Joaquín Grilo 'La Mar de Flamenco' – XVI Festival de Jerez

Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma

EL FLAMENCO A VISTA DE PÁJARO

XVI Festival de Jerez 2012

Joaquín Grilo “La Mar de Flamenco”
Sábado, 10 de marzo, 2012, 2100h.
Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera

 

Baile: Joaquín Grilo, Javier Pérez. Guitarra: Juan Requena. Cante: José Valencia, Carmen Grilo. Neyzen y baglama: Bilgin Canaz. Armónica y teclado: Antonio Serrano. Dirección artística y coreográfica: Joaquín Grilo.

Estoy convencida que lo peor que puedes hacer con un artista genial es darle rienda suelta.  Los genios son personas valientes que no tienen interés en el orden establecido, necesitan expresarse con libertad y tienen en la cabeza un sinfín de ideas a medio hacer. 

Dos elementos fundamentales marcaron la obra que el genio jerezano del baile flamenco llamado Joaquín Grilo anoche puso sobre el escenario del Teatro Villamarta para clausurar este importante festival.  La última escena, “Del Morao al Cielo”, fue un hermoso y bien concebido homenaje a Moraíto, el querido y añorado maestro de la guitarra que nos abandonó precipitadamente hace siete meses, dejando una herida profunda en todas las personas que lo llegaron a escuchar o conocer.  Grilo había compartido mil batallas con Moraíto, y un hito especialmente brillante en su colaboración fue la bulería instrumental a la que el bailaor puso una acertadísima coreografía…y mira que coreografiar un baile por bulerías y sin cante no es lo habitual…que ningún otro bailaor sería capaz de interpretar, en parte por el elevado nivel técnico, y en parte por la singularidad del baile estilizado del Grilo. 

Para esta “experiencia”, porque fue más allá de un simple número para terminar el espectáculo, Marcos Serna, el responsable de la iluminación, encontró la manera de convertir el escenario del Villamarta en un cielo estrellado con cientos de puntos de luz, y el patio de butacas quedó inundado por una misteriosa brillantez azulada como la de una noche clara de luna llena.  Desde atrás, y bajando por el pasillo, llega el Grilo, pareciendo emitir luz propia con su traje blanco, y con obvias ansias de alcanzar la pista donde el guitarrista Juan Requena (destacándose otra vez en este festival), interpreta la composición de Moraíto para el baile de Joaquín.  Cuando la imagen de Moraíto queda a la vista entre las estrellas como una constelación con ‘ange’, y por muy kitsch que puede sonar, amigos míos, cualquiera evitaba soltar alguna lágrima.

En cierto modo, el resto del espectáculo no fue más que relleno para aquel momento inolvidable.  Porque “olvidable” es el mejor calificativo que define lo demás.  Mucho simbolismo confuso, muchos silencios tediosos, una chaqueta con largos flecos, chin-chines y…¿cascabeles?…que el bailaor se coloca pero que no llegan a sonar, el decir operístico histriónico de Carmen Grilo, un José Valencia que hace lo que puede, que es mucho, pero al que no se le está permitido hacer gran cosa…

Y el pájaro.  El gran pájaro.  Un bailarín contemporáneo (Javier Pérez), disfrazado de pajarraco que como mucho hubiera funcionado en una escena breve, llegó a poner a prueba la paciencia del público con una larga intervención, y volvío a aparecer, dando lugar a un “ayyy” de decepción apenas audible entre los espectadores que ansiaban ver bailar al Grilo.  Fuera de Jerez, el pájaro hubiera provocado comentarios crueles del “respetable”, pero Joaquín Grilo es muy querido en su ciudad, y un frío silencio fue la reacción generalizada.

La armónica de Antonio Serrano, dosificada con inteligencia, fue un elemento que aportó una acertada sensación de nostalgia relacionada con el mar.  El sonido de un baglama, instrumento turco de cuerda, puso un aire exótico pero compatible.  Con una “mera” guajira José Valencia logró teñir todo del flamenco que tanto ansiamos sentir con el baile del Grilo, vestido éste de guayabera y sombrero.  El motivo marino acuático de la obra, ni molestó, ni terminó de comunicar gran cosa.  Hay soleá, alegrías, hay farruca, hay abandolao o momentos de taranta entre otros fragmentos flamencos diversos.  Pero el incordio del pájaro y la joya de la bulería de Morao con el baile del Grilo, son los dos elementos más memorables, cada uno a su manera, de “La Mar de Flamenco” con el que quedó clausurado el Festival de Jerez del 2012.

Los neófitos y extranjeros siempre están convencidos de que el flamenco más tradicional cuenta una historia explícita, y Joaquín Grilo y tantos otros están dispuestos a cumplir y confirmar ese concepto.  No obstante, la crítica de danza Tobi Tobias una vez escribió que “ningún género dancístico del occidente casa peor con un hilo argumental que el flamenco”.  Sirva ese pensamiento de colofón a esta quincena de reportajes que hemos ofrecido desde el Festival de Jerez.

 


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