Olga Pericet «De una pieza» – Jueves Flamencos Cajasol

Olga Pericet - De una pieza

Olga Pericet - De una pieza

Texto: Sara Arguijo

Fotos: Remedios Malvarez

«De una pieza» Olga Pericet Colaboración especial al baile: Juan Amaya «El Pelón» Cante y mandola: José Ángel Carmona Cante: Miguel Lavi Guitarra: Antonia Jiménez
Jueves Flamencos de Cajasol

El tiempo en las entrañas

No sabemos si Olga Pericet conoce la famosa definición de Galeano que describe ‘recordar’ como volver a pasar por el corazón pero seguro que la comparte. Es normal, con una trayectoria como la suya, ir incorporando aprendizajes y experiencias al baile. Sobre todo, cuando se es inquieta y observadora y se disfruta igual ante propuestas vanguardistas en Nueva York que viendo en un tablao a los mayores de lo jondo, como contó en rueda de prensa anterior. Lo difícil es construir con eso una nueva mirada y que sea más limpia, más serena y más sabia.

‘De una pieza’, estrenada en 2012, se presentaba como el gran mosaico de la vida creativa de la artista. No a modo de resumen o de rescate, sino de revisión. Más bien la cordobesa puso de nuevo sobre el tablero las fichas de trabajos anteriores para vivirlas, sentirlas y transmitirlas como lo que ahora es y dejarlas moverse libremente. 

Es decir, Pericet probablemente sea una de las bailaoras más completas del flamenco actual y así lo mostró en un repertorio en el que hubo tiempo para las castañuelas y bata de cola, el pantalón y el mantón de manila (con todo lo encierra este vestuario). Espectacular en sus giros, la fuerza de sus pies, el control de su cuerpo, la originalidad de las composiciones, su velocidad, el concepto del espacio escénico… Pero es que este jueves, además, compartió con el público su creatividad, sus ambiciones y sus emociones no buscando la benevolencia sino su verdad. Exhibiendo el paso del tiempo por sus entrañas.

Así, la vimos grácil y risueña en los abandolaos que acabó con unos preciosísimos fandangos naturales donde la cordobesa ponía golpe de cadera y curvatura a cada quiebro de los cantaores; enérgica y contundente en las seguiriyas, en las que regaló el mejor momento de la noche cuando se paró a bailarle al silencio mostrando la autenticidad de su discurso; pletórica y espléndida en las cantiñas que llenó de vitalidad y siempre disfrutona, arriesgada y distinta.  

Imposible no mencionar las excelentes voces repletas de matices de los dos cantaores que la acompañaron. La jondura de la voz quebrada de Miguel Lavi y la dulzura del quejío de José Ángel Carmona. La personalidad y sensibilidad de la guitarra de Antonia Jiménez y la frescura y originalidad de Juan Amaya ‘El Pelón’ en unos tangos, feroces e histriónicos, que desvelaron a un artista sorprendente. Y claro, así, todo encaja. 

 


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