EL FLAMENCO Y EL FADO SE VEN LAS CARAS

Jornadas de la guitarra flamenca - Molino del Manto

Jornadas de la guitarra flamenca - Molino del Manto

José Manuel Gómez gufi

En 1494 España y Portugal decidieron repartirse el nuevo mundo por el tratado de Tordesillas. Ahí los dos naciones se dieron la espalda. En aquellos momentos no se sabía mucho de América, había demasiado por explorar a través del océano atlántico. Los Reyes Católicos habían expulsado a los moros (y a los judios y; a partir de 1509  a los moriscos). Sabemos que los primeros gitanos llegaron a la peninsula invitados por el rey de Aragón en 1425 y que en 1499 los reyes católicos  habían cambiado de actitud y dictaron una pragmática según la cual eliminaban todos los derechos “de peregrinos” a los gitanos y les conminaban a abandonar sus comportamientos culturales diferenciados (lengua, vestimenta y costumbres) bajo pena de “latigazos, les corten las orejas, les encadenen y les destierren”.

Total, que unos siglos más tarde surgió el Flamenco en España y el Fado en Portugal, nacieron cada uno por su lado con mucha tristeza a cuestas y guitarras distintas aunque muy parecidas. Cuentan que el origen del fado está en las colonias o,  mejor dicho en el regreso de los viajes y aventuras de allende los mares. El mismo ataque de nostalgia que alimentó a las habaneras.

Salvo excepciones, España y Portugal siguieron los años sucesivos dándose la espalda. No importa que la mecánica cuántica siga insistiendo en la familiaridad entre el flamenco y el fado.

AMÁLIA RODRíGUES Y PORRINA DE BADAJOZ

Una de las mejores conversaciones que recuerdo con el añorado Alfredo Grimaldos, consistía en un relato de las leyendas que hablaban de las visitas de Amália Rodrigues a Porrina de Badajoz a principios de los años cincuenta. La cosa es que la gran voz del fado y de Portugal viajaba en un coche americano marca Dogde Dart que tenía la particularidad de ser más ancho que las estrechas calles de la plaza alta de Badajoz donde el Marqués de Porrina ejercía su arte. Amália llegó a grabar varios singles con el reclamo de la conjunción de las palabras fado y flamenco, aquella primera aproximación suena a copla, a sueño sin resolver, a un automóvil muy grande tratando de circular por calles pequeñas.

Cuando en 1990 tuve la oportunidad de entrevistar a la gran dama de Portugal y del fado para el diario El Independiente no sabía de la misa la mitad. Me pasé de listo y ni siquiera hice la pregunta del principiante: ¿le interesa a usted el flamenco?

Amália conectaba con España gracias al disco que hizo en 1962 con el saxofonista de jazz Don Byas (habitual de la banda de Count Basie) que apareció por Barcelona en 1947 y se convirtió en uno de los maestros de un joven pianista catalán llamado Tete Montoliú. Don Byas grabó con Amalia un disco histórico que los amantes del fado aprecian porque “la voz de Amalia está en su plenitud”. Ese disco lo compré 24 horas antes de que se quemara la tienda de discos más bonita del barrio con más carisma de Lisboa: el  Chiado en el incendio del verano de 1988 que conmovió a medio mundo. Tampoco he encontrado amantes del jazz que adoren ese disco y eso me huele a chamusquina. Los ortodoxos del fado se parecen mucho a los del tango, a los del flamenco y a los creyentes en el jazz verdadero.

GRANDOLA VILA MORENA

No sé donde estaban ustedes cuando llegó la revolución de los claveles. Yo era un adolescente y estudiaba en Salamanca. Los antifascistas de la época pensaron que era inevitable que la caída de la dictadura en Portugal el 25 de abril de 1974 seguiría con la derrota de Franco y que cantar “Grandola Vila Morena” con José Afonso y Luis Pastor era el aviso de la inminente derrota de las dictaduras ibéricas. España y Portugal siguieron de espaldas con la llegada de la democracia. Aunque aparecían señales de vidas paralelas;  así en 1985 dos músicos de la nuevaola portuguesa deciden poner en marcha un proyecto paralelo con raíces portuguesas llamado Madredeus “son como el grupo madrileño Malevaje (con componentes de Gabinete Caligari y los Coyotes) pero sin tangos”. 

El FLAMENCO Y EL ADN IBÉRICO

A esas alturas la única conexión musical entre Portugal y España era sentimental. La madre de Paco de Lucía es portuguesa y eso debe ocupar su espacio en la memoria sentimental de nuestro guitarrista más universal. Mientras los científicos descubren y desarrollan un método para desentrañar nuestro ADN cultural podemos especular con las influencias flamencas en el fado y viceversa. 

También conocemos la presencia de destacados músicos portugueses en nuestra música popular, caso de Johnny Galvao que hizo sonar su guitarra eléctrica en los discos de Las Grecas entre otras producciones de José Luis de Carlos  y que hizo debutar en los estudios de grabación al gran Jorge Pardo.

“Delirios ibéricos” es el disco que grabó el grupo Ketama junto al flautista Rao Kyao en 1991 que no tuvo ni mucha difusión, ni conciertos en directo. La película documental dirigida por Carlos Saura “Fados” (2007) en la que intervienen, entre otros, Camané y Miguel Poveda. También podemos encontrar rastros flamencos en las producciones discográficas de artistas como Mariza. A reseñar el encuentro entre la actriz y cantante Maria de Medieros con Raimundo Amador. Más recientemente las colaboraciones de Joao Frade con Rycardo Moreno en su disco “A Galeano” y Joao Frade con Jorge Pardo en las sesiones del Café Berlín. Los poemas de José Saramago los escuchamos con la voz de Esperanza Fernández.

La cantante gallega Uxia puso en marcha “Cantos na maré” en 2003 un festival internacional por la lusofonía que es algo más que una mera sucesión de nombres ya que músicos de Cabo Verde, Angola, Mozambique, Portugal, Brasil y Galicia comparten canciones y ritmos. Hay muchos más ejemplos de músicos que han intercambiado experiencias musicales. Badajoz viene celebrando un festival de flamenco y Fado y una de las modalidades “tapadas” por la crítica oficial es la llamada “rumba portuguesa” que practican los gitanos de ambos lados de la frontera. La penúltima de las iniciativas llega de la mano de Paco Carvajal en la producción y el musicólogo gallego Faustino Núñez en un espectáculo conducido por  Ricardo Ribeiro  y Duquende. 

Ahora llega el I ENCUENTRO IBÉRICO DE MÚSICA HISPANO LUSA el día y 7 de octubre una forma especial de celebrar la décima edición de las JORNADAS DE LA GUITARRA ESPAÑOLA ESTRELLA GALICIA que se han venido celebrando en el Molino del Manto (Chinchón, Madrid).

Por parte portuguesa participan dos figuras imprescindibles de la escena lusa: la cantautora Luisa Sobral y el cantante de fados Camané. La participación española presenta una selección de sabiduría y talento de varias generaciones con los guitarristas Yerai Cortés, Juan Carlos Romero y Pedro Javier González; el armonicista Antonio Serrano, la cantaora Carmen Linares, la cantante Lucía Espín y el percusionista Tino Di Geraldo.

Cuando un puñado de nombres representan tanta y tan buena música… merece la pena verse las caras. 

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