Sobre el jazz flamenco y su historia

Flamenco Jazz - Historia de un amor

Flamenco Jazz - Historia de un amor

El Flamenco Jazz apenas alcanza los 40 años de existencia, así que es un género novato en cuanto a su estudio y difusión. Si a eso le sumamos que sus principales estrellas apenas han glosado sus características, ni tampoco han a redactado decálogos, ni han denunciado a los intrusos, ni han exigido una estantería en las tiendas de discos, ni un premio en los grammys, ni siquiera han asumido que forman parte de algo más grande llamado jazz latino, ni han aclarado si quieren más a papá (el jazz) o a mamá (el flamenco).

De hecho, son estos músicos del jazz flamenco los que ahora empiezan a ser aceptados entre los flamencos como flamencos y entre los jazzmen como hombres y mujeres del jazz.

Se acaba de editar el libro. “Flamenco Jazz. Historia de un amor” (Quatermass Ediciones) firmada por Carlos Aguilar y Anita Haas. Una alegría para los ojos con abundante (y valioso) material fotográfico producto de la labor de una docena de fotógrafos que han cedido sus obras. Mención especial a la reunión de carteles que completan una fabulosa sección gráfica. En el diseño prima la parte visual frente al texto. En los dos primeros capítulos dedicados al flamenco y al jazz y un texto principal que abarca desde 1930 a 2020 con tres epígrafes de títulos significativos: “Hasta que llegó Iturralde, Terminando el siglo XX y Abriendo el siglo XXI”.

Si el lector necesita completar el contexto en torno al jazz puede completar la visión con dos libros de Chema García Martínez “Del foxtrot al jazz flamenco. El jazz en España 1919-1996) (Alianza, 1996) y “Tocar la vida” (Alianza, 2019) que comienza con una cita de Manolito de María: “Canto porque me acuerdo de lo que he vivido”.

La revista “Más jazz” dedicó uno de sus números del 2020 al Flamenco Jazz y dejaba la sensación de que apenas se había conseguido obtener un retrato un tanto dislocado del fenómeno. Aviso. Esto del flamenco jazz funciona exactamente igual que el flamenco que empieza y acaba en el ombligo de cada quién (y eso no es especialmente malo). Me explico, cada cual tiene su historia y sus referentes, cada uno se ha labrado su camino y lo ha hecho sin referentes, sin biblias, sin escuelas ni modelos y nadie hasta el momento ha levantado la voz para decir: “Yo tengo la razón”.

LOS ORÍGENES

Total que tenemos el primer libro dedicado en exclusiva al jazz flamenco y eso se merece un respeto en una bibliografía huérfana de referencias. ¿Cuándo y dónde arranca el jazz flamenco?. Los autores comienzan en Nueva Orleans y alcanzan las experiencias de El Negro Aquilino y Fernando Vilches, ambos saxofonistas y estrellas muy populares durante la república (1931-1939) que llegaron a grabar con Ramón Montoya y el Niño Sabicas. Sea por la guerra o por lo que fuera los saxofonistas fueron silenciados frente al magisterio de Montoya y Sabicas.

Las siguientes experiencias remiten a los discos de Pedro Iturralde que inauguran el estilo musical en los años sesenta y que el saxofonista apenas consideró oportuno tocar en directo. Ahí es donde el foco debería situarse en Paco de Lucía, el guitarrista que tocaba en esos discos con el nombre camuflado de Paco de Algeciras por razones contractuales. Paco tampoco hablaba mucho de esos discos pero el caso es que el guitarrista se abrió a nuevas experiencias y eso provocó el milagro del nuevo estilo y además cambió la historia del flamenco.

Veamos, tenemos a Pedro (Iturralde) y a Paco (de Lucía) los dos precursores de un estilo musical que lejos de ponerse medallas huyen del episodio por razones distintas. A esas alturas Paco comenzaba a estar reconocido como uno de los grandes guitarristas del mundo mundial y comenzaba su hartura de que en España pusieran su nombre en letra pequeña, por su parte Iturralde no volvió a manifestar ningún deseo de continuar con la experiencia. Ni siquiera hablaba de ello como se puso de manifiesto en su última entrevista publicada en la mencionada revista “Más Jazz” dedicada al Jazz flamenco.

Y LLEGÓ JERRY GONZÁLEZ

Carlos Aguilar es un periodista y escritor especializado en cine y podía haber arrancado el libro cuando Fernando Trueba dijo: “¡corten! Hemos acabado” al dar por buena la toma en la que Tomasito baila con mocasines la música de Chano Domínguez en la película “Calle 54”. Lo que ocurrió después fue que se formó una juerga flamenca con Jerry González y poco más tarde Jerry se presentó en Madrid persiguiendo el duende con su trompeta, su gorra y su bolsa negra. Casi nadie sabía que Jerry era una leyenda del jazz y de la música latina, pocos imaginaban que se convertiría en apenas dos décadas en una leyenda del flamenco.

Así estamos, con un panorama fabuloso del Flamenco-jazz enterrado por la pandemia del Covid-19 y por las discusiones sobre lo que es o no es flamenco. En ese sentido me adhiero a la idea de que, en general, deberíamos distinguir entre “Flamenco clásico” y el “Flamenco contemporáneo”. Aunque después de 40 años quizá deberíamos pensar que el sexteto de Paco de Lucía ya debería de figurar en el capítulo de los clásicos.

ELOGIO DE LAS LISTAS DE DISCOS

El libro de Carlos y Anita nos trae otra gran iniciativa plausible. Las lista de 40 discos del estilo con todos y cada uno de los músicos participantes. Además de un índice onomástico, otra lista de discos complementarios y la ya mencionada sección de cartelería que, por razones obvias, está centrada en los últimos tiempos.

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