La clase magistral de Alfonso Losa

Alfonso Losa - Flamenco: Espacio creativo - Suma Flamenca - foto: Pablo Lorente

Alfonso Losa - Flamenco: Espacio creativo - Suma Flamenca - foto: Pablo Lorente

S. A. Ruiz

24 de octubre. ALFOSO LOSA. Flamenco: [espacio creativo]. Estévez & Paños, dirección artística y coreografía;  Alfonso Losa, baile y coreografía; Sandra Carrasco (artista invitada), cante; Concha Jareño (artista invitada), baile; Francisco Vinuesa, dirección musical y guitarra; Ismael de la Rosa “Bolita”, cante. Festival Suma Flamenca de la Comunidad de Madrid. Teatro del Canal. Madrid.

En la Suma Flamenca, el artista madrileño puso en pie la Sala Verde de los Teatros del Canal de Madrid con una propuesta sorprendente de concepto, impecable de ejecución y con una cota emocional insuperable.

Era estreno absoluto. No había habido función previa que diera alguna pista de por dónde podría salir esta nueva criatura del bailaor, coreógrafo y maestro madrileño Alfonso Losa. Y el reto no era menor porque el artista quería buscarse y mostrarse en un registro diferente pero sin perder su esencia. No ha querido contar  con un gran despliegue técnico y escénico, sino que su gran activo ha sido el talento: el suyo y el del reducido elenco que le acompaña en esta nueva aventura.

Losa, que se formó en Conservatorio, ya nos había comentado alguna vez su inquietud por explorar más profundamente el lenguaje de la danza española, más allá del alfabeto flamenco que siempre ha articulado y dominado. Ahora ha llegado se momento y para ello ha querido ponerse en las mejores manos, las de Estévez & Paños. Se conocen desde hace muchos años gracias a ese ámbito imprescindible e impagable que es la escuela de Amor de Dios. Esa relación de amistad y admiración mutua ha sido una de la claves de este éxito. Rafael y Valeriano le han sabido llevar al lugar perfecto desde el que Losa ha podido sacar todo su potencial dancístico sin perder un ápice de esa flamencura marca de la casa.

La emoción se palpó desde el primer minuto. No hubo tregua. Losa, tremendamente elegante nos dejó boquiabiertos con una técnica impecable y un dominio escénico impresionante, haciéndose dueño y señor de un [espacio creativo] prácticamente vacío. Sin chaqueta, descubrimos la grandeza de sus brazos, sus manos y sus hombros. Sus líneas perfectas, sus movimientos, sus giros endiablados, su colocación, su equilibrio, sus estampas… Con la agilidad y el hambre de un joven de 20 años, pero con la madurez de discurso que nace de su maestría,  Losa se comía el escenario. Lo llenó todo.

Ese espacio vacío se fue inundando de emoción. A veces nos parecía ver el rastro de Gades, otras el de Mario Maya, otras al maestro Güito… Pero era él, Alfonso Losa en estado de gracia. Un estado sustentado por el enorme trabajo de Sandra Carrasco (artista invitada), Ismael de la Rosa “Bolita” y Francisco Vinuesa. Todos impresionantes. Y hay que añadir la gran aportación de Concha Jareño (también artista invitada), con un paso a dos por fandangos memorable. Todos volcaron con generosidad su talento y su corazón hacia el madrileño. Y todos disfrutaron. Se les veía felices. Y nosotros más todavía.

Uno de los aspectos que más le gusta trabajar a Alfonso Losa es la gestión de la emoción. En este caso, sabiamente dirigido por Estévez & Paños, hemos podido dejarnos arrastrar por un flujo muy bien diseñado, con diferentes momentos: desde la contención -casi imposible- hasta explosión, con sus diferentes grados intermedios. Emoción contenida en cantes a media voz… Emoción contenida en un Alfonso Losa bailándole parado al cante…. Emoción pura pero pensada, racionalizada, inteligentemente distribuida. Estaba ahí: solo hacía falta abrir más o menos la espita para dosificarla. Y ahí estaba el público para empaparse de ella. Por cierto, que entre el respetable, grandes nombres de la danza, como Nacho Duato o Antonio Najarro, y compañeros como José Maya, Manuel Liñán, Eduardo Guerrero o Pablo Martín Caminero, que pudiéramos ver.

No somos capaces de decir cuánto duró el espectáculo. Para nosotros fue  un suspiro. Como decía Mario Maya, el arte está en hacer que lo difícil parezca fácil, y llegar a las cotas de danza que vimos ayer es tarea que solo está al alcance de unos pocos. La técnica al servicio de la poética. La de anoche fue una lección magistral que deberían ver todos los alumnos de danza española y flamenca. De momento, el 24 de febrero asistiremos de nuevo a esa clase en el marco del Festival de Jerez.

Terminamos con la frase de con la que Ramón Trecet despedía su programa: “disfrutad de la belleza, que es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo”.

Fotografías / Pablo Lorente

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