XVI Bienal de Flamenco 'Sonerias' Farruquito / 'Aires de levante' Rocío Segura

Resumen: XVI Bienal de Flamenco 'Sonerias' Farruquito / 'Aires de levante' Rocío Segura

XVI BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
“SONERÍAS” – Farruquito
“Aires de Levante ” Rocío Segura

Martes, 21 de Septiembre 2010

 


Fotografías: Luis Castilla / Bienal de Flamenco

Especial XVI Bienal de Flamenco 2010. Toda la información. Programación, reseñas, fotos…

“SONERÍAS” Farruquito
Teatro de la Maestranza 20.30 h

Texto: Estela Zatania

Baile, música, letras, coreografía, y dirección: Juan Manuel Fernández Montoya “Farruquito”.  Baile: Irene Bassin la Sentío, Salomé Ramírez, Gema Moneo, Saray Cortés.  Cante: Pedro Heredia el Granaíno, Antonio Zúñiga, Mara Rey, Fabiola Pérez. Guitarra: Antonio Rey, Román Vicente. Piano: Jalme Calabuig “Jumitus”. Bajo: Alaín Pérez. Percusión: Isidro Suárez, Antonio Moreno “Pollito”.Artista invitado: Moncho.

En la oscuridad de un teatro, sola y distraída, te vienen pensamientos.  En este caso, casi infantiles.  Farruquito como Sansón cuando Dalila le corta la cabellera.  Farruquito como el hombrecillo detrás de la cortina al final del Mago de Oz.  Son imágenes que parecían representar la desganada actuación del sevillano bailaor anoche en su nueva obra “Sonerías”.  No había la habitual carga eléctrica ni la extraña magia a la que nos tiene acostumbrados, sino una obra pobre y decepcionante para la que escribe.

No había pureza dicen algunos.  No sé, no creo que sea un término apto para el producto de la casa.  Esa forma de bailar prácticamente fue un invento del abuelo; pureza de intención en todo caso.  Pero algo real, impactante, poderoso, elocuente y extremadamente flamenco que no hizo acto de presencia a lo largo de más de hora y media fue el protagonista que más brillaba por su ausencia.  Farruquito nos ha vuelto corriente.

 

Problema número uno: una obra flojita, malamente realizada en casi todos los sentidos, con un hilo argumental absolutamente tópico.  Abanicos, rumbitas, superficialidades.  Pan de guiris. 

Problema número dos: Farruquito, que sigue siendo, ojo, el mejor y más espectacular bailaor de la actualidad, apenas bailó.  Cuatro pellizcos, con el empaque de siempre pero breves e inconexos, no llenaron ni la picaura de la muela.  Justamente cuando pensabas “ahora sí que va a bailar”, realizaría alguna cosita y a retirarse a una de las mesas o a la barra del imaginario local caribeño que fue la puesta en escena.

Problema número tres:  Un cuerpo de baile femenino que se podría describir como Farruquitas clónicas poco ensayadas.

Problema número cuatro:  Poco cante, y una imperdonable sobrecarga de bolero y música ajena al flamenco, no fusionada sino en su propia “pureza”, poco apta para aficionados al género flamenco en una Bienal de Flamenco de Sevilla.

De alguna manera “Sonerías” se siente como una cínica declaración de “¿fusión queréis?..¡toma fusión!”  No estorba cuando Farruquito toca la guitarra o canta, pero son momentos que se pudieron haber aprovechado mejor y que quedaron tan vacíos como el resto de la obra.

Mucho compás de cuatro por cuatro, y poca amalgama, el vehículo que mejor transporta el genio farruquero.  Mucho relleno.  Poco rigor y disciplina, algo que quizás tenemos excesiva costumbre de tolerar en otras compañías, pero jamás perdonaremos en esta.

Fue palpable la frustración de un público que había acudido a por su habitual dosis de flamencura racial, y que ha estado a dos milímetros de abuchear.  Algún silbido y grito de “¡Vamos a bailar ya, hijo!” sí que hubo, pero el peso del personaje y la esperanza de hubiera algo sustancioso impidieron que se perdieran las formas. 

Poner el singular talento de Farruquito al servicio de un espectáculo como este, es como contratar a Plácido Domingo para cantar la lotería de navidad.  La imagen de Juan Manuel Fernández Montoya “Farruquito” animando al público de la Maestranza a hacer palmas en uno de los números, cual showman de Las Vegas, es el indecoroso recuerdo que me llevo de este despropósito.  ¿Qué hubiera dicho el abuelo de semejante falta de dignidad?

“AIRES DE LEVANTE” – Rocío Segura
Teatro Alameda 23.00 h

Texto: Estela Zatania

En el humilde Teatro Alameda, donde se están dando cita jóvenes promesas semi desconocidos, fue la noche de Almería, o mejor dicho, de una cantaora almeriense: Rocío Segura.

Es difícil de comprender cómo diez años después de ganar la Lámpara Minera del Festival de La Unión, esta mujer se haya prodigado tan poco y venga a la Bienal de Sevilla en plan de darse a conocer.  O habla mal del premio en general, o de la misma cantaora, o de un sistema que favorece a las grandes figuras, y tiene poco sitio para los artistas de menos nivel que tienen algo que aportar y enriquecer.

Vestida flamencamente de rojo con grandes lunares blancos, empezó por soleá, nerviosa y con la garganta cerrada.  Busca sin tregua el sonido Estrella Morente, y resulta gritona precisamente en algunos estilos de la campiña normalmente cantados en un registro bajo.  Con malagueña del Mellizo con abandolao y luego, alegrías, la señora va encontrándose y tranquilizándose

Antonio Patrocinio Hijo y especialmente Manuel Herrera a la guitarra ofrecen un acompañamiento excelente con algunos detalles simpáticos como la veloz alternancia de picado (parecido a lo que hace Paco con una segunda guitarra).  Por cante minero, por fin la voz de Rocío Segura se siente más…segura, y nuevamente nos lleva al abandolao para rematar.  Sigue empeñada en encontrar el secreto de los gorgoritos de Estrella, y hasta imita el lenguaje corporal de ésta.

El recital decae con un solo de guitarra de poco interés, y la introducción de un teclado (Juan Antonio Sánchez) para que Rocío luzca sus dotes de tonadillera pasadas por flamenco.


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