XLI Gazpacho andaluz de Morón de la Frontera. Rubito de Pará, Calixto Sánchez, Juana Amaya, El Cabrero, Antonio Reyes…

 

XLI
Gazpacho andaluz de Morón de la Frontera

Sábado, 28 de julio, 2007. 1030h. Plaza de Toros, Morón de la Frontera (Sevilla)

Texto y fotos: Estela Zatania

Con una hermosa luna llena apenas asomándose por la plaza de toros de Morón de la Frontera, dio comienzo la cuadragésimo primera edición del venerable Gazpacho Andaluz. Uno de los festivales de cante más antiguos, que en su primera edición en 1963 ostentó un cartel con nombres como Antonio Mairena, Juan Talega, Fernanda y Bernarda de Utrera, Perrate de Utrera, El Lebrijano, Manolito de María o Joselero de Morón entre otros, sigue defendiendo el flamenco clásico y un formato tradicional, con ración de gazpacho incluida, igual que en la primera edición.

Rubito Hijo & Manolo Franco
Antonio Reyes & Manuel Herrera

El joven chiclanero, Antonio Reyes, abrió el programa con Manuel Herrera a la guitarra. Al siete por arriba, y a pesar de las poco indicadas formas psicodélicas proyectadas al telón de fondo, Reyes empleó su voz de terciopelo para plasmar un aire de cante antiguo, saboreando las palabras y arriesgando más que en otras actuaciones. Su cante exhibe afición y conocimientos, y selecciona estilos con exquisito gusto. Herrera pone el punto acertado con su toque respetuoso, dos jóvenes correctísimos y, en esta ocasión, inspirados. Los tangos que rematan los tientos incluyen un fandango, ¿y porqué no?, si los tangos tienen casi el mismo poder de absorción que las bulerías. Por siguiriya es destacable una lectura personal de Santiago y Santana de Torre, y por bulerías el cantaor maneja fragmentos de cuplé inteligentemente escogidos. Después de unos fandangos, ofrece la zambra caracolera con la que suele terminar sus actuaciones, y el prescindible baile de la esposa de cantaor es el colofón de una intervención larga pero interesante y variada.

Lleva sin complejos la bandera de “no soy gitano”

A continuación el escenario se llena con la presencia de Calixto Sánchez. Es un cantaor que lleva sin complejos la bandera de “no soy gitano”, y con los años, su particular visión del cante se ha justificado solo. Con el espléndido Manolo Franco acompañando, interpreta una serie de malagueñas fuera de las habituales, y sientes su afición en cada giro, cada sílaba. Anuncia “un homenaje a don Fernando Villalón”, el conocido poeta natural de Morón, “Diligencia de Carmona” por tientos; con Calixto nunca es “sota, caballo y rey”. Una milonga, y Manolo Franco hace milagros con un palo relativamente limitado. Por cantiñas Calixto da una lección en la importancia de buscar el punto de sabor de cada cante. Está visiblemente a gusto, se hace querer con su sincera interpretación y el cariño obvio que siente por lo que hace. La bulería en tono menor con coplas antiguas llega al público moronense con particular acierto; es una escala muy desarrollada por Diego del Gastor y que tiene un aire particular. En general, y al contrario de lo que muchos piensan, las canciones por bulería requieren un dominio especial del compás; cada estrofa es un mundo que tú tienes que diseñar y construir. El público enloquece y pide más, y el cantaor responde con unos fandangos con sabor a Caracol.

Calixto Sánchez & Manolo Franco
El Cabrero & Rafael Rodríguez

El joven Rubito de Pará hijo, del pueblo vecino de Puebla de Cazalla, es el primero en romper después del descanso, y nuevamente es Manolo Franco a la guitarra. Malagueña y abandolao, siguiriyas: “no concibo un festival de cante sin cantar por siguiriyas” dice el joven Lámpara Minera del 2003. Sus tanguillos de Cádiz captan el sabor específico con un surtido variado de tanguillos clásicos con letras actualizadas. Bulerías y fandangos terminan su intervención.

Un fenómeno social, un cantaor carismático… igual que las anchoas, o te gusta o no te gusta

A continuación, un fenómeno social, un cantaor carismático en el sentido más literal: José Domínguez “El Cabrero”. Igual que las anchoas, o te gusta o no te gusta. El Cabrero tiene fieles seguidores por toda Andalucía, personas atraídas por su expansiva y anárquica personalidad, su costumbre de vestir de vaquero americano y sus letras contestatarias. El interesante Rafael Rodríguez a la guitarra torea las necesidades específicas de este cantaor con toda solvencia. Soleá a paso ligero para acomodar estilos de tierra adentro recordando a Juaniquí, Serneta y Joselero y cerrando con Paquirri como es la costumbre por estas partes. “Un soneto de Borges se lo dedico a mi compare Paco del Gastor”, el gran maestro moronense de la guitarra que durante años acompañó al Cabrero en sus actuaciones. Siguiriyas, otra vez al paso ligero que tanto le gusta al Cabrero, pero sin prisas en el fraseo y tocadas “por arriba” para un aire a sierra y campo, sin ser serranas. Con 63 años el Cabrero luce buenas facultades y una voz limpia y agradable. Bulerías, también en postura de Mi, y Rafael Rodríguez aprovecha para lanzar guiños a Morón y su toque. Cuando el pie del micro no se deja ajustar, el Cabrero pide ayuda: “¿no hay un veterinario por aquí?” Sus impertinencias y espontaneidad vuelven loca a la gente. El “Carcelero” de Caracol, tonás creíbles y fandangos alosneros “por medio” como manda la tradición. A todo esto, algo digno de mención: al comienzo de la actuación del Cabrero, un gran número de jóvenes, hombres de 18 a 22 años, colocaron sendas sillas de plástico delante de todo, sin miramientos ni disculpas, para admirar a su ídolo de cerca.

Agresividad, pero con el embrujo y misterio que vienen con los años

El gran colofón del festival es la bailaora Juana Amaya, natural de Morón, pero con una proyección absolutamente internacional. El atrás es fuerte y variado: al cante, Enrique el Extremeño, David Sáchez “el Galli”, el Canastero y Jesús Flores, y a la guitarra, Rafael Rodríguez y Mariano Campallo. Nazaret Reyes, la joven hija de Juana, ataca el escenario con apasionada vehemencia. Da miedo que una tan joven esté tan decididamente salvaje, a punto de estallar en mil pedazos en cualquier momento, pero lo controla lo justito para un baile por alegrías franca e implacablemente flamenco. Su madre Juana luce la misma agresividad, pero con el embrujo y misterio que vienen con los años. Visceral e intensa por soleá, no te da tiempo de reaccionar ni toma prisioneros. Con su dramática baile finaliza el Gazpacho Andaluz de 2007, y ya se está hablando de la edición del 2008, oficialmente el “Año de Diego del Gastor” en honor al centenario del nacimiento del guitarrista que puso a este pueblo fronterizo en el mapa flamenco hace 40 años.

 

Más información:

XL Gazpacho andaluz de Morón de la Frontera – 2006

XXXXIX
Gazpacho andaluz de Morón de la Frontera – 2005

XXXVI Gazpacho andaluz
de Morón de la Frontera – 2003

 

 



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