Festival de Flamenco de Nimes – “Familias Gitanas” & Miguel Ortega

Familias Gitanas - foto: Jean Louis Duzert

Familias Gitanas - foto: Jean Louis Duzert

Texto: Estela Zatania
Fotos: Jean Louis Duzert

Viernes, 24 de enero, 2015. Nimes (Francia)

Festival de Nimes – Programación

LA MAYORÍA DE EDAD DEL FLAMENCO FRANCÉS

1ª Parte: Cante-Cristo Cortés, Juan Cortés, Emilio Cortés Jesús de la Manuela. Guitarra-Antón Fernández, Antonio Cortés. 2ª Parte: Cante-Tony Fernández, Juan Gómez (el de Alpujarra). Guitarra-Pepe Fernández, Manuel Gómez. Cajón y palmas-Juan Luis Fernández. 3ª Parte: Cante-Paco Santiago, Juanito Santiago, José Santiago “de la Negreta”, Bastián Santiago. Guitarra-José Boleco, Luis Gómez. Cante y cajón-Pedro el Misto. Colaboración artística-Pepe Linares.

Aire y compás para parar varios trenes

El viernes en el Festival de Flamenco de Nimes, había programa doble.  A las seis de la tarde, en el Institut Emmanuel d'Alzón, Miguel Ortega de Los Palacios (Sevilla), dio un recital acústico de cante con la guitarra acompañante de Salvador Gutiérrez.  Este cantaor, poseedor de la Lámpara Minera (2010), además de otros premios importantes, es uno de los más largos y experimentados de su generación de menos de cuarenta años.  Fiel al cante más clásico, también tiene personalidad propia.  Alegrías, malagueñas de la Trini y del Mellizo, un surtido diverso por soleá, siguiriyas, tientos tangos, bulerías y su famosa interpretación de los fandangos de Paco Toronjo provocaron un largo y sentido aplauso, más que merecido.

En las afueras de Nimes, en la sala Paloma, un gran espacio dedicado a la música contemporánea o experimental, a las ocho de la tarde asistimos a un happening flamenco de proporciones mayores.  Unos veinte artistas franceses con una maraña de raíces, segunda o tercera generación de inmigrantes con enlaces con Argelia pasando por Almería en algunos casos, personas que se identifican plenamente con el flamenco como una forma de vida, que no sueñan, como otros “guiris”, con hacer cursillos en España, porque tienen su propio ecosistema de lo jondo, sin miramientos ni complejos de ninguna clase.

El concepto del flamenco francés que tenemos o teníamos la mayoría, se reduce al recuerdo de los años sesenta, y el guitarrista Manitas de Plata (Ricardo Baliardo, 1921-2014), del sur de Francia como los artistas que vimos anoche, figura de culto avalada en su día por Pablo Picasso o Brigitte Bardot, pero que sufrió el ninguneo de la comunidad flamenca debido a su compás impreciso.  Ignoro si puede haber cualquier lazo familiar entre Manitas y los artistas que actuaron anoche, pero doy fe de que estos flamencos franceses no tienen ningún problema rítmico, y respiran el compás igual que en Sevilla, Jerez, Granada o Cádiz.

Divididos en tres grupos de intérpretes con lazos familiares compartidos, y encabezados informalmente por Cristo Cortés, Tony Fernández y Paco Santiago, estos hombres, jóvenes y mayores, ninguna mujer, no anhelan grabar con una discográfica multinacional, ni mandan propuestas de obras elaboradas, ni siquiera participan en los festivales destacados de España.  Son autosuficientes, y esto les da la libertad de interpretar el flamenco a su manera.  Una manera quizás un pelín retro, pero en el mejor sentido.  Las voces son camaroneras en mayor o menor grado, y las guitarras suenan a Paco, como es natural en el año 2015, pero también recuerdan al toque granadino de Habichuela o Marote, especialmente cuando tocan por arriba.

 

Hemos disfrutado con sus fandangos personales, siguiriyas, tientos, cante minero, fandango de Huelva y soleá con mucho paladar, pero especialmente, y por encima de todo, las bulerías.  Pero bulerías con empaque, a borbotones, rezumando vida e intensidad, aire y compás para parar varios trenes.  Recuerdo con cierta nostalgia cuando las bulerías sonaban así en España.  La nueva generación de guitarristas ha optado por un sonido más relajado y contemporáneo, su música está domesticada y depurada.  Estos franceses no quieren reinventar el flamenco ni “evolucionarlo”…están demasiado ocupados viviéndolo como medio de expresión.

Una larga serie de “pataítas” originales y un número guasón, “Somos gitanos americanos”, en la línea irreverente de Diego Carrasco, nos convierte a todos en creyentes a partir de ya.


Salir de la versión móvil