XV Festival de Jerez 2011. Manuela Carrasco 'Suspiro flamenco' – Churumbaque – Anabel Veloso

Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma

Resumen: XV Festival de Jerez 2011. Manuela Carrasco 'Suspiro flamenco' – Churumbaque – Anabel Veloso

XV FESTIVAL DE JEREZ
Manuela Carrasco “Suspiro flamenco”
Churumbaque
Anabel Veloso
Martes, 8 de marzo, 2011.

 

El martes, 8 de marzo, una fuerte borrasca llevó abundantes lluvias a Jerez y su festival, reduciendo la asistencia en los espacios secundarios del Villavicencio y la Compañía, sin que se notara ningún bajón en el Teatro Villamarta gracias a la protagonista de excepción que tocaba.  Pero vamos por partes….

CHURUMBAQUE
Palacio Villavicencio, 1900h

Rafael Espejo, “Churumbaque Hijo”, no es un jovencito que viene al Festival de Jerez como tantos otros que hemos visto en la intimidad del Palacio Villavicencio, buscando abrirse camino.  Este cordobés lleva cuatro décadas formándose, pasando por numerosos concursos, ganando algunos, más notablemente la Lámpara Minera de La Unión en el 2009, trabajando discretamente y desarrollando su afición.  Con la confianza en sí mismo que dan los años, el lenguaje corporal de figura consagrada, palmas, percusión y el acompañamiento del extraordinario guitarrista Niño de Pura (estamos gozando de un lujo de guitarristas en el Villavicencio este año), empezó por soleá, con especial cariño por los cantes de Utrera y Lebrija.  A continuación, una pulida interpretación de minera y cartagenera – gracias al concurso de La Unión, el cante minero se cultiva lejos del lugar de su génesis.  El de Pura pica más que la pimienta, pero este guitarrista tiene mucho más que ofrecer; su acompañamiento es inteligente, creativo y luminoso.  Un surtido de cante abandolao, tientos tangos y bulerías dejaron redondo este bien currado recital.

MANUELA CARRASCO “SUSPIRO FLAMENCO”
Teatro Villamarta, 2100h

Baile: Manuela Carrasco, Carlos Carbonell, Óscar de los Reyes, Antonio Molina, Juan Amaya. Cante: Enrique Extremeño, Manuel Tañé, Rubio de Pruna, Emilio Molina, La Susi (colaboración especial). Guitarra: Joaquín Amador, Manuel de la Luz, El Ñoño. Percusión: José Carrasco. Violín: Bernardo Parrilla. Flauta: Juan Parrilla.

Puede costar creerlo, pero había un tiempo cuando los espectáculos de flamenco no tenían nombre.  Acudías al teatro para ver el Ballet de Antonio o la Compañía de José Greco, y para de contar.  Hoy en día sin embargo, hasta el espectáculo más humilde recibe su nombre poético.  Si el domingo en el Festival de Jerez ha sido “Hay fuego en tus ojos” de Rosario Toledo, la noche de martes hemos visto las obras “Rosa, metal y ceniza” y “Horizonte”, de Olga Pericet y Adela Campallo respectivamente.  Son los tiempos que corren.  Ya no se baila y punto, sino que búscate un equipo técnico, coreógrafos, escenógrafo, director escénico y otro musical, diseño de luces, libretista, letrista y tantos etcéteras que permita el presupuesto.

A menos que te llames Manuela Carrasco, y seas una diosa.  Entonces, sales sin coreografía de diseño, empleas una plataforma con molesto sonido metálico, un vestuario menos que acertado, un limitado repertorio de movimientos y un cuerpo de baile compuesto por cuatro hombres queriendo lucirse en detrimento de la uniformidad.  Anoche Manuela Carrasco hizo todo eso, y por el camino dejó claro que será divertido lo que hace la nueva generación – esa búsqueda, ese perfeccionismo, ese rechazo reflexivo a lo que había antes y ese empeño en dar la nota mediante el vanguardismo y los experimentos – pero el flamenco es un género capaz de emocionar profundamente, y en esos cuatro pasos de Manuela va el universo.

Te pasas la vida obligándote a comprender porqué el cante ya no comparte protagonismo con el baile.  Pero Manuela no sabe crear si no le suena una voz como la de Enrique el Extremeño.  O las de Manuel Tañé, Rubio de Pruna, Emilio Molino u otros de enjundia similar.  Quieres disfrutar del baile más actual que hace caso omiso de los compases del flamenco.  Pero Manuela se sumerge en un mundo amalgamado que no da tregua, y donde manda ella con su mera presencia, una estampa y monumento a la flamencura del pasado, del presente y del futuro.  El arte grande es intemporal.

Vida, color, energía.  Un tipo de flamenco anclado en tierra, y que suda, respira y huele a aceituna, a azahar y a tierra húmeda calentada por el sol matutino.  Sí, son los bailes y cantes de siempre.  ¿Novedades?  ¿Qué les voy a contar?  El baile de presentación está basado en el coro de Tauromagia… un capote de torero se emplea cual mantón… se recupera el tradicional traje corto de bailaor con chaquetilla de terciopelo… la notable intervención de la Susi, cantaora, cuñada de Manuela…

Pero todo detalle se pierde en el gesto de Enrique el Extremeño cuando se arranca la camisa al final de la soleá… y en la majestuosa presencia de doña Manuela Carrasco.

COMPAÑÍA ANABEL VELOSO “POEMA SINFÓNICO NO. 2”
Sala Compañía, 2400h

Baile: Anabel Veloso, Alberto Ruiz, Javier Latorre (artists invitado). Cante: María José Pérez. Guitarra: Javier Patino. Violín: José Vélez. Saxo, armónica y flauta: Diego Villegas. Músicos invitados: Orquesta Joven Ciudad de Almería (OJAL). Idea original y coreografía: Anabel Veloso. Coreografía ‘Por una cabeza’: Javier Latorre.

Después de la catarsis colectiva que pasamos en el Villamarta, volvimos a la densa oscuridad del flamenco “alternativo” (me suena menos absurdo y menos ofensivo que “nuevo flamenco”).  

La obra arranca cuando Javier Latorre se levanta de entre el público, sube al escenario con aire de misterio y baila una coreografía que transmite añoranza, después haciendo como si tocara el piano para un paso a dos de Anabel Veloso y Alberto Ruiz.  La joven cantaora almeriense, María José Pérez, viste traje negro de hombre y pone su dulce decir y una granaína acompañada con delicadeza por el piano de Diego Villegas.

Latorre baila con la imagen proyectada de Anabel, y una sucesión de coreografías desarrollan el concepto de la convivencia de lo clásico con lo flamenco, y el juego de los recuerdos convertidos en realidades presentes.


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