XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA. “MUJERES” Merche Esmeralda, Belén Maya y Rocío Molina

XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA

‘MUJERES’
Merche Esmeralda, Belén Maya y Rocío Molina
13 septiembre – Teatro Maestranza – 20:30 horas

ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008

Texto: Gonzalo Montaño Peña
Fotos: © Archivo Bienal de Flamenco, Luis Castilla

Baile: Merche Esmeralda, Belén Maya y Rocío Molina. Guitarras: José Luís Rodríguez, Paco Cruz, Manuel Cazás. Cante: Antonio Campos, Jesús Corbacho, Tamara Tañé. Percusión: Sergio Martínez. Dirección: Mario Maya.

Ayer en el teatro Maestranza de Sevilla pudimos presenciar una obra maestra. Mujeres nos muestra a tres bailaoras que representan tres generaciones. Tres formas de entender el baile, pero que demostraron casar perfectamente. La mano de Mario Maya, aunque invisible se nota perfectamente, en un espectáculo de estética cuidadísima.

La función comenzó con diez minutos de retraso, puede ser debido a algún problema técnico, por que anoche al empezar el espectáculo el sonido no era bueno y no sería hasta el segundo cante que se solucionara el problema.

Sin embargo la gente anoche vino a gozar porque ya se sabía de antemano que esto valía la pena, y así fue. Varios fueron los momentos en los que el respetable se emocionó en el Maestranza anoche:

Un primer momento vino con los tangos de granada, que Belén Maya bailó con gran fuerza, gracia y gitanería. Parecía que se juntara el Sacromonte con la India.

Otro de los momentos cumbre vendría poco después con la Soleá, en la que la gran Merche Esmeralda saca el cisne que lleva dentro y lo pasea por las tablas, pavoneándose, agarrándose a la cola como si le fuera la vida en ese propósito y contorsionándose como si fuera de alambre toda ella.

Luego vendría la Siguiriya para presentarnos a una Rocío Molina vestida de negro tragedia. La malagueña acapara el escenario por completo, se mueve con un completo dominio de los tiempos, parece dejar un rastro de luz cada vez que hace círculos con los brazos. Si bien esta bailaora no es demasiado alta, en la siguiriya parece crecer y crecer hasta no caber casi en el escenario.

Como broche a tres grandes momentos individuales, dentro de un trabajo colectivo evidentemente, vendría un baile a tres, con bata de cola. El rojo domina el escenario y suenan caracoles, la simetría es perfecta, el triángulo equilátero.

Tres generaciones, tres estilos diferentes, pero no en disputa. ¡Mujeres al poder!

 

 


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