XVI Muestra de Flamenco. Los Veranos del Corral – Segunda semana

Veranos del Corral

Veranos del Corral

Texto: Jorge Fernández Bustos
Fotos: Joss Rodríguez

Carbones granadinos

Programa.- 

Lunes: La Lupi (baile); Antonio Campos y Antonio Núñez ‘el Pulga’ (cante); Curro de María (guitarra); Nelson Doblas (violín); David Galiano (percusión). 

Martes: Anabel Moreno y Jesús Fernández (baile); Trini de la Isla, El Mati y Alfredo Tejada (cante); Jesuli del Puerto (guitarra). 

Miércoles: Patricia Guerrero (baile); José Ángel Carmona (cante); Paco Iglesias (guitarra); Bruno Axel (violín); Agustín Diassera (percusión). 

Jueves: Gala flamenca de Granada. Marta ‘la Niña’ y Alicia Morales (cante); Álvaro ‘el Martinete’ y Antonio de la luz (guitarra); Rocío Montoya (baile).

Lugar: Corral del Carbón. Aforo: lleno a diario. Fecha: del 4 al 7 de agosto de 2014.

Hace años por estos rincones se andaba diciendo que Granada sin duda atesoraba la mejor cantera flamenca de la historia y posiblemente de las más considerables de Andalucía. Hoy sentimos que esa premonición se ha hecho realidad y que al menos una docena de artistas granadinos se barajan entre los grandes carteles de este arte y por detrás viene empujando otra docena larga.

Llevamos tiempo observándolo. Seguimos su evolución, sus pasos, a veces agigantados. Sabemos de sus éxitos dentro y fuera de nuestras fronteras.

Salvo el primer día, con La Lupi, venida de Málaga, pero relacionada con su ciudad vecina, todos los actuantes fueron granadinos, que ardieron en el Corral del Carbón cada uno a su manera.

La sangre y la madurez artística de Susana Lupiañez, ‘la Lupi’, es innegable. La Lupi es una bailaora malagueña autodidacta y con oficio, que lleva años en escena y, aunque siempre ha sido corredora de fondo, ahora es cuando empieza a “deslumbrar” (entre comillas, pues quienes la conocen, los que la han seguido, siempre han reconocido su arte). Es quizá, a raíz de una llamada reciente para acompañar a Miguel Poveda, que el retumbar de su nombre se ha hecho campana.

En el Corral presentó Retorno, una mirada hacia esas bailaoras de siempre, que, como ella, no han aprendido de nadie, de lo que han visto, de lo que han experimentado. 

Cargada de comicidad, hace un recorrido por la forma de bailar en los diferentes centros neurálgicos de Andalucía, exagerando las formas, los tópicos, haciendo un guiño grotesco a las expresiones de cada pueblo. A la larga esta parodia sin embargo resultaba cansina. 

La sonrisa de la bailaora no se desprende de sus labios; sus escobillas y sus desplantes, tienen doble mérito, la defensa de un baile por derecho y su extensión cómica. Aunque, como decimos, el repetido abuso de la mofa desvanece toda intención. Su vista está centrada en el pasado y el porvenir, en lo importante y en lo superfluo.

Como acompañantes, Antonio Campos y Antonio Núñez ‘el Pulga’, dos grandes del cante de atrás que, sin embargo, no estuvieron al cien por cien; Curro de María, a la guitarra, es el alma, junto a la protagonista de esta historia; David Galiano, respetuoso con el cajón; y Nelson Doblas, con memorables quejíos de violín.

La Lupi es desorbitada, graciosa y provocativa en los tangos del Camino. Tónica que sigue en las alegrías de Cádiz o en la caña, en la que se asoma a la ciudad de la Mezquita, con vestido negro, chaqueta corta y sombrero cordobés. Hay que reconocer también un juego de voces que se imbrican de manera interesante.

La malagueña termina la noche dándole juego a un mantón mientras Antonio Núñez interpreta una zambra caracolera.

Anabel Moreno hace años que se fue de Granada a Madrid y, aunque ha venido en momentos puntuales, no es hasta el martes que trajo espectáculo propio a las maderas del Carbón acompañada, como pareja de baile, al gaditano Jesús Fernández. Su seguridad en el escenario, su identidad artística y su convencida madurez son evidentes. Ha sido sin duda la sorpresa del Corral.

Comienza su entrega por seguiriyas, un primer paso a dos original y despierto, donde se prueban las voces de los tres cantaores, Trini de la Isla, El Mati y Alfredo Tejada, que, con sus palmas y jaleos hacen innecesaria la presencia de percusión. Componen un buen cuadro de temple y facultad, aunque, el exceso de grito, a veces desdibuja el rtesultado. La segunda coreografía en conjunto serán unos tangos de Granada, que se comienzan y terminan con el éxito de Bambino No me des guerra. Es un nuevo paso a dos en el que un versátil bastón sirve de excusa y suaviza el frío de un comienzo. La entrega es auténtica y reconocida.

Jesús Fernández, en unas prolongadas bulerías por soleá, detenta un claro sentido del ritmo y una técnica vital cuajada de brío, pero es en los silencios, en los guiños de un cuerpo en reposo, cuando este bailaor rubrica con notoriedad.

Anabel Moreno firma a los postres una soleá con nota alta, donde sin ninguna duda trasluce su origen sacromontano.

 

Touché, el espectáculo que estrenó Patricia Guerrero el miércoles, es una apuesta rompedora y vanguardista, donde el violín eléctrico de Bruno Axel cobra un protagonismo especial y sinuoso paralelo a la apuesta de la bailaora granadina, aunque a veces se abusa de él.

El baile sin fisuras de Patricia (sin duda lo mejor de la semana) comienza por seguiriyas, donde demuestra delicadeza y madurez. Le acompañan José Ángel Carmona al cante, Paco Iglesias a la guitarra y Agustín Diassera a la percusión. La soleá es apolá, cercana a la que cantaba Cobitos, con un ‘efecto moviola’ a su final bastante considerable. 

La sorpresa viene en forma clásica. Con violín convencional, Axel interpreta el segundo movimiento de La Chacona de Bach, mientras un romance por tonás lo aflamenca por encima.

Acaba la noche por tangos, donde Bruno vuelve a enchufarse, incorporando el loop, técnica de autograbarse en directo y doblarse a sí mismo. La bailaora, con vestido rojo de corte helénico, rebusca en pasos conocidos y de libre creación, exponiendo una coreografía de bastantes quilates. 

El nombre de Patricia, por el camino trazado, se leerá con nombres de molde en la historia reciente del flamenco.

El jueves, último día de la semana, tuvo lugar la presentación de cinco jóvenes flamencos que, como digo, atacan con fuerza. Marta ‘la Niña’ y Alicia Morales, al cante, nos dejan voces bien templadas, ricas en altibajos y de gran conocimiento. Eficaces por separado, pero al unísono no terminaron de cuajar. 

Alicia, consciente y modulada, acompañada por Álvaro ‘el Martinete’ a la sonanta, hace granaína y abandolaos, y, seguidamente, seguiriyas. Marta, más clásica, con una voz más aguda y potente, hará una milonga y una caña, donde se acuerda del maestro Morente. Estuvo arropada por Antonio de la luz.

Álvaro y Antonio, presumen de un toque limpio y lleno de matices. Mientras el primero, con la fantasía Benamargosa de Riqueni, se inclina a la guitarra de concierto, al igual que su maestro Miguel Ochando. Antonio, con una rondeña, goza de las bondades del Sacromonte, con el rasgueo y los arpegios especiales de sus convecinos.

El baile, la naturalidad y la gracia, se llamó Rocío Montoya. Afincada en Norteamérica y perteneciente a la compañía Heartbeat of Home es una bailaora creativa y eficaz. Su entrega por levante y tangos supuso un ejemplo del arte por el arte, donde su disfrute fue extensivo. A los postres daría una pincelada por bulerías.


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