Carles Benavent, Tino Digeraldo, Jorge Pardo “Ventolera, barranco y duende”

Benavent - Di Geraldo - Jorge Pardo - Estival Cuenca

Benavent - Di Geraldo - Jorge Pardo - Estival Cuenca

Escenario Solán de Cabras. Parador Cuenca Estival. 30 de julio 2020

José Manuel Gómez Gufi
Fotos Paco Manzano

A la hora de la prueba de sonido se levanta un vendaval que hace volar las sillas cuidadosamente instaladas y desinfectadas frente al escenario instalado junto al Parador nacional de Cuenca. Pocas horas antes había llegado la noticia de la muerte del productor José Luis de Carlos creador del sonido Caño Roto y uno de esas personas de la industria que apostó por la música de calidad y con carácter, el hombre que estuvo detrás del fichaje de Morente por Hispavox, el descubridor de la Grecas (en su segundo elepé debutó un flautista llamado Jorge Pardo). De Carlos descubrió en el metro a Pulgarcito, un rocker sin suerte en el 80 con el que debutó un batería llamado Tino Digeraldo. No pudo descubrir a un bajista llamado Carles Benavent pero le incluyó en estimulantes grabaciones rumberas.

Pasado el temporal, las pruebas de sonido se reducen al mínimo, las sillas se vuelven a desinfectar y comienza el concierto con The Teachers Band que hacen una versión estimulante de “Night in Tunisia” de Dizzy Gillespie. El trío que ha titulado “flamenco leaks” su última grabación comienza por unas bulerías en las que mezclan “La leyenda del tiempo” con Chick Corea y otras melodías. Jorge Pardo ejerce de palmero cuando Carles Benavent le arranca los quejios a su bajo que durante décadas se sentó a la derecha de Paco de Lucía mientras la afición se dividía en dos: ¡que se calle la guitarra china! le gritaban. Benavent tiene un sonido que no ha dejado de crecer y que no se parece a nadie en el mundo mundial por mucho que nos empeñemos. Estrena una composición dedicada a Madrid, ha incorporado un pedal que le añade un colchón de sonido extra después vuelven a reencontrarse y el juego de las improvisaciones hace que tenga sentido el flamenco y el jazz.

Tino destapa las tablas y logra una afinación aceptable en segundos, la percusión procedente de la India es muy sensible a los cambios de temperatura. El percusionista se ha pasado los meses de parón ejercitando la mente y los dedos en los endiablados ritmos asiáticos, luego en la batería conjuga el arte de la sencillez con la compleja cadencia de la soleá que interpreta Jorge Pardo con el saxo tenor primero y con la flauta más tarde.

Jorge Pardo acaba de recibir el premio donostia del Festival de jazz de San Sebastián (compartido con Chano Domínguez e Iñaki Salvador). Ha multiplicado sus experiencias y grupos en los últimos años hasta ser reconocido como uno de los titanes del jazz y el flamenco en cualquier lugar del universo. Ha sido la referencia para ambos estilos musicales y una bendición para varias generaciones de músicos. En mitad de su solo de flauta se oye un grito de un espontáneo, da la impresión que el silencio siguiente sirve para evaluar si el grito está “entonao” o qué, deduce que lleva varias copas de más y sigue a lo suyo. En estos días está concluyendo el montaje del documental “Trance” y Jorge relata con pena la cantidad de músicas y músicos que se han quedado fuera del montaje final.

El trío se despide con una composición flamenca que me suena más a Duquende que a Camarón. Hay que reconocer el valor de este grupo capaz de desafiar ventoleras y la calamidad que nos acosa para hacernos sentir un poco más sabios y felices gracias a un concierto a orillas de un barranco en Cuenca. Al día siguiente celebran el concierto 500 en el Aku Aku de Mojacar, un lugar donde la música es tan legendaria como las paellas.

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