‘La materia’ regresa a los Teatros del Canal con la sala llena para continuar su viaje hacia los orígenes de la guitarra flamenca
Hay madera sobre el escenario. Madera que suena bajo las manos de Olga Pericet (Córdoba, 1975) como si guardara memoria de todos los palos que alguna vez la habitaron. La bailaora la toca, la interroga, la recorre con una curiosidad que es casi tacto arqueológico. Antes de ser guitarra, antes de ser flamenco, está la materia: el árbol talado, la veta expuesta, el silencio previo al primer rasgueo.
La materia regresó este jueves a los Teatros del Canal con el aforo completo, confirmando el acierto de Antonio Benamargo al rescatar para Suma Flamenca espectáculos que apenas rozaron Madrid en su primera visita. La festivalización de las programaciones es la causa: sólo pueden verse las obras un par de noches a lo sumo (estupenda excepción la que ahora plantea el Centro de Danza Matadero). Que la reposición es una estrategia acertada lo confirma que el aforo estuviese lleno el jueves.
Esta obra es el segundo capítulo de la trilogía que Pericet dedica a las guitarras del luthier almeriense Antonio de Torres, y representa un giro hacia la penumbra respecto a La Leona. Si en aquella primera entrega la bailaora miraba el instrumento desde fuera, en esta se adentra en sus entrañas: la madera, el olor, el sonido y, sobre todo, el silencio. Es un espectáculo de interiores, de introspección, donde la luz se retira para dejar espacio a la escucha.
La obra comienza con la materia prima. Pericet toca la madera, la hace resonar bajo sus manos, la recorre con una curiosidad, la baila como si fuera ella misma un instrumento en construcción. A su lado, Daniel Abreu —el otro Premio Nacional de Danza en escena— se presenta con la plasticidad que le es propia: sus pasos nacen de otra gramática corporal. Su presencia podría resultar extraña en un territorio tan codificado como el flamenco, pero Abreu no viene a imitar ni a someterse. Viene a dialogar. Sus manos se sacuden y giran, sus brazos trazan círculos en el aire, sus pies pisan la tierra con la firmeza que exige el compás. No hay cliché en su propuesta, sino un encuentro inteligente entre dos lenguajes dancísticos puestos al servicio de un objetivo común.
Después, la guitarra es ella. Abreu la recorre, dialoga con su cuerpo como si afinara las cuerdas de un instrumento vivo. Pericet responde. Su baile es preciso, sobrio, casi quirúrgico. Se contagia en momentos de la plasticidad de Abreu, pero va creciendo en flamencura conforme avanza la función. La soleá que baila con el mástil de una guitarra clavado en su espalda —sobresaliendo como una peineta monumental— es profunda y austera, un ejercicio de contención que resume el tono general de la obra: sonidos envolventes, oscuridad deliberada, silencios habitados.
Un gran mantón blanco se convierte en territorio para el diálogo. Bajo sus pliegues, los bailarines trazan una petenera que es encuentro y despedida, promesa y ausencia. La tela se transforma en mapa, en refugio, en frontera difusa entre dos cuerpos que buscan su propio idioma común.
Pero es en la bulería final donde La materia alcanza su momento más luminoso. La escena se puebla de pies de micro que funcionan como obstáculos y compañeros de viaje. Pericet los esquiva, se quiebra entre ellos, los convierte en cómplices de una coreografía que la hace volar y romper esa frialdad de la que a veces se le acusa. Las luces estroboscópicas fragmentan el movimiento en destellos, y la bailaora se permite jugar, se suelta, se resuelve en una cadencia que es puro instinto. Es ahí, en esa libertad reconquistada, donde el espectáculo respira con mayor intensidad.
Los tres músicos —José Manuel León a la guitarra, Juanfe Pérez al bajo y Javier Rabadán a la percusión— son virtuosos generosos que encuentran espacio para el lucimiento sin romper el equilibrio de una propuesta construida también desde el silencio y los sonidos ambientales. León protagoniza un solo de guitarra que funciona como bisagra entre dos atmósferas, recordando que el instrumento es siempre el eje invisible de este viaje.
El público mantuvo un silencio respetuoso durante toda la función, sólo roto por los aplausos certeros en los momentos de mayor intensidad y una ovación final que confirmó la vigencia de un trabajo que, lejos de agotarse en su primera visita, gana profundidad con cada nueva mirada.
Fotografías & vídeo: @Manjavacas.flamenco
Ficha artística
La materia, Olga Pericet
Sala Verde, Teatros del Canal, Madrid
16 de octubre de 2025
Baile: Olga Pericet
Guitarra: José Manuel León
Bajo: Juanfe Pérez
Percusión: Javier Rabadán
Daniel Abreu: Artista invitado
Olga Pericet: dirección artística e idea original, cocreación y coreografía, dirección musical
Daniel Abreu: cocreación, coreografía y baile, dirección escénica
Alfredo Díez: diseño de iluminación
Ángel Olalla y Curro Ureba: diseño de sonido
Alain Scherer: imagen y fotografía
José Manuel León y Juanfe Pérez: música original y arreglos
Miquel Santín, producción ejecutiva
Peineta Producciones, distribución
