Esperanza Fernández y el neoclasicismo

Esperanza Fernández & Miguel Ángel Cortés

Esperanza Fernández & Miguel Ángel Cortés

Festival flamenco café Berlín – Esperanza Fernández & Miguel Ángel Cortés – 2º Festival Flamenco de Club del Café Berlín.

José Manuel Gómez Gufi

Sale Esperanza con una túnica blanca como de grecorromana; a la segunda anuncia la soleá de Triana ligada con la caña. A su lado tiene la guitarra de Miguel Angel Cortés, todo tiene un aire a “si vas a empezar a escuchar flamenco más vale que empieces por aquí”. Por los clásicos, y así nos van sonando casi todas las letras en casi todos los cantes. El personal congregado es muy del café Berlín, gente atenta, enamorada de la música que sabe decir un ¡ole! en el sitio y que también valora el arte y su relación con el silencio. Es decir, aquí se anima pero sin alardes.

Esperanza explica que está “muy contenta de estar en un festival así en un club de jazz como este” y esa es la herencia del Berlín que ha construido su leyenda en históricas “jam-sessions” donde abundan flamencos y latinos. De hecho, creo que la primera vez que vi a Jerry González en Madrid (Piratas aparte) fue con Esperanza Fernández que, exclama algo así como: ¿Qué flamenco no ha tenido un músico de jazz en su vida?

De Triana, su casa, se va pa Cádiz por alegrías-Tiriti-tran- y canta cosas que ya se saben hasta los que acaban de llegar: “mire usted que gracia tiene este país que hasta el hambre no la vamos a sentir”. Antes ha entonado algo sobre envolverse en un capote ensagrentado que le da un toque “gore” a la cosa. Después se ha ido a la Habana porque -como ha recordado David Calzado- su último disco ha sido con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba; también ha contado el presentador que Miguel Angel Cortés estuvo el otro día en el homenaje a Menese acompañando a Carmen Linares, Marina Heredia y Rocío Márquez y para cada una de ellas, tocó de manera diferente. La primera parte acaba por tangos y de nuevo nos suenan las letras; y como está en Madrid, en vez de acordarse de la Puerta de Alcalá, se acuerda de las Grecas y así nos vamos al descanso con Esperanza bailando los clásicos.

Miguel Angel Cortés abre la segunda parte con un pieza que lleva hielo y fuego, si antes se han ponderado sus virtudes como acompañante ahora toca escuchar al solista y ahí nos acordamos de una foto maravillosa de Paco Manzano en el primer Omega de Morente, en la que el tocaor está arrancando una nota desde el infierno mismo. Han pasado más de veinte años y Miguel Angel toca mejor y diría que más rebelde que nunca y siempre en el sitio. Dicho de otra manera, está tocando tan tan tan… tradicional que no para de inventar. Y Esperanza está en las mismas, su cante está tan enraizado con los antepasados que no deja de recrearlo y buena muestra de ello es que cuando vuelve al escenario y siente la que ha montado el guitarrista y no sabe si sentarse (y romper la atmósfera y el horizonte) o cantar de pie y subir un escalón en el concierto.

Decide romper el guión y seguir para arriba con un pregón cubano que acaba en guajira, alguien ha pedido que cante por el Titi. No acepta y con buen criterio se ha lanzado al monte y al montuno.

Antes de acabar por bulerías y armar la marimorena cuenta que es la primera vez que está con las palmas, los jaleos y el compás de Bandolero en las percusiones y de los bailaores Nino de los Reyes y Pol Vaquero que improvisan un acústico frenético que es un prodigio de soniquete y de swing. Esperanza canta a pelo, sin micro y baila con ese aire suyo tan tan tan… clásico y tan moderno.

Video & fotografías: Rafael Manjavacas

 

 

 

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