, Virgen
de gran devoción marinera nacida también entre estas tierras,
es la que acogió el bautizo del genio gitano.
El hijo de Juana la canastera se crió en el número 29 de
la calle del Carmen. Allí se puede ver el origen humilde, con la
arquitectura propia de una zona sencilla. La fragua de su padre, Luis
Monge, situada en la calle Amargura número 21, es el siguiente
punto de obligatoria parada. El ritmo del yunque y el martillo se instituyen
en símbolos dentro del ritmo del cante jondo.
 A
los 8 años ya se podía escuchar su voz cada tarde en la
Venta de Vargas, un lugar emblemático y siguiente punto de parada
ineludible en esta ruta. Tomar un vinito en la venta es degustar el sabor
profundo del cante jondo, un sabor que durante años se ha conservado
intacto en esta venta al igual que los buenos vinos. Este lugar de solera
arropó los primeros cantes de un delgado niño rubio apodado
por su menudencia «Camarón». En la plaza que hay frente
a la ventase puede contemplar e monumento que la ciudad la rinde a uno
de sus hijos predilectos.
En el cementerio municipal se encuentra el mausoleo que siempre congrega
a millares de seguidores y siempre está perfumado por las flores
que llevan sus incondicionales.
Por último, la peña Camarón de la Isla que fue inaugurada
después de su muerte, en 1995, es un centro neurálgico que
se convierte en catedral de la figura de Camarón. Museo con centenares
de fotos y recuerdos donde también se puede disfrutar de la gastronomía
andaluza de la bahía y del cante y baile de los discípulos
del genio de Camarón.
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