XVII Festival Flamenco 'La Yerbabuena' Cristina Hoyos, Concha Vargas, Miguel Poveda…


XVII Festival Flamenco “La Yerbabuena”

Yerbabuena de Plata a Cristina Hoyos
4-5 de julio, 2008. Plaza de Atocha, Las Cabezas de San Juan (Sevilla)

 


Texto y fotos: Estela Zatania

Una delicada luna creciente viajaba lentamente por el fondo natural
del cielo andaluz detrás del escenario en la Plaza de Atocha de Las Cabezas
de San Juan la noche de viernes, 4 de julio. El magnífico Ballet Flamenco
de Andalucía había descendido sobre este tranquilo rincón de la campiña
sevillana donde el tren regional para poco, para presentar su buque insignia
“Viaje al Sur”. La directora, coreógrafa y líder espiritual de la compañía,
Cristina Hoyos, recibiría la máxima distinción del festival, la Yerbabuena
de plata.

“Viaje al Sur” es una admirable muestra de lo hermoso, vistoso y expresivo
del baile flamenco en compañía cuando es plasmado por una gran profesional
como Cristina Hoyos. Unos veinte minutos de la obra original tuvieron
que ser cortados por motivos logísticos, pero no se han notado costuras
ni baches. Formas tradicionales del flamenco como guajira, alegrías, siguiriyas
o bulerías se sirven de elementos teatrales inteligentemente aplicados,
sin reivindicaciones confusas, con un bellísimo vestuario y coreografías
clásicas pero frescas. El formato grande, tan popular actualmente, por
definición costoso, y que tan a menudo decepciona, aquí encuentra su mejor
justificación.

Angelita Vargas
Concha Vargas

Al final de la representación, Hoyos recibió el galardón del festival
y varios obsequios, y se emocionó con la presencia sorpresa de su legendaria
maestra, Adelita Domínguez, la que ha preparado a tantas figuras sevillanas,
desde Merche Esmeralda o Ana María Bueno, hasta la Tremendita.

Enamorando a Andalucía, pueblo por pueblo

El sábado día 5, el festival volvió a un formato más convencional, abriendo
con la actuación de Juan Domínguez, ganador del Concurso de la Peña Flamenca
“Fernando el Herrero” con el guitarrista Juanito de Clemente, que también
acompañó a la querida cantaora local, Rosa Quiñones.

Con el apetito así abierto, nos llegó el plato principal, el figurón
de la noche que está enamorando a Andalucía, pueblo por pueblo: Miguel
Poveda. El triunfo limpio y contundente del catalán da fe del poder del
flamenco tradicional, de su capacidad para ser adaptado y reinventado
sin salir de carácter, expresando el mismo mensaje pero de otra manera,
desde otra perspectiva. Nos hemos despertado de la larga época de los
imitadores de Camarón, nos frotamos los ojos y vemos como vuelve a fluir
la savia de la creatividad en individuos como Miguel, sin complejo ninguno,
con vivencias propias y sin dar la espalda al flamenco tradicional. Pero
tales observaciones seudo intelectuales hubieran importado muy poco a
los aficionados reunidos anoche en la Plaza de Atocha y que se limitaban
a saltar de sus asientos como por resorte, aplaudiendo y gritando de gozo
después de cada cante. Chuscales, el fiel acompañante de Poveda, le escoltó
sublimemente por los caminos de las cantiñas, malagueñas, soleá, tangos
y bulerías.

Miguel Poveda
Cristina Hoyos

Todavía quedaba el broche de oro, gentileza de Tere Peña que sigue defendiendo
el flamenco como ella lo ha conocido en la casa de los Peña, que es la
suya. “Negro como la Endrina” quizás fuera mucho título para un cuadro
absolutamente clásico y esencial, donde dos bailaoras veteranas, Angelita
Vargas y Concha Vargas, bailaban por turnos y juntas, con las voces de
Juan José Amador y Carmen de Quintín, y las guitarras de Antonio Moya
y Curro Vargas. Baile rancio y crudo, sin concesiones, el sonido tostado
de Amador, el llanto hecho cante de la joven Carmen y el sonido lebrijano
moronense de Moya y Curro resultó ser una deliciosa receta que nos dejó
queriendo más.


Reunión sorpresa de Cristina Hoyos con su maestra Adelita Dominguez

De esta manera el Festival de la Yerbabuena nos había ofrecido un escueto
resumen de las facetas actuales del arte jondo: el flamenco de gran formato,
el flamenco post Camarón, y el flamenco básico del auge de los festivales.
La buena noticia es que no hay que elegir, porque son dimensiones paralelas
y compatibles de este arte monumental que paulatinamente sigue descubriendo
su propio camino evolutivo.


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