Se canta como se vive

Ezequiel Benitez - Dukkha - Bienal de Málaga

Ezequiel Benitez - Dukkha - Bienal de Málaga

El flamenco clásico aparece en la Bienal de Málaga de la mano de Ezequiel Benítez

Hace poco que usamos el término flamenco clásico para referirnos a un tipo de cante que en otro tiempo fue definido como “tradicional”, “jondo” o “puro”. En la música clásica se refiere a la música desarrollada entre los siglos XVI y XIX, mientras que a la compuesta (y grabada en el siglo XX) la llamamos contemporánea.

Hoy sabemos que ese flamenco clásico que -repito- nos nutre y nos apasiona, no es ni tradicional, ni puro y es tan jondo como pueda serlo el blues, el tango o la bachata. Y sin embargo parece que es llegar al flamenco y tener que elegir bando. Me dijeron: cuidado con los “mairenistas” pero al primero que conocí, Alfredo Grimaldos, fue un compañero generoso y cabal en el diario El Mundo, era exigente con los artistas y con su profesión. Era muy sincero con sus gustos, no le gustaba ni el nuevo flamenco ni el “Omega” y le parecía que regalábamos estrellas y adjetivos calificativos a los nuevos héroes del flamenco sin criterio. En eso se equivocaba, nosotros comparábamos a Ray Heredia y a Ketama con las estrellas del momento de la música pop, nunca les igualamos con los del flamenco clásico, ni siquiera con sus padres o abuelos.

LO QUE TIENE EZEQUIEL

Los que vivimos la diversidad del flamenco como una bendición también podemos caer en la trampa de considerar que los flamencos que cultivan el arte clásico no quieren, o no pueden, evolucionar. Desde la acera de la ortodoxia se tiende a considerar que, alterados por moderneces y heterodoxias, no somos capaces de apreciar a los artistas que valoran la tradición por encima de todas las cosas.

Con esas perspectivas te sientas para escuchar el nuevo espectáculo de Ezequiel Benítez (un cantaor clásico, la guitarra de Paco León y una sección de compás sinfónico, cuatro palmeros y un cajón) cuando comienza con una composición propia que podemos considerar en la onda creativa de Diego Carrasco. Ambos son del barrio de Santiago, ambos han crecido jugando por bulerías, mientras Diego se ha puesto el universo por montera, Ezequiel, 25 años más joven, parece que se lo ha comido.

Benítez sabe que las letras clásicas no caen de los árboles, que no hay un frutal que se llame “sabiduría popular” y que si se sigue cantando lo de siempre y de la misma manera, pues el flamenco le gustará a los de siempre. Por eso hay gente que ve llegar al batallón de “Rosalías” y proclaman que el flamenco se muere.

Total que, superado el primer desconcierto, Ezequiel se puso a cantar lo que mejor sabe: flamenco clásico y le añade unas letras dulces y tiernas.Anuncia unos tientos-tangos que cuenta que son heredados de su padre fallecido durante la pandemia, luego añade que tienen aroma de zambra y la cosa se entiende cuando aparece el rastro de Manolo Caracol.

Luego se sincera: “Uno canta como vive y estos años (de pandemia) han sido duros” y cuenta que, además, ha perdido a su mejor amigo y canta la malagueña con sus trémolos característicos y hace una variación que no es la habitual que yo conozco (la de El Mellizo). Más tarde encadena soleá y seguiriyas donde expresa sus penas como otros flamencos hicieron antes que él como Manolito el de María que había sintetizado su actitud de la misma manera: “Canto porque me acuerdo de lo que he vivido”.

“No sé cómo cantaré en el futuro” dijo para dejar claro que esos cantes siempre se han construido de la misma manera cimentados en “duquelas” y ausencias, pero Ezequiel no tiene ni un carácter, ni un semblante triste; al contrario, se preocupa del público, agradece los aplausos y se muestra orgulloso de su arte. “Luego canto por bulerías o por lo que vosotros queráis” pero ya sabemos que si es por bulerías al concierto le quedan los anuncios de un telediario. Vuelve el compás y el cantaor previene que no hay que ponerse coloraos aunque cante “cositas subidas de tono”. Arrancan las bulerías y eso suena a gloria bendita y Ezequiel le canta una copla a las chicas XXL y abandona el micro para tirarse su pataita y llenar el escenario de humanidad, que voz tiene de sobra para repartir, y para matizar.

La bienal de Málaga continúa hasta el próximo 26 de mayo con un intensa programación que culmina con el ciclo de la Sgae “Flamenco eñe”.

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