Sara Jiménez vuela bajo en ‘Ave de Plata’

Sara Jiménez - Ave de plata - Festival de Jerez

Sara Jiménez - Ave de plata - Festival de Jerez

La bailaora de Granada presenta en Madrid un espectáculo que tiene más de performance que de danza, con un teatro casi lleno y de público fundamentalmente joven

Una puerta se abre al fondo del escenario. La luz brutal de un foco apunta hacia los espectadores y recorta en sombra la silueta de Sara Jiménez (Granada, 1989), que avanza lenta, cazadora y presa a la vez. Ese instante inaugural, poderoso y cinematográfico, promete un vuelo que luego se demora más de lo necesario. Porque en Ave de Plata, el espectáculo que la bailaora granadina presentó este viernes en el Centro Danza Matadero —con una segunda función prevista para este sábado—, el ave tarda demasiado en despegar.

La caja escénica abierta del teatro, antiguo matadero reconvertido en templo de la danza contemporánea, revela su amplitud y su historia violenta. Algo de esa transformación —de víctima a verdugo, de cuerpo sacrificado a cuerpo que mata— late en la propuesta de Jiménez, quien desde 2022 dirige su propia compañía y ha alcanzado con esta pieza proyección internacional. El aforo casi completo, con nutrida presencia de público joven, confirmaba la expectación.

Pero el arranque promisorio se diluye en una dramaturgia estática que antepone la performance al baile. Jiménez habla —a un micrófono, a un teléfono móvil cuyo sonido llega lejano e incomprensible—, camina, corre, grita. Se hace esperar. Y cuando por fin baila, lo hace con un maniquí como partenaire, en un juego simbólico que no termina de concretar su intención. La oscuridad envuelve la escena, la música grabada de Miguel Marín (Árbol) —ese compositor sevillano maestro de las atmósferas— crea un universo sonoro envolvente pero inmóvil. Uno echa de menos el cante en vivo, la pulsión que solo lo directo puede inyectar a un espectáculo que necesita respirar.

El ritmo es lento sin justificación aparente. El tono, dramático sin que se alcance a comprender del todo por qué. Sara Jiménez baila como un pájaro herido, tiembla como electrocutada, y es sencillo reconocer las alas en sus brazos: el braceo es original, ágil, de una belleza espléndida. Ahí está su talento, en esos instantes en que su cuerpo se transforma en ave, en metáfora viva de la muerte como tránsito. Pero son destellos breves en medio de movimientos que no terminan de encontrar su sentido.

Aparecen dos abanicos que se quedan en el sonido. Luego, un zapateado por bulerías que busca en la repetición su razón de ser. Más tarde, Jiménez se funde con el maniquí cubierto de gabardina y baila por alegrías exagerando los gestos, antes de volver a encontrarlo colgado del techo, despojado ya de la prenda, para un baile por sevillanas. La intención simbólica —inspirada en las danzas macabras medievales, en la paradoja entre morir y dar muerte— se intuye pero no termina de revelarse con claridad.

Ave de Plata, estrenada en febrero de 2024 en el Festival de Jerez y nominada a los premios Max, explora un universo mitológico e íntimo a través del flamenco y la danza contemporánea, con codirección escénica y coreográfica de Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola y asesoramiento de Alberto Sellés. Las voces grabadas de Teresa Hernández, Miguel Marín y Mari Carmen Pérez ‘Niña de Espejo’ acompañan este viaje de 65 minutos que, según decía hace unos días en una entrevista la propia Jiménez, está «muy cargado de referencias cinematográficas, pictóricas y literarias». El título, sin ir más lejos, está inspirado en un verso de Fernando Pessoa.

Pero quizá ahí radique el problema: en tanta referencia, en tanta metáfora, el baile —que es lo que Sara Jiménez sabe hacer con verdadera originalidad y gusto— queda casi diluido. Se la ve tan poco desplegarse por el escenario que una se queda con ganas de más, de ver a esa ave volar durante los 65 minutos en lugar de tanto caminar sin rumbo aparente. Porque cuando Jiménez baila de verdad, cuando su cuerpo encuentra la precisión y la belleza del movimiento, ahí está el espectáculo. El resto es silencio innecesario.

Fotografías por Ana Palma (corresponden al estreno del espectáculo en el Festival de Jerez – febrero 2024)

Ficha artística

Idea original, dirección escénica, concepto, coreografía e interpretación: Sara Jiménez
Codirección escénica, coreográfica y dramaturgia: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola
Dirección musical y composición: Miguel Marín ‘Árbol’
Asesoramiento estético: Julia Vargas Cometta
Voces: Teresa Hernández, Miguel Marín `Árbol´, Mari Carmen Pérez ´Niña de Espejo´
Diseño de iluminación: Olga García (AAI)
Colaboración diseño de iluminación: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola
Diseño de sonido: Chipi Cacheda
Textos: Enrique Fuenteblanca
Guion musical y repertorio: Sara Jiménez
Asesoramiento de cante y coreográfico: Alberto Sellés
Diseño de vestuario: Sara Jiménez, Julia Vargas Cometta
Realización de vestuario: Carmen Andrés, Lola Andrés, Savvana Couture, Michael Nadeau

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