XVI Bienal de Flamenco. 'VAIVENES' Javier Barón / 'A TIEMPO' La Tremendita / Rocío Molina

Resumen: XVI Bienal de Flamenco. 'VAIVENES' Javier Barón / 'A TIEMPO' La Tremendita / Rocío Molina

XVI BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
“VAIVENES” Javier Barón
“A TIEMPO” La Tremendita / Rocío Molina

Lunes, 4 de octubre 2010

 


Fotografías: Luis Castilla/ Bienal de Flamenco

Especial XVI Bienal de Flamenco 2010. Toda la información. Programación, reseñas, fotos…

“VAIVENES” Javier Barón
Teatro Lope de Vega. 21h

Texto: Estela Zatania

Baile: Javier Barón, Carmelilla Montoya, Ana Morales, David Pérez, Antonio Molina “El Choro”. Cante: Miguel Ortega, José Valencia, David Palomar. Guitarra: Javier Patino, Rafael Rodríguez. Tres cubano: Raúl Rodríguez. Violín: Alexis Lefévre. Percusión: José Carrasco. Dirección artística: Javier Barón.

Bendita crisis económica.  O al menos deduzco que algunas obras menos rebuscadas que estamos viendo este año de figuras importantes son el resultado de la limitación de recursos.

Javier Barón es uno de los grandes del baile flamenco de nuestra época.  Discreto y serio, a veces no se le concede la debida importancia a pesar de ser Premio Nacional de Danza 2008.  El caso es que cuando otros no saben qué hacer sin grandes presupuestos a su disposición, este bailaor no tiene más que ponerse de pie, alzar los brazos (poco, lo justito) y moverse a los compases del flamenco.  No es que “Vaivenes”, la obra estrenada anoche en el Teatro Lope de Vega dentro de la Bienal de Flamenco de Sevilla, sea un trabajo hecho de cualquier manera.  Todo lo contrario.  Hay excelente cante y guitarra, ideas novedosas bien realizadas, inteligencia, buena iluminación y escenografía, detalles inesperados y bien logrados.  Lo que el flamenco siempre ha debido ser (en mi opinión): el ahondamiento en lo que ha habido y hay para construir sobre seguro.  Entre lo folklórico, por definición inamovible, y lo experimental, casi siempre efímero, existe este género monumental del que artistas como Javier Barón sacan tan excelente provecho.

Y fin de discurso, porque lo que más interesa es esta nueva creación del bailaor alcalareño.  Todo empieza por un fin de fiesta a la vieja usanza que sirve para declarar que lo que vamos a ver es flamenco de toda la vida, pero de otra manera.  Capitaneando una tripulación que incluye a los cantaores José Valencia, Miguel Ortega y David Palomar, y las guitarras de Rafael Rodríguez y Javier Patino, el viaje de Barón tenía todas las posibilidades de llegar con éxito al territorio más flamenco.

El pretexto no molesta.  Alcalá de Guadaíra, pueblo famoso por su pan y sus soleares, el río, la comarca de Morón y Alcalá con el sabor específico de interior de su flamenco autóctono – todo esto alimenta la imaginación y creatividad de Javier Barón.  Con una base tan firme, puedes meter el violín de Alexis Lefévre y el tres cubano de Raúl Rodríguez, forofo vitalicio del sonido Morón, y todo te huele intensamente al flamenco más creíble.  Palomar recuerda un texto del Poeta de Alcalá (natural de Morón) como declamador de la época, canta, baila y adapta perfectamente su desenfadada gaditanería a la causa. 

Hay audiovisuales brevísimos y fugaces – pudieron haberse desarrollado un poquito más – con fragmentos de película de Barón de pequeño e imágenes del paisaje árido.  La bailaora Carmelilla Montoya, otro acierto, recuerda el auge de la Familia Montoya y es aprovechada para cantar; se está poniendo de moda el polifacetismo: en lo que llevamos de Bienal, Farruquito cantó y tocó la guitarra en su obra, y cantaores Miguel Ortega, Arcángel o Juan José Amador tocaron la guitarra en otras.

Un cuerpo de baile que incluye a jóvenes en ascendencia como Ana Morales, David Pérez y Antonio Molina “Choro” también enriquece, Raúl Rodríguez es una delicia por guajira con su tres y sus andares, Rafael Rodríguez comete sus habituales travesuras a la guitarra y recuerda el toque de Diego del Gastor, toda la compañía se disfraza de panaderos para un tanguillo de comparsa, farruca a violín y tres, instrumentos que dan cierto aire medio europeo (?), siguiriya y también seguidilla, saeta, alegrías, bulerías…riqueza flamenca con pocos baches.

Pero todo queda eclipsado por Javier Barón.  Por soleá, “baronil”, comedido y elegante, diciendo más con menos y dignificando el oficio en cada instante.

 

“A TIEMPO” La Tremendita. Artista invitada: Rocío Molina
Teatro Central. 23h

Texto: Estela Zatania

Cante: Rosario Tremendita. Guitarr: Salvador Gutiérrez, Antonio Rey. Trompeta: Raynald Colom. Piano: José Reinoso. Contrabajo: Jordi Gaspar. Batería: Roger Blavia. Percusión: Paquito González. Palmas: El Oruco, Bobote. Artista invitada: Rocío Molina. Coros: El Tremendito, Naike Ponce, Gema Caballero. 

Rosario “la Tremendita” por soleá de Triana a palo seco.  Así empieza este espectáculo titulado “A tiempo”, igual que la reciente grabación de esta joven cantaora trianera.  La Bienal se está convirtiendo en un centro comercial para la presentación de nuevos productos; promoción remunerada.  Me gustaría más que los cantaores llegasen y cantasen sin más – por un solo instante imaginaros a Manuel Agujeta diciendo “…y ahora, un temita de mi nuevo album…” – vale, es una imagen ridícula, pero sirva de contraste.

Como podéis apreciar, el recital de la Tremendita me ha dejado en plan quejica.  Lo que empezó como un recital de cante con tintes contemporáneos francamente agradables, quedó en una sesión de canciones jazzificadas, mucha trompeta, solos de batería, etc…  Nuevamente han aprovechado mi descontrolada obsesión al flamenco para colocarme mercancía ajena, y la reacción del público (efusiva para el cante, educaíta para lo demás) indica que no fui la única. 

Por el camino había cosas interesantes, no cabe duda.  Granaína y media muy aptas para la tesitura y decir de Tremendita, el polo por compás abandolao con el lamento de voces armonizadas, una milonga dulce dulce….y Rocío… Rocío Molina.  La bailaora malagueña vino a soltar todo el genio y dimensión de su baile que hace tan sólo unos días se empeñó en negarnos.  De terciopelo rojo, de perfil, cara a cara con la cantaora, por bulerías a palo seco, y fue morirse, subir al cielo y volver a nacer… varias veces.  Vaya derroche de flamencura y arte, y vaya comunicación entre las dos.

A partir de entonces íbamos entrando poco a poco en fase piano bar.  Tremendita, vestida de dandi con frac de raso azul claro y bastón, da las buenas noches y la energía flamenca se escapa como aire de un globo pinchado a pesar de los mejores esfuerzos de las excelentes guitarras de Salvador Gutiérrez y Antonio Rey.


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