Los Veranos del Corral.

Texto y fotos: Antonio Conde

Belén Maya, Isabel Bayón, Mercedes Ruíz y Rafaela Carrasco

LOS VERANOS DEL CORRAL 2011.
MUESTRA DE BAILE
. Granada

1ª SEMANA.
 Belén Maya, Isabel Bayón, Mercedes Ruíz y Rafaela Carrasco

Tiempo de crisis. Para la cultura y para el flamenco. En los últimos años hemos asistido a la desaparición de algunos festivales flamencos veraniegos por falta de recursos económicos suficientes para sustentar los cachés de los artistas y los gastos propios de organización. Viviendo esto, no es de extrañar que la tónica siga siendo la misma, la de la desaparición de parte de nuestra cultura, o al menos, desaparición temporal de ciertos espacios donde se disfruta de ésta. En la ciudad de la Alhambra, la muestra de flamenco “Los veranos del Corral” se mantiene viva después de trece ediciones. Buscar los motivos o argumentos por los que este “festival” sigue más vivo que nunca, no hay que buscarlos. Basta con mirar los carteles de los últimos años para entenderlo. Flamenco de calidad en un espacio excepcional.

Para este año, la edición retoma la estructura y el argumento de años anteriores. De un lado, alarga a una cuarta semana las actuaciones; de otro recupera íntegramente el primitivo argumento: muestra de baile. Viendo esto, poco tiene que envidiar este ciclo a otros grandes festivales de la geografía con duraciones similares y que cuentan con más proyección internacional.

Un total de diecisiete días con actuaciones de primer nivel, en las que se van a recoger prácticamente todas las modalidades de baile, y si no, al tiempo.

La primera semana fue un equilibrado escogido en cuanto a este aspecto. Cuatro artistas. Cuatro formas de entender el baile. Y un nexo de unión entre ellas. El recuerdo a Mario Maya.

La apertura del ciclo fue para Belén Maya. Siempre fiel a ella misma, ha sabido incorporar a su baile tendencias novedosas manteniendo la esencia de lo flamenco. Ha sabido dar creatividad ejerciéndose flamenca, con elementos dancísticos actuales en tanto que no ha modificado su “yo” flamenco. Y esto no es fácil. La obra “Tr3s” que ya presentara en el pasado festival de Nimes, ha sufrido los cambios lógicos de este espacio escénico. Los continuos  guiños a su padre, los “molinillos” de sus brazos, sus muñecas, son parte de su raíz. Desde sus alegrías, que arrancaron con cante, y entró en el silencio, mostró sonrisas al público, provocaciones frescas y naturales, que refrescaron la calurosa noche. El cante de Jesús Méndez es otro decir. Por soleá, a caballo entre Jerez y Mairena sentenció, junto a la guitarra de Rafael Rodríguez, una de las más personales del acompañamiento actual. Por tangos estuvo radiante, redonda; se le nota la vena granadina en sus movimientos, su lenguaje corporal la delata. Hasta que enlaza tientos, taranto y cartagenera, momento en el que se pone seria y procesa baile. Bulerías en la voz de Méndez, recuerdo a La Paquera, ecos romanceados y baile de la caña. Con bata de cola, utiliza ahora el mantón como otra parte de su cuerpo, otra extremidad, a la que dominó con gracejo. Ni la limitada iluminación ensombrecieron el estreno de ‘Tr3s’ en Granada.

Para el martes, un cambio de tuerca en los modos de danza. La sevillana Isabel Bayón presentó una propuesta solida y cándida. Sin desaparecer de la escena, sus líneas son clásicas, la escuela sevillana está omnipresente. La herencia viva del baile de Matilde Coral aflora, en tanto que Mario Maya recibe también su admiración. Cabalga de uno a otro, pero siendo ella y aportando una personalidad propia. Las voces en off de Matilde, Mario Maya y Chano Lobato contando sus anécdotas dejan a la bulería el tempo para que remate Bayón, no sin antes escuchar a Canito y su sonanta, con 6º en RE, escuchar las voces de David Lagos y Miguel Ortega. Saliendo del 3X4 el cambio a tangos propicia las mudanzas de la sevillana, donde explota con sabiduría la expresión de su cuerpo. A un paso se encontró con el garrotín, se ve la mezcolanza del baile clásico con el toque conceptual y moderno de Canito y Jesús Torres. Con atuendo de bandolera, y tras dejar a David Lagos con una soleá antológica, el cante por serrana en la silueta de Isabel. Muy moderada en esta parte de la noche no aprovechó para sacarse todo el partido y el jugo que pudo exprimirse de esta escena, que acabó en fandangos abandolaos. De nuevo Canito, se aferró a si guitarra y volvió a despuntar amén del baile de farruca. Compromiso con su personalidad, se propuso reivindicarse a sí misma, y mostrarnos lo mejor de ella. Sobriedad y grandeza en las tablas, decisión y empaque flamenco. Para rematar la faena, alegrías y caracoles con la voz de Chano Lobato y fin de fiesta por bulerías.

Mercedes Ruíz y parte de su grupo de siempre, acaparó la atención del miércoles. Presentó el guión de su espectáculo “Mi último secreto”. Con su inseparable e imparable Santiago Lara a la guitarra, se acompañó de la voz del ‘Londro’ y de la percusión de Perico Navarro. Jerez nunca ha presumido de escuela de baile, ni de generaciones anteriores de bailaoras de primeros niveles. No sé si este rol lo asumirá en el futuro Mercedes, pero me queda claro, que si no lo hace ella, no lo hace nadie. Es una bailaora inconmensurable. Desplega una carga emotiva en cada movimiento, en cada mirada, que la transmite al público. Tanto es así, que los mayores elogios de la semana fueron para ella. Con farruca, cercana a la estética de Carmen Amaya, demuestra que sus pies tiene la fuerza de un huracán guiado por la flamenquería con apuntes toreros en sus brazos, en sus dedos. El Londro se encomienda a Chacón por granaínas y espera por caracoles, a que la jerezana aparezca con bata de cola roja. Una correcta entrega con el atuendo como expresión visual, a pesar de esperar un silencio que en el baile de caracoles no existe. De nuevo la voz seca del Londro por pregones y el solo de Navarro dan pie a la bulería por soleá. Radiante, extremadamente flamenca, magia sin barita. Lo jerezano asoma a espuertas cuando por fiesta se lía como si aquello fuera una casa de vecinos. Ese momentito de ‘jarana’ se repitió hasta en dos ocasiones, en las que el público agradeció su paso por el Corral. ‘Grande’ Mercedes.

El final de la semana nos trajo de nuevo el aire sevillano. Rafaela Carrasco estrenó en Granada un espectáculo singular que ya viéramos en Barcelona hace un par de meses. En aquella ocasión no tuve claro si el estreno estaba verde o es que era un concepto diferente al que nos tiene acostumbrados. El resultado es que el espectáculo es diferente. Ha desarrollado nuevos conceptos escénicos, en el conjunto, que por desgracia le restan protagonismo. Brillantez en cada aparición por el escenario, que te deja con ganas de más, justo cuando empiezas a disfrutar de su baile, se termina. Con Antonio Campos en un homenaje a Mario Maya, composición propia, de voz y de música, (se tocó él mismo) la guitarra de Canito introdujo bulería lenta que conceptualizó y corporalizó la figura de Rafaela. Escasa en el tiempo pero profunda y vanguardista en la forma. Fandangos de Huelva de Campos en solitario, y la Rafaela más flamenca se ve. Liviana, serrana y desglose de actitudes clásicas, probablemente lo mejor de la noche. Dúo de guitarras de Canito y Torres, e inexplicablemente, de nuevo fandangos, pero esta vez naturales. Otra fugaz aparición de la sevillana con ritmos de bosa-nova de nuevo, con aprovechamiento sustancial de recursos flamencos. Un final a golpe de panderos con el son del fandango punteado cercano a la jota zamorana y otro fugaz destello de baile, pero como antes, la miel en los labios. Sólo el final por fiesta dejó cierto sabor a melaza para finalizar la semana. 


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