Macanita, Juana la del Pipa, Fernando de la Morena, José Mercé – Bankia Flamenco 2012

Texto: Isaac Rodriguez
Fotos : Rafael Manjavacas

JEREZ CON MORAÍTO

José Mercé – Tía Juana la del Pipa –
La Macanita – Fernando de la Morena

XX Festival Bankia Flamenco 2012
9 de Febrero 2012 – Teatro Circo Price (Madrid)

 

Tenemos hoy  media docena de artistas flamencos que llenan los teatros. Y lo bueno que tienen –dando por descontado su  valor, que se les supone—es que aparte de retupirse los bolsillos y compensar el balance de la empresa, arrastran consigo una legión de potenciales aficionados que, aquí quería llegar, escuchan de rebote a otros cantaores tan valiosos como ellos. Este es el caso de José Mercé –el capitán general– y de Tía Juana, la Macanita y Fernando de la Morena ­–los coroneles–, unos ilustres jerezanos que batallaron sin tregua en esta noche memorable. Total, que con Mercé se llenó el coliseo, pero con todos se colmó nuestro entusiasmo.

Comenzó la actuación, como viene siendo habitual, con los cantes sin guitarra. La Macanita y Tía Juana la del Pipa, por martinete; y Fernando el de la Morena con unos cantes de trilla que ejecutó con especial jondura. Siempre se agradece escuchar algo que no se prodiga, y más cuando se hace tan requetebién, como en este caso.

Después se quedó sola Tía Juana , bien, muy bien arropada por la guitarra de Antonio Higuero, para cantarnos los tientos tangos que tan justamente conoce. No faltó una letrita por Badajoz y muchas más por Jerez. Y a Moraíto dedicó los fandangos, con el poderío que Tía Juana les imprime y con las letras tan desgarradoras que escoge: “pero quererte yo no, no quiero que tú me quieras”, etc. Estuvo como siempre doña Juana: rompiendo el azogue de todos los espejos con esa voz que le sale de lo más profundo de sus entresijos.

También dos cantes, sólo, se ve que le asignaron al de la Morena, y escogió la seguiriya y los fandangos. Dos cantes de corazón que dijo con absoluta templanza; a lo que contribuyó, sin duda, el magisterio y la bondad que transmite Antonio Higuero con su guitarra.

La Macanita bordó la famosa malagueña del jardín de Venus antes de cantar por soleá como ella sabe, es decir, con duende y con desgarro. Su voz es tan quebrada, por rajo y por despeñadero, que es inevitable acordarse de Utrera y de su egregia Fernanda (recuerdo una vez en el festival de Sintel del año…). Guerrero y Carrasco se tenía que apellidar la Macanita. No hay más tutía.

Por bulerías, y alguna pataíta, terminó este trio de ases su cabal actuación, antes del descanso, obligado pero justito, que anticipaba el recital de José Mercé.

Sale risueño y parsimonioso, solo, elegante y con estampa de seductor; llama a su guitarrista y se sientan los dos; saluda al público de su Madrid y a un tal Rato que por allí andaría; y canta, que es lo que importa, eso de “a buscar la flor que amaba”, la misma malagueña que hizo la Macanita hace unos minutos. Perfecto, se le ve con ganas, se acuerda de su querido Moraíto y nos cuenta que Diego del Morao, su hijo, puede seguir acompañándole por mucho tiempo (y vista la yunta esta noche estoy seguro de que pueden darnos muchas otras de gloria). Después cantó por soleá, con un fandanguito incrustado, y por seguiriyas de forma impecable. Sí, en flamenco, en oro lejítimo, rompiéndose, con avaricia de perfección, sin concesiones de alivio, de pura savia y sabia estirpe. Como las alegrías que siguieron y las bulerías del remate. Cuando José  Mercé canta con la fortuna de esta noche, bien se le pueden perdonar sus licencias poperas y el que incite al público para hacerle coros, como los que le servimos, obedientemente, a los compases de “Al alba”, ese tema tan conocido con el que terminó su actuación. Este jerezano, cuando quiere, canta como los ángeles de la catedral.


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