Israel Fernández, El futuro, el tiempo y el espacio

Israel Fernández - Teatro Circo Price - Inverfest - foto: Paco Manzano

Israel Fernández - Teatro Circo Price - Inverfest - foto: Paco Manzano

Hay señales que indican que Israel Fernández no es un cantaor más, que se ha convertido en otra cosa. Lo hemos visto antes en docenas de conciertos en el Johnny (de jazz, de flamenco o de rock) lo vimos en los ochenta con Camarón en los conciertos del palacio de los deportes de Madrid. El primer concierto de Estopa en el Suristán. La última gira del Omega de Morente. La gira de Rosalía con el disco “Los Ángeles”…

Una multitud (grande o pequeña) se agolpa un buen rato antes en las puertas del concierto. Hay ambiente de fiesta, de acontecimiento, de “no te lo puedes perder”. Y eso nunca lo puede predecir el marketing (aunque ayuda lo suyo). Hay electricidad en el ambiente… eso fue lo que ocurrió en el Circo Price cuando la multitud aplaudió el momento en el que se apagaron las luces (y no había nada que aplaudir). Estás en el lugar y en el momento adecuados. El tiempo y el espacio. Ahora sí aparecen cuatro figuras que le arrancan con los nudillos unas bulerías a una mesa. Se desata el delirio.

-¿El delirio? ¿En el flamenco? ¿De qué estamos hablando?

Si el otro día (en el concierto de Carmen Linares) el cronista era uno de los más jóvenes, hoy soy un viejo cascarrabias (uno de los que le sacaban punta a todo en Barrio Sésamo desde un palco). La media de edad es de unos treinta años. Así que ávidos de información le preguntamos a los “jovencitos” de delante si el flamenco forma parte de su menú. “No mucho, hemos venido a ver a Israel”. Sospechamos que algunos han llegado a ver a Rosalía con Refree. Sea como fuere, gloria bendita. Aunque este público es capaz de aplaudir a Diego del Morao en mitad de una falseta. No se preocupen, aprenden rápido, en la siguiente gritan un ¡Ole con mascarilla! Y se emocionan en el sitio. También hay bajas y necesidades perentorias, los baños están llenos de un personal aliviando las cervezas y las “flamencuras”.

-Jo, tío no puedo con el pedo que llevo y estoy sentao retorcío en una esquina.

El Price es redondo y hay sillas que provocan el efecto exorcista en las cabezas. El sonido es cambiante y se barrunta complicado. Supongo que depende de dónde estás sentado, aún así la guitarra espléndida de Diego del Morao suena a ratos de fábula (y, a ratos no, por misterios de la acústica). Aún así demostró que está en un momento tan dulce (que le va durando varias décadas) que necesitamos como agua de mayo su nuevo disco.

Un día un técnico me dijo que solo hablaba del sonido cuando fallaba y esa es la clave, del sonido se habla cuando está mal. A veces, Israel canta como si le fuera a fallar el micrófono y entonces sube el volumen y el tono y parece que grita. Eso le roba matices a una voz descomunal, pena.

UN FANDANGO PARA TÍO ANTONIO

La carrera de Israel va paso a paso, tras la experiencia adolescente con Flamenco Jazz Company de Pedro Ojesto ha grabado dos discos junto a Diego del Morao que sólo tienen un fallo, les faltan composiciones. Israel canta maravillosamente lo que otros han cantado (La Niña de los Peines, Pepe Pinto, Pablo Milanés o Juan Antonio Salazar) y siempre le añade algo de la cosecha personal. Se esfuerza por salirse del repertorio de las letras más evidentes, sea en las tarantas o en las guajiras. En el momento que grabe la canción que está esperando el público que está a sus pies, le subirán a los altares. Quizás está evitando ese momento y por eso toca el piano tal y como nos mostró hace unos meses en la Suma Flamenca.

También nos enseñó su faceta rebelde y/o experimental. Israel se puso una chaqueta brillante (como de lentejuelas) después del solo de Diego del Morao y sobre un pregrabado orquestal con remix de techno de otras épocas (poner una orquesta, como de copla, en la ruta del bakalao resulta de un anacronismo casi conceptual, osea el horror). Aplaudimos el gesto por encima de los resultados. Tras unas bulerías de lujo con Ané Carrasco, Marcos Carpio y Pirulo. Israel se puso serio para dedicarle unos fandangos al recientemente fallecido Antonio El Rubio, al que le produjo el disco de su vida grabado a los 90 años. Ahí tenemos al cantaor con mayores facultades de los últimos tiempos cuya mejor referencia es un abuelo que conservaba el sabor y el aroma del cante. Hay futuro.

ISRAEL FERNÁNDEZ & DIEGO DEL MORAO. Circo Price. Madrid. Festival Inverfest. Israel Fernández cante y piano. Diego del Morao, guitarra. Marcos Carpio, palmas. Pirulo, palmas. Ané Carrasco, percusión.

Fotografías: Paco Manzano

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