Pastora Galván “Identidades” – Suma Flamenca

Pastora Galván "&dentidades"

Pastora Galván "&dentidades"

Texto: Silvia Cruz Lapeña

Fotos: Suma Flamenca

Galli de Morón, Jesús Corbacho: Cante
El Perla, Pedro Sánchez: Guitarra
María del Mar Montero “La Canija”: Interpretación
Juan de los Reyes: Palmas

Más Pastora, por favor

Si hace poco que usted ve y disfruta del flamenco, la primera cosa que le llamará la atención de este espectáculo de Pastora Galván es que todos los bailes acaben de manera distinta. Le extrañará que ni por bulerías, ni por tangos, ni por siguiriyas, ni por caña acabe la sevillana con un golpe seco mirando al público y extendiendo la mano como pidiendo algo, quizás un aplauso. Es uno de los gustos que proporciona “Identidades”, show que presentó Galván en la Suma Flamenca de Madrid casi dos años después de haberlo estrenado en Sevilla. 

La recopilación de bailaoras, todas sevillanas, a las que homenajea Galván bailando como ellas pone de manifiesto las cosas que han cambiado en el baile femenino de los últimos tiempos: por ejemplo, la falta de demora y de detalle en las manos y ese empeño en rematarlo todo bruscamente, una muletilla a la que también recurren casi sin excepción los bailaores. Ver a Pastora pasearse por las tablas y mover la cabeza y los dedos como Matilde Coral fue una delicia. También lo fue la pausa con la que se movió por unos tarantos sin letra al estilo de Milagros Mengibar y la manera, loca pero sensata, con la que abordó el romance a la façon de Carmen Ledesma

Pastora también se acordó de Loli Flores bailando una siguiriya con palillos, de Manuela Carrasco y como no, de su padres, José Galván y Eugenia de los Reyes, donde quizás por el tirón de la sangre, fue la única pieza en la que se pudo ver a ratos el baile que caracteriza a Pastora. Homenajeó a sus progenitores por caña, con temple y precisión y se la vio zapatear con los pies pegaditos al suelo, sin aspavientos y muy flamenca.

En la Suma le cantaron Miguel Ortega y Galli de Morón y a la guitarra estuvieron Pedro Sánchez y El Perla, en lugar de Ramón Amador, que venía en el cartel. Ese cambio fue un lujo para el público porque lo que hace el sevillano no tiene nombre. No sólo en las bulerías que sirvieron de interludio para que Pastora descansara y se cambiara de ropa, también en todo lo que tocó, por ejemplo en la soléa en la que Galván emuló a la enorme Manuela Carrasco y en la que El Perla tuvo un papel estelar.

Pastora acabó el recorrido por las bailaoras de Sevilla que la preceden con unos tangos y cubierta de flecos y ahí asomó más la Pastora que todos conocemos y a la que se echó de menos. Porque Pastora bailó de muerte, sí; Pastora estuvo divina, también; pero estuvo poco Pastora. Muchos artistas se pasan la vida creando un estilo y Galván que ya lo tiene, se demora demasiado en este show en mostrar cómo bailaban otras. ¡Queremos a Pastora! Queremos su pose, su descaro y el arrabal que tiene en la cara y en la cadera. Pastora es mucha Pastora y aunque la clase de historia de baile sevillano fue de sobresaliente, lo habría sido más si entre uno y otro palo hubieran aparecido más su baile y ella. 


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