Israel/Eduarda, el mimo jondo en performance

FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES
Israel Galván “EL AMOR BRUJO”
Sábado, 18 de enero, 2020. 2100h. Théâtre Bernadette Lafont. Nimes (Francia)

Coreografía, director: Israel Galván. Música: Manuel De Falla, Alejandro Rojas-Marcos. Baile: Israel Galván, Eduarda De Los Reyes. Voz: David Lagos. Piano: Alejandro Rojas-Marcos

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Once días que han terminado demasiado pronto. Ya se ha despedido el trigésimo Festival Flamenco de Nimes.   Grandes figuras, un programa intensivo de actividades, comidas y copas con viejos amigos, tanto de la organización como los intérpretes.  Algún fallo técnico, algunas bajas, pero al final lo que queda es el recuerdo de la afición compartida con nuestros vecinos galos.

Los últimos días, doble sesión para satisfacer la demanda de entradas para ver a Rocío Molina con su “Impulso”, y “El Amor Brujo”, versión Israel Galván. La obra clásica de Falla que alimentó la popular imagen del gitano apasionado, peligroso, enigmático, como no la habías visto antes.  Mientras suena la música de manera convencional tocada por el versátil Alejandro Rojas-Marcos, visitamos el virtual parque de atracciones instalado en la cabeza de Israel Galván.  Pasan cosas curiosas, pero te dejas llevar antes que hacer preguntas para las que no hay respuestas.

A estas alturas todo el mundo sabe que “Eduarda”, que protagoniza la obra, es Israel disfrazado de mujer.  O más bien, de despeinada colegiala inglesa.  Pero no es una burda afeminación, sino que el artista insiste en movimientos medio patosos, como los barbudos que se visten y se pintan de mujer cuando van de carnaval.  En general, el tono de todo el numerito de Israel/Eduarda es cómico.  Si no supiera mejor, diría que Galván ha estado estudiando para mimo. Un mimo bipolar con tendencias esquizofrénicas.

En el fondo, lo que quiere Israel es divertirse él mismo.  Baila sentado, como hizo en su día Mario Maya.  Se cruza las piernas provocativamente, como en la famosa escena de Sharon Stone.  Hace twerking.  Se tambalea en la silla…la inestabilidad y el ruido de las cosas que se rompen es un tema constante en el trabajo de Israel Galván.  Se tumba en el suelo boca arriba, y se le tiemblan las extremidades cual cucaracha moribunda, y el fuego fatuo que no falte.

¡Y los garbanzos, por Dios!  Siempre se hablarán de los garbanzos.  Dos o tres kilos.  Sin remojar.  Israel finge, amenaza con tirarlos por el suelo.  Luego va y lo hace, y el público emite un “ooohh” colectivo, supuestamente porque ya no puede haber más baile.  Pero de eso nada.  Siguen allí esparcidos en la segunda parte, e Israel, ahora de hombre, baila encima.

Magnífico trabajo del polifacético David Lagos que saca música y canciones de la manga, cantando a dúo con la voz grabada de Chacón, siempre buscando el detalle onírico para acompañar las travesuras de Galván.  Rojas-Marcos, que además de piano saca su zanfoña, completa el trío con su imaginación, versatilidad e inteligencia. Au revoir Nimes…hasta el año que viene, y el comienzo de otra década de arte y descubrimiento.

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