XVI Bienal de Flamenco – 'F2' Arcángel & José Antonio Rodríguez / 'Algo' Concha Jareño

Resumen: XVI Bienal de Flamenco – 'F2' Arcángel & José Antonio Rodríguez / 'Algo' Concha Jareño

XVI BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
“F2” – Arcángel / José A. Rodríguez
“ALGO” Concha Jareño

Martes, 28 de Septiembre 2010

 


Fotografías: Luis Castilla / Bienal de Flamenco

Especial XVI Bienal de Flamenco 2010. Toda la información. Programación, reseñas, fotos…

“F2” ARCÁNGEL, JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ
Artista invitado: Antonio Canales
Teatro de la Maestranza 20.30h

Texto: Estela Zatania

Cante: Arcángel. Guitarra: José Antonio Rodríguez. Artista invitado al baile: Antonio Canales. Segunda guitarra: Chico Gallardo. Percusión: Agustín Diassera. Bajo: Pedro Vinagre. Coros y palmas: Los Mellis.

Con la crisis económica que este año ha limitado tantos presupuestos, parece una idea muy práctica unir a dos figuras con nombres propios y que en otros años hubieran llenado el gran Teatro de la Maestranza cada uno por su cuenta.  No sé si esto estaba en mente de nadie cuando Arcángel, cantaor y cantante, y José Antonio Rodríguez, concertista de guitarra flamenca, unieron fuerzas para este espectáculo que informáticamente llaman “F2”.

Algo más de una década separa el onubense Arcángel del cordobés Rodríguez, pero en cuanto al flamenco, pertenecen a la misma generación, la primera situada plenamente en el auge de Camarón y Paco de Lucía, sin que sean imitadores de éstos.  Es decir, más que sacar inspiración directa del dúo dinámico, aprovecharon la libertad y actitud aperturista que se puso en marcha a partir de la década de los ochenta cuando los protagonistas del recital que vimos anoche estaban formándose.  “F2” es la colaboración acertada de dos artistas con una visión similar

Cuando se levanta el telón, vemos a los siete componentes del grupo dispuestos en fila, y los chillones lunares blancos pintados sobre rojo en uno de los cajones parecen desafiar la pretendida austeridad de la puesta en escena.  La guitarra marca inocentes medidas de tres que conducen a la energía de bulerías, y suena la voz del cantaor por solea apolá con un verso que hace gala de “los cantes de Charamusco”.

 

La refrescante guitarra de Rodríguez toca una larga introducción para Antonio Canales, artista invitado, ahora en plena madurez y con aspecto de patriarca.  El que quiere, todavía puede encontrar magia en el baile de Canales, la inconfundible chispa de la flamencura, aunque parece que parte del público no está para la labor.  El compás de bulería por soleá le da la oportunidad de realizar cuatro pellizos sabrosos que nos recuerdan una época, todavía reciente, cuando el flamenco estaba menos globalizado y domesticado.  En ese momento sobran las máquinas de humo, los coros susurrados y la armonía contemporánea para la que escribe.

La increíble técnica, la dulzura y la velocidad melismática de Arcángel son ideales para unas guajiras que te recuerdan al sonido Valderrama en estos cantes, y seguidamente se forma el semi círculo de los artistas de pie para bulerías a palo seco donde uno de los “Mellis” canta un verso, pero hay poca espontaneidad.  Canales remata con su baile, la energía del flamenco se hace sentir y esta vez el público no se resiste.

Un solo de guitarra que es taranta es una sabia mezcla de referencias clásicas y contemporáneas, pero después de una hora y cuarto no ha habido cambios de ambiente, y la incansable búsqueda de lo suave y lo elegante, el insistente registro alto de Arcángel y los ubicuos coros empiezan a cansar en serio.  Vuelve Canales al rescate con sus impertinencias bailadas, mientras el cajón de lunares sigue burlándose de tanta pretensión de sofisticación.

Arcángel nos regala sus fandangos, y en la oscuridad del teatro intento descubrir porqué tienen tanta vida estos cantes en voz del onubense, cuando los demás temas me suenan a canción y transmiten una calidad flotante, fría y distante.  Obviamente, los cantes de la tierra de uno tiene más sabor y entidad, pero en Arcángel la separación es muy marcada. 

 

“ALGO” CONCHA JAREÑO
Teatro Central 23.00h

Texto: Estela Zatania

Baile: Concha Jareño. Guitarra: Juan Antonio Suárez ‘Cano’. Gema Caballero, Pedro Obregón. Violín: Raúl Márquez. Percusión: Luis Amador. Dirección y coreografía: Concha Jareño.

Concha Jareño es una de las profesionales de danza española y baile más polifacética y preparada del actual panorama.  En Córdoba le dieron premios importantes por su baile decididamente retro, pero la mayor parte de su obra posterior es rigurosamente contemporánea y hasta experimental.  Y ambos estilos le van a la perfección.

“Algo” es una obra fuertemente vanguardista y conceptual con pocas concesiones al flamenco.  Telas diáfanas, sonido de clavicordio, música tecno, todo un menú de extrañas referencias surrealistas.

La voz de Gema Caballero, tan poco enérgica hace unos días en “Cuando las piedras vuelan”, aquí fue mucho más allá del adorno al que normalmente se prestan las voces dulces y líricas.  Sorprendió a muchos con la hiriente intensidad de sus tonás, y recibió un aplauso estruendoso en el saludo final.  Esta mujer, esta es la que sabe traducir la dulzura en dolor, porque lo dulce tiene esa capacidad de hacer llorar, y Gema conoce el secreto.  ¿Premio de la Bienal a artista revelación?  No me sorprendería.

 

Esto del baile conceptual es muy duro para los aficionados acostumbrados a otro tipo de presentación.  El título no miente: “Algo” es lo que se ofrece, y no sabes ponerle nombre pero no se siente como flamenco a pesar de la abundancia de taconeo, bata de cola, abanico, flores y otros accesorios. 

El guitarrista Cano, de pie, solo, en medio del escenario con micrófono inalámbrico a la guitarra – ya una declaración de por sí – tocó una composición larguísima y sin rumbo aparente.  Las melismáticas introducciones incorporadas por Paco de Lucía, aquellos prólogos líricos a bulerías o tangos que fueron la calma antes de la tormenta, aquí se traducen en permanente introducción, porque el momento flamenco no acaba de llegar; ya no son silencios cargados de expectación, sino silencios y punto.  

Abandolao, un poco de jaleo extremeño, la “Canastera” de Camarón, posiblemente bailada por primera vez, larga bulería bailada a compás sin cante ni guitarra, siguiriya que se inspira, no en el cante sino el compás…  El excelente baile de Concha, y su cara expresiva son los elementos que más iluminan una obra plana.

Quiero que Concha Jareño me baile los cantes del flamenco que identifican el género.  Y que Rocío Molina lo haga también.  Y otros que podría nombrar, pero me limito a lo que hemos visto dentro de esta Bienal hasta ahora.  Quiero, deseo que el flamenco deje de dormir la siesta, que recupere su innata fuerza y empaque y que vuelva a sudar y emocionar.


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