Pa´ flamenca yo. Marta Fernández-Muro, Domingo Ortega, Inmaculada Ortega

Texto: Pablo San Nicasio
Fotos y videos: Rafael Manjavacas

El flamenco, como la vida misma

'Pa ´ flamenca yo'
Actriz: Marta Fernández-Muro.
Baile: Inma Ortega, Domingo Ortega.

Auditorio Colmenar Viejo (Madrid)

 

Actriz: Marta Fernández-Muro. Baile: Inma Ortega, Domingo Ortega. Guitarras: Fernando de la Rúa y Amir Haddad. Cante y percusión: Matías López. Cante: Gema Caballero. Violonchelo: Sergio Menem.

El flamenco, hacer música flamenca en sus diferentes ámbitos, es todo un sueño. Es algo que, para quien lo vive, supone llenar algo más que un rato en un simple hobby o tener resuelta la parcela material de la vida, si es que se llega a poder vivir de ello.

Hacer y vivir en flamenco es una manera de ser y de afrontar la existencia propia, y flamenco, como decía aquel, se es hasta tirándose por un sexto piso.

Domingo Ortega
Inmaculada Ortega

Pues de eso va “Pa´flamenca, yo”, espectáculo que la noche del sábado se estrenó en un  moderno Auditorio de Colmenar Viejo donde, a pesar de la lejanía de los centros flamencos capitalinos, se congregaron en buen número aficionados y profesionales.

Muchos de ellos alumnos de Inmaculada Ortega, estupenda bailaora y cabeza de cartel, quien, además de tener una consolidada carrera como bailaora, coreógrafa y maestra de baile, esta noche iba hasta de diseñadora de vestuario.

Espectáculo ameno que mezcla el monólogo teatral de la televisiva Marta Fernández-Muro, con el baile más que solvente de la pareja de “Ortegas”, Inma y Domingo.

Marta Fernández-Muro
Domingo Ortega

La trama intercala la narración dramática de la actriz, sus vivencias y anhelos artísticos frustrados por toda una vida dedicada a la costura, con la ilustración de cada una de sus estampas por parte de los bailaores.

Con una estupenda puesta en escena y un elenco de músicos a la misma altura, la hora y veinte de historia se hace potente desde el inicio. Humor y melancolía se dan la mano a la hora de narrar las peripecias vitales de una flamenca en potencia que anhela agarrarse al menor clavo ardiendo que le dé la vida para poder gatear hacia su verdadera vocación.

Son sus diferentes etapas, niñez, primer amor, madurez y realidad de la vida, sueños cumplidos… las que se muestran con toda su fuerza gracias a la coreografía y música, nada al uso dentro de la ortodoxia, que los bailaores consiguen plasmar sin el menor atisbo de improvisación o frivolidad.

Y eso a pesar de que al tiempo que se suceden letras de sobra conocidas por los cabales, aparecen recuerdos al  tango de Piazzolla, el tema “La Flaca” de Jarabe de Palo o unas sevillanas como corolario final.

Es Domingo Ortega el eterno contraste a Inma durante la pieza, con soberbias intervenciones por tangos y soleá por bulerías.

Ella, Inma, que quizá inspira en parte la profesión costurera de la protagonista, abarca con tremendo garbo, qué bonita palabra, la bata de cola y el cuerpo de baile, el suyo, mostrándose definitivamente como una bailaora completa.

Propuesta versátil que exprime a todos en el escenario, que acaba felizmente y que no tiene problemas con la audiencia que le toque enfrente, porque su ritmo y calidad escénica y dramática están perfectamente estructurados, haciéndose entendibles hasta para un niño.

Éxito desde el inicio con la importante taquilla, hasta el final con un auditorio en pie y colas camino de los camerinos.

Mensaje de esperanza para todos. El de que quien la sigue la consigue, a pesar de los palos que nos dé la vida. Palos que, siendo flamencos, lo son menos.

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