Camarón y el becerro de oro (o la copa de plata)

Kaita, Montse Cortés, Remedios Amaya, La Fani - 30 años Mujeres cantan al Mito

Kaita, Montse Cortés, Remedios Amaya, La Fani - 30 años Mujeres cantan al Mito

Sublime y arrebatado homenaje a Camarón con Montse Cortés, La Kaita, La Fabi y Remedios Amaya.

Era una de esas tardes de exaltación a nuestros mitos y leyendas. Acabábamos de asistir a un concierto dedicado a Camarón en la última jornada del festival flamenco de Madrid y un puñado de seguidores de la Kaita charlaban en la puerta de teatro junto a la castellana sobre los detalles de un concierto irrepetible y también de otros asuntos sobre el futuro flamenco cuando aparecieron luces extrañas teñidas de azul seguidas de un vehículo que, al parecer portaba el becerro de oro (o la copa de plata) seguido por un puñado de gente que pretendían entonar cánticos a la susodicha (la copa) envueltos en banderas y bufandas y exabruptos futbolísticos. Sepan que la bufanda es una prenda manifiestamente innecesaria en estos días de bochorno.

Y entonces surgió un cántico desde el grupo de flamencos: ¡Atléeeeti, atléeeeti, atleeeti!

Una escena de disidencia que nunca aparece entre las mejores jugadas de las celebraciones triunfales. El espacio que separa la Cibeles del Bernabeu estaba ocupada por ciudadanos ajenos al fútbol y sus becerros, sus copas y sus falsos dioses.

CAMARÓN, UN HOMENAJE

La cosa empezó de fábula, como muchas veces hemos soñado después de un gran concierto en el que barruntas ¿que ocurriría si el concierto empieza aquí? con todos los artistas calientes y encendidos. Se abre el telón y desde una plataforma del fondo del escenario cuatro mujeres cantan “Como el agua” y enseguida distinguimos la diversidad de voces y temperamentos y nos imaginamos la prueba de sonido más caótica, enloquecedora y comprometida de la historia del flamenco con micros de pié (y micros sujetados en la oreja) y cantaoras que usaban los dos tipos de micrófono y Remedios Amaya que puso el micrófono en el centro del escenario para luego cantar desde todas las posiciones posibles excepto hacia el micro, el cual usó exclusivamente para dejarle clarito al personal que aquello que habían visto no había sido nada fácil de organizar. Es ahí cuando solicitas que -en la futura estatua madrileña a Camarón´- pongan unas sillas en honor al técnico de sonido, a María Larroca (productora) y a Ángel Rojas (director) y, repito, luego volvemos a enviar a Remedios Amaya a Eurovisión para acabar con ese concurso.

Me río yo de “los tres tenores”. Poner de acuerdo a Montse, Kaita, Fabi y Remedios para cantar el coro de ¡Como el agua! es una quimera porque en cuanto una de las artistas nota que la otra canta con personalidad, cambia el tono y el aire y eleva la apuesta. Una vez presentado el panorama comenzamos a notar la existencia de un guión que conducía el espectáculo. En el lado izquierdo del escenario se colocaron los dos guitarristas y apareció Montse Cortés que comenzó a entonar “El romance del Amargo” sobre el poema de Lorca que grabó Camarón, y al rato notas que la cantaora ha cambiado de letra y de ambiente, que el romance es muy largo y la noche está plagada de urgencias. Los dos guitarristas se cambiaron al otro lado del escenario y salió la Kaita y habló de los nervios y sacó uno de esos rugidos suyos que son los mismos que Camarón iba a escuchar a la Plaza Alta de Badajoz.

 
&nbps;

De nuevo el guión se hizo presente y los tocaores Juan Vargas y Joni Jiménez (espléndidos) colocaron las sillas en el centro de la escena e interpretaron una pieza que no sabría explicar pero que tenía todo el sentido del mundo y es que, para escuchar cante, entre cantaora y cantaora hay que liberarse de algunas ataduras y saberes y sabores, como el que cambia de vino en una cata.

Nadie mejor que estas mujeres para cantar a Camarón cuyo cante es sumamente andrógino. Recuerdo una actuación en TVE en la que Camarón y Paco están más maquillados que David Bowie en la época del glam-rock. Lo bueno de estar en la mitad del escenario es que estás a la mitad de camino del otro lado. Y apareció La Fabi que contó lo mucho que le debía a Camarón y al magisterio de sus compañeras y cantó por Camarón y luego se levantó y le dedicó unos versos a su estampa, a las fotos de Paco Manzano que estaban siendo proyectadas en los laterales. De vuelta al otro lado de la escena Remedios Amaya entonó la taranta en la que “le roban las manzanas a los arrieros que venían de Totana”. Y dijo aquello de “soy Camarona hasta el día que me muera” y le cantó a Camarón, al público y a sus colegas, asumiendo el liderazgo, sin micro y a media voz y arrancando ¡oles! con sordina. Luego vino el fin de fiesta y la Fabi y Remedios se quitaban los versos de la boca en un final atropellado en el que Montse Cortés no quiso entrar a la disputa y en el que a la Kaita la dejaron con un rugido pendiente. Probablemente si hubieran seguido el guión hubiéramos escuchado más cante… para los disparates siempre hay tiempo, como para el fútbol.

Galería fotográfica – (@Manjavacas.flamenco)

Salir de la versión móvil