Entrevista a Belén Maya, primer plato fuerte del Ciutat Flamenco de Barcelona

Belén Maya

Belén Maya

Entrevista: Silvia Cruz

Belén Maya se presenta esta noche en el Ciutat Flamenco de Barcelona con Los Invitados.

“Yo no tengo el compás de soleá metido en la célula”

Lo hace en un teatro, el Mercat de les Flors, el que se siente comprendida y querida porque siempre ha dado cabida a sus propuestas. “Aquí hay un público que me encanta, una parte entendido en flamenco, otra en contemporáneo y esa mezcla para mi es estupenda.” La obra que pone en escena la estrenó en Jerez en 2014 y le valió el Premio de la Crítica. Después, la ha paseado por el mundo, en formato grande y en el pequeño pero siempre tirando de artistas con los que se siente a gusto. “Son cantaores que admiro, ellos son mis invitados.” Con esta obra, Belén confiesa que acaba un ciclo y lo cuenta con detalle, sin tapujos. “No sólo cumplo 30 años bailando, también me he divorciado después de años de matrimonio y por eso siento que todo acaba para empezar de nuevo.” En su baile dice que ha notado cambios: “Estoy más introspectiva, me centro en cosas pequeñas, en detalles, más que en montar espectáculos basados en grandes ideas. Mi cuerpo y mis inquietudes son distintas y se nota en mi baile.”

Foto: Antonio Acedo

Belén es hija de dos bailaores: Carmen Mora y Mario Maya pero no empezó a bailar hasta cumplidos los 18. “Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 5. Me crié con mi madre y ella no quería que entrara en este mundo flamenco. Sí quería que leyera, que fuera al teatro y que escuchara música clásica. Pero no hubiese querido que bailara, no le gustaba ese mundo, estaba quemada.” Cuando tenía 14 años, su madre murió en un accidente de coche y de alguna manera, la buscó en el baile. Fue casi de casualidad, pero poco a poco entró en esa parte suya que desconocía. “Empecé como una guiri, con clases de palillos, ballet… me vine a Sevilla y me puse a trabajar con mi padre. ‘¿Qué hago contigo?’, me decía. Pero estudié mucho, me metí mucha caña y en tres años iba de solista.” Esos inicios tardíos para una disciplina donde los artistas suelen empezar siendo muy niños, hacen que Belén diga cosas como ésta: “Yo no tengo el compás de soleá metido en la célula. Lo noto, no puedo negarlo. No está en mi porque es algo que he aprendido muy tarde.”

De lo tradicional al experimento y viceversa

En “Los invitados”, Belén presenta una propuesta de flamenco tradicional donde prima el cante. Pero ella suele comerse los bordes del flamenco cuando siente que tiene que hacerlo. “No soy contemporánea, no puedo decir que lo sea porque conozco el trabajo de otros que lo son y me da mucho respeto. Yo sólo añado cosas distintas, experimento”, explica esta bailaora que dice sentirse muy a gusto cambiando de tono, de palo y de estilo. Una prueba clara es su último trabajo con Niño de Elche, “Ya!”, en el que aparece en bragas y sujetador durante casi todo el show. Y dice que no lo hace por moderna, sino porque así lo pedía la obra. Esos cambios de registro la alimentan. “Me dan fuerza, me motivan, hacen que no me aburra. Me pasa en el baile como en la vida: debo beber de muchas fuentes, abrir muchos campos para refrescarme, para regenerarme.” En su forma de hablar se nota el trasvase de contenidos de su obra a su vida y viceversa. “Para mi no hay diferencia entre la artista y la persona. Una se protege, es normal, pero cuando me subo al escenario sigo siendo Belén aunque disfrazada de bailaora.”

En referencia a su carrera dice sentirse agradecida por tener trabajo y estar bien considerada dentro de la profesión. La pega la pone en el mismo lugar que muchos de sus compañeros: en la diferencia entre como los tratan fuera y dentro de España. “No entiendo que haya tantos centros culturales sin actividad, tantos locales vacíos y que las instituciones pongan tantos problemas para cederlos a los artistas”, cuenta Belén que enumera las facilidades que ponen en países extranjeros para tener artistas en residencia, figura que en España escasea desde siempre. 

Foto: Jean Louis Duzert 

Fin de ciclo sin fecha de salida

Belén no sabe todavía cuando será la última función de “Los invitados”, una obra que considera como un final vital y artístico. Pero la está disfrutando. En el montaje y las cosas que se cantan y bailan en “Los invitados” hay homenajes. Uno es el que le hace a su madre, un detalle sutil, pequeño pero muy intenso. “Creo que sólo lo percibo yo, pero es lo que importa. No quería hacer nada grandilocuente, sólo una chispita par recordarla porque ella no era tan famosa como mi padre y tenía ganas de darle su espacio.” 

Al preguntarle que tiene ella de Carmen Mora es la única vez que se para a pensar un poco la respuesta. “Me emociona ver lo que me parezco a ella físicamente. Ella era una mujer grande y yo pequeña, pero a veces me veo mover la cabeza tal como lo hacía ella a pesar de que nunca la vi en el escenario”, dice con su juvenil voz en un tono emocionado. Asegura que de lo que sí se apropió conscientemente fue de su faceta de actriz: “Hay cierto dramatismo cuando interpreto que es de mi madre, no lo aprendí directamente pero lo he integrado porque creo que una bailaora debe interpretar, y cada cante precisa un gesto y una expresión distintas.” 

De su padre tiene más claro lo que queda: “Cuando miro de mala hostia me parezco a mi padre, que tenía una mirada muy especial bailando. También es verdad que, objetivamente, físicamente me parezco más a él que a mi madre”, dice Belén. En relación a la carrera del gran Mario Maya, reivindica su figura como un trabajador constante y preciso. “Aprendí de él a tener respeto por el escenario y por los ensayos, algo en lo que él era muy estricto en un tiempo en el que eso no estaba de moda y parecía que improvisar lo era todo en el flamenco. Ese fue el motivo de que muchos dijeran de él que era más un bailarín que un bailaor. En fin, esas tonterías que hay en lo nuestro.” 

Belén ríe con facilidad, habla de corrido, se dice lectora voraz y se siente agradecida con la vida. Esta noche compartirá mesa de nuevo con las potentes voces de Gema Caballero, Tomás de Perrate, José Valencia y José Anillo, invitados de una anfitriona que tiene mucho que celebrar. 


Belén Maya – Los invitados

 

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