Mercedes de Córdoba y María Vargas, vino joven, vino de solera

Mercedes de Córdoba - Festival de Jerez

Mercedes de Córdoba - Festival de Jerez

XXIV FESTIVAL DE JEREZ
Lunes, 2 de marzo, 2020


MERCEDES DE CÓRDOBA “Ser, ni conmigo ni sin mí”
Teatro Villamarta, 2100h
Galería fotográficavideo

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Baile: Mercedes de Córdoba. Guitarra: Juan Campallo. Cante: Enrique el Extremeño, Antonio Núñez “El Pulga”, Jesús Corbacho. Percusión: Paco Vega. Dirección artística: Ángel Rojas

Mercedes de Córdoba, Premio Nacional de Córdoba, tuvo su noche en el Teatro Villamarta, dentro del marco del Festival de Jerez.

Había visto a Mercedes en compañías, especialmente la de Eva Yerbabuena, de la que muestra claras influencias, no solo en su estilo de baile, sino en la manera de componer el espectáculo.  Primero, oscuridad, lentitud y conceptualidad, durante largo rato, y hacia el final de la obra, flamenco a manos llenas con una magnífica soleá, pero la curiosidad de que a la salida del teatro escuché a una joven con acento madrileño decir “me ha encantado todo excepto por la soleá”.  Da fe de la brecha generacional.

Taranto estilizado, compenetración exquisita con Enrique el Extremeño al cante. Mucha, muchísima oscuridad.  Termina el baile, parpadeo, y la bailaora parece desaparecer como por arte de magia, un bello efecto.

Una enorme cruz, de varios metros queda suspendida desde lo alto, pero no he captado el significado.  Es mejor quizás no buscar el sentido de las cosas en este mundo onírico jondo.

La bailaora aparece enjaulada, el cantaor Jesús Corbacho le abre puerta y cerrojo, y Mercedes nos baila por caracoles con bata de cola blanca, hay luz y optimismo.  Para la que escribe, cuesta relacionar el largo segmento conceptual con el baile convencional, pero recibo agradecida el aluvión de estímulos sensoriales, y la reacción efusiva del público confirma que piensan igual.  Vaya…acaba el baile, Mercedes arranca de su vestido los grandes lunares de quita y pon, y me siento como niña traviesa por haberme dejado llevar por aquel tópico de los lunares (dicho con ironía).

La bailaora se arrastra por el suelo (las madres presentes nos preguntamos quién se encargará de lavar la bata de cola), pero es salvada por el compás y muchas vueltas de mantón.  Otra escena memorable cuando el guitarrista, el estupendo Juan Campallo, abraza a la bailaora desde atrás a la vez que ella sujeta la guitarra, uniéndose los dos con el instrumento como una sola entidad.

La susodicha soleá rebosa poderío y drama, y un estilo contemporáneo que no deja de reflejar el flamenco clásico.  Jesús Corbacho y El Pulga, voces admirables completan el trío de cantaores con su excelente trabajo.


MARÍA VARGAS
Palacio Villavicencio, 1800h
Galería fotográfica / video

Antes de leer mis palabras a propósito del recital de ayer de María Vargas Fernández, cantaora sanluqueña, os pido que asuman mi confesión: María y yo somos buenas amigas.  O quizás precisamente por eso, porque conozco su vida y obra íntimamente, puedo comunicar la esencia de su arte y persona.

Con quince años fue nombrada “Catedrática del Cante Gitano” por la Cátedra de Flamencología de Jerez, y es flamante Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes del año 2019.  Entre ambos reconocimientos, van seis décadas, y docenas de placas, trofeos y diplomas que le llenan su casa de San Miguel.

Se instaló en Jerez hace año y medio después de vivir muchos años en Madrid.  Es una encantadora señora sin pizca de artisteo, y una excelente cocinera a la que la gente llama “Tata”.

Esa misma María tan dulce, te retuerce las tripas por siguiriya cuando le guía el recuerdo de la voz de su padre Manuel, nieto de Tomás el Nitri.  Ella se transforma, entra en un estado de gracia flamenca y te lleva en viaje directo a un tipo de cante anterior, pero eternamente relevante, porque las emociones humanas no tienen fecha de caducidad.

Martinete, romeras, bulería por soleá, siguiriyas (ayy ese hospitalito), tientos tangos, fandangos y bulerías con la guitarra de Miguel Salado y las palmas de Israel López y Miguel el Palmero.  El público caluroso, agradecido, emocionado.  Igual que yo.

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