'PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE ' – Fernando Romero, Jose Antonio, Arcángel 'HIBIKI' este-oeste Yoko Komatusbara 'UN CANTO A LA LIBERTAD' Pansequito

Resumen: 'PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE ' – Fernando Romero, Jose Antonio, Arcángel 'HIBIKI' este-oeste Yoko Komatusbara 'UN CANTO A LA LIBERTAD' Pansequito

XVI BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
“PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE ” –
Fernando Romero, Jose Antonio, Arcángel
«HIBIKI» este-oeste Yoko Komatusbara
«UN CANTO A LA LIBERTAD» Pansequito

Jueves, 30 de Septiembre 2010

 


Fotografías: Luis Castilla/ Bienal de Flamenco

Especial XVI Bienal de Flamenco 2010. Toda la información. Programación, reseñas, fotos…

«UN CANTO A LA LIBERTAD» Pansequito
Teatro Central 21.h

Ficha artística: Cante: Pansequito; Guitarras: Diego del Morao , Manuel Parrilla; Piano: Diego Magallanes; Violín: David Moreira; Palmas: Rafa Junquera, Eléctrico, Luis Peña, Javielito Heredia.

Texto: Gonzalo Montaño Peña.

Dicen que: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Y eso es lo que nos dejó anoche el cantaor José Cortés “Pansequito”. Un recital de una hora escasa, pero de altísimo nivel. Era uno de los más esperados dentro de la bienal y no defraudó.

Desde el inicio salió a por todas, abrió por Soleá por Bulerías con la guitarra de Diego del Morao. Su voz sonaba perfecta, afinación y dominio del compás. Los tercios se alargan, se estiran como un yo-yo flamenco. El cante a placer y el conocimiento le permiten meter un remate por cabales al cante por Soleá. “Más sabe el diablo por viejo que por diablo” por eso la joven, pero virtuosa guitarra no lo coge al momento, el cantaor sorprende a todos a base de sapiencia.

La Siguiriya lo confirma: estamos asistiendo a algo grande. Paco La Luz, Cagancho en el metal de Panseco suenan a gloria milenaria. Lástima que Bono (U2 actuaba a pocos metros del teatro Central) no hubiera asistido al recital, seguro que su concierto hubiera sido aun mejor.

El barroquismo en los tercios convierten las Alegrías en media Soleá. El dominio rítmico le permite al cantaor jugar con el tiempo como si fuera Cronos. El cante se revuelve y se vuelve a retorcer para salir triunfante. La guitarra de Manuel Parrilla lo permite y fomenta. “Nadie es mas grande que nadie” canta Panseco, pero está claro que estamos ante uno de los grandes, de los que mueven pasiones en el cante.

La Taranta de Manuel Torre fue pelea, pugna musical con el cante que, naturalmente, ganó José Cortés. Su escudero en la batalla, Manuel Parrilla, le aportó las armas necesarias a base de esencia flamenca con ricas aportaciones melódicas y armónicas.

Por Bulerías se despachó a gusto el cantaor, primero con “a quien le dejo mi cante”, compás al golpe con sabor marino, la tierra se une con el mar. Luego “No me importa lo que digan” del desaparecido Jero y Bulerías cortas para cerrar dejándonos con el compás de Pansequito en la cabeza instalado el resto de la noche, o tal vez de la semana,o quien sabe cuánto…

”Hibiki (este-oeste)” Cía. Yoko Komatsubara
Teatro Maestranza 2030h
 
Texto: Estela Zatania

Baile: Yoko Komatsubara. Piano: David Peña “Dorantes”. Taiko (tambor): Eitetus Hayashi. Eitetus fuun no kai: Shuichiro Ueda, Mikita Hase, Makoto Tashiro, Takuya Taniguchi. Baile: Currillo de Bormujos, El Junco, David Sánchez, Javier Sánchez, Andoitz Ruibal, Ryota Takagi. Cante: Juan José Amador, Natalia Marín. Guitarra: Juan Carlos Berlanga, José Manuel Tudela. Percusión: Tete Peña. Chelo: Gretchen Talbot. Saxo: Nacho Gil. Bajo: Manolo Nieto. Cuerpo de baile: Tomoko Ishii, Kaori Haeno, Yoshie Taira, Keiko Inoue, Yoshie Tani, Akiko Niva, Kie Tajiri, Yoko Tamura, Yuka Kitayama, Miho Watanabe, Tomoko Tamaoki, Mika Danno. Dirección: Yoko Komatsubara. Coreografía: Yoko Komatsubara, Maribel Gallardo, Currillo de Bormujos, Cristian Pérez, David Sánchez. Música: Eitetsu Hayashi, David Peña “Dorantes”, Juan Carlos Berlanga.

Nunca había visto el Teatro de la Maestranza más vacío: a vuela pluma diría que ni un 30% de las butacas ocupadas.  La actuación de Pansequito en el Teatro Central a la misma hora, y del que da parte el colega más arriba o más abajo en función del criterio del maquetista, tuvo algo que ver, pero todavía… 

En primer lugar, y mira que lamento tener que ser portadora de la penosa noticia, no es posible valorar un espectáculo de flamenco hecho por japoneses sin referir siempre al tema.  No lo hubiera imaginado, pero anoche he observado el fenómeno, y es así.  Lo noté especialmente en la reacción del público y los comentarios que he podido escuchar:  “Qué monas son”…(no guapas, sino “monas”)….“como muñequitas de porcelana”, (claro, los orientales tienen esas caritas tan…monas)…”tienen mucho mérito” (bofetada sin manos donde las haya) ”y tan perfectos”.  Eso sí que no, porque sorprendentemente, había momentos imperdonables de poca disciplina en el cuerpo de baile.  Entonces, sólo puedo concluir que decir “perfectos”, o refleja una idea preconcebida de la mentalidad oriental (perfección milimétrica), o representa la extrema indulgencia de un público dispuesto a saborear algo “exótico” y perdonar todos los fallos.

No sé si Yoko Komatsubara, la gran dama del flamenco japonés, se conforma con ese tipo de adulación para celebrar el cuadragésimo aniversario de su compañía, y por el cual le mandamos nuestra más sincera enhorabuena.  Pero desaprovechó la oportunidad de su vida de llevar una compañía numerosa con derroche de recursos al teatro más prestigioso del festival flamenco más importante del mundo.  O sea, sí, la llevó, pero el resultado, en mi opinión, hizo flaco favor a cada foráneo que se dedica al género flamenco y espera ser juzgado como uno más.

 

Es un espectáculo de bailes independientes, sin hilo argumental más allá de buscar el entendimiento musical entre este y oeste, basado en gran parte en números de grupo con coreografías estilo “academia de baile”, es decir: un montón de gente bailando hacia el público y haciendo los mismos movimientos.  Excesivamente largo por mucho.  Me recuerda la ocurrencia de Woody Allen acerca de un restaurante: “la comida mala…y las porciones tan pequeñas”.  En esta ocasión ha sido un bufé mediocre servido en raciones grandes, una lamentable inversión del refrán “lo bueno y breve, dos veces bueno”.

Había asistido a esta función con el firme deseo de poder informar de que el flamenco es verdaderamente universal, que cualquiera lo agarra con suficiente fuerza, compromiso y amor, y acaba interpretándolo tan dignamente como cualquier individuo nacido en el seno de la familia más flamenca de Andalucía.  Y bien puede ser que sea así, pero esta compañía ha demostrado exactamente lo contrario con coreografías anticuadas y poco paladar.

Es posible que con el debido asesoramiento (Komatsubara firma la dirección y coreografía), el bello vestuario de diseño y la excelente iluminación hubieran contribuido a un resultado más tragable, pero ni el admirable baile del Junco, ni la hermosa música de Dorantes fueron capaces de salvar a “Hibiki”.

 

”PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE” Fernando Romero
Teatro Lope de Vega 2200h

Texto: Estela Zatania

Baile: Fernando Romero. Artista invitado al baile: José Antonio. Cante: Miguel Ortega. Artista invitado al cante: Arcángel. Idea original y coreografía: Fernando Romero. Dirección artística: Pepa Gamboa. Música: John Cage, Toru Makemitus, Yoritsune Matsudaira, Collage de cantaores clásicos antiguos.

Si durante años la palabra descriptiva de una obra flamenca que mayor terror ha inspirado en el corazón colectivo de los aficionados ha sido “arriesgada”, ahora se puede decir que ha sido desplazada por otra: “conceptual”.  Con sólo escribirla, me pongo a temblar.

Y temblé durante la hora y pico de “Paseo por el amor y la muerte”, obra conceptual basada (lo creas o no) en la Divina Comedia de Dante Alighieri, según informa el programa de mano. 

Directamente y sin rodeos quiero destacar por encima de todo que el elemento más sorprendentemente flamenco de este empeño, de mayor calidad y verdad artística, me ha resultado ser la actuación del cantaor Arcángel.  Pero vamos por partes….

Brillante y minimalista distribución de poderes tal y como figuran en el programa:  “Dante – Fernando Romero/Arcángel, Virgilio – José Antonio/Miguel Ortega”.  Dos personajes interpretados por cuatro artistas, y ningún otro ser vivo en el reparto, ni siquiera un guitarrista.  Una escenografía abstracta y gris hace de puertas donde los intérpretes aparecen y desaparecen, música tecno misteriosa, una voz en off que habla en italiano, y otra que habla brevemente del cante gitano y cante andaluz, una luz roja que ambienta el “infierno”.  Hay trucos teatrales como no atenuar las luces del teatro hasta empezada la obra, dejar sonar el trasfondo musical que normalmente sirve para que el público tome asiento, o emplear el pasillo por las butacas para salidas y entradas que delatan un excesivo deseo de ser novedoso a toda costa.

Pero el arte triunfa a pesar de los obstáculos.  José Antonio, cuyo retiro fue anunciado hace sólo un mes en el Festival de La Unión, vuelve a apoderarse del escenario con su intensa presencia.  Fernando Romero, maestro del baile contemporáneo teñido de flamenco, fascina con su creatividad.  Miguel Ortega, flamante Lámpara Minera, demuestra sus conocimientos y potencia.  

No obstante, lo más sorprendente ha sido la transformación de Arcángel, desprovisto de teatralidad, de sintetizadores, de ropa elegante y peinado de diseño, con apariencia “normal”….un hombre vulnerable, frente a frente con el cante como lo conocemos la mayoría de los aficionados.  Cuando comienza el espectáculo se levanta de su butaca en primera fila como quien no quiere la cosa, se sienta en la escalera que conduce al escenario y se pone a cantar por soleá a palo seco.  Entre fragmentos de baile, y entradas y salidas varias, suenan la caña, peteneras, toná liviana, bambas y marianas (éstos dos últimos en voz de Ortega), sevillanas en las que Ortega acompaña a guitarra a Arcángel, y después éste a sí mismo, una rumba antigua…y a todo esto, seguimos en el infierno, no olvides.

Suena muchísimo cante grabado y no atribuido.  Por el amor de dios, ¿tan difícil resulta escribir nombres como Perrate, Bernarda de Utrera, Diego del Gastor, Pepe Pinto, Pastora Pavón, Carmen Amaya o Sabicas entre otros?  A tan sólo cuatro décadas de la desaparición de estos artistas ¿tan poco dignos son de admiración que dejamos que suene su arte bajo el epígrafe de “clásicos antiguos”?  ¿Dónde está la SGAE cuando más falta hace?

En resumen, algunas ideas interesantes pero faltas de coherencia quizás fueron el motivo del aplauso relativamente frío al final.  Yo me quedo con el cante de Arcángel que se ha ganado mi más profundo respeto.  Ojalá la experiencia de cantar sin tanto montaje le haya gustado lo suficiente para que se repita.


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