La Piñona, las polifonías y los piñones

Lucía la Piñona - Teatro Cervantes

Lucía la Piñona - Teatro Cervantes

Lucía Álvarez «La Piñona» lleva a Málaga «Insaciable»

Llegas a Málaga y te conviertes en uno más de los turistas que zumban por sus calles arrastrando sus cuerpos y sus maletas en busca de sol, playa, alcohol o sardinas. En el Teatro Cervantes se celebra el ciclo “Flamenco lo serás tú” que fue como tituló un disco el inimitable Tino di Geraldo que ha marcado el compás de las últimas décadas, repasen los discos de Tino y encontrarán muchas razones para ser y estar orgullosos de ser flamencos y… para estar orgulloso de el resto de las músicas populares. Tino había transformado una frase de Sabicas para enriquecer el panorama y la frase ha quedado para los restos, osea esos restos somos nosotros que nos quedamos sin saber elegir entre la promesa o el desplante.

Noche de estreno en el Cervantes y vemos algunos notables del flamenco, pero pocos turistas poblando las nutridas gradas. Al rato uno descubre que ya ha visto el espectáculo y resulta que “Insaciable” explora el universo de la bailaora, con la asesoría de Sara Arguijo en una coreografia de Estevez y Paños que respeta el universo creativo de La Piñona. Ahí es donde interviene el público que también respeta los silencios de una obra que en la primera parte trasmite aires contemporáneos. La narración avanza mientras la compañía va recogiendo aplausos de cada cuadro mientras que la protagonista va repartiendo juego.

Es ahí es donde encontramos el mecanismo, el punto de apoyo. La obra es coral, la bailaora no se luce, provoca y dinamiza los movimientos en la música y el baile que gira a su alrededor como lo hacían las bandas de Miles Davis en su regreso en los años ochenta donde los músicos se subían a la montaña rusa que proponía el jefe, un mecanismo que desencadenaba a toque de trompeta.

La escena gira y se mueve sutilmente, de vez en cuando vemos los hilos de Estevez y Paños cuando uno de los cantaores atraviesa la escena de izquierda a derecha a ritmo de milonga, poniendo el valor la música por encima del cante. Aquí es donde hay que recordar que el espectáculo nació con el aliento de El Mati que ahora milita en las filas de Sara Baras pero que ha dejado en “Insaciable” la vocación de experimentar en las polifonías vocales con las que trabajó Morente y por ahí se van encontrando los duendes al espectáculo con tres cantaores que se turnan en la diferencia y así interpretan el bolero “Un compromiso” que Antonio Machín llevó a la radio cuando era el único negro visible en tiempos de Franco y “el chino” era Juanito Valderrama.

Los cantaores son Jesús Corbacho, José el Pechuguita y Ezequiel Montoya “Chanito” con la guitarra de Ramón Amador que alimentan la parte flamenca de Jonatan Miró y la Piñona que bailan los palos esenciales con elegancia y gusto y que abordan de manera natural los episodios en los que “se salen del tiesto” y se canta el “libre, libre quiero ser” de los Chichos o la Piñona rapea para dejar claro que en su tratado de “estética flamenca” caben muchos estilos musicales.

Ennumerar esos momentos, uno a uno, puede parecer que estamos ante un espectáculo rompedor y/o rupturista y no es el caso. Por ejemplo no hay más percusión que la de las manos y los pies (más alguna base pregrabada) y nos demuestra que es un espectáculo con todos los elementos necesarios para entender a nuestros contemporáneos visualizados como los artistas que tenemos aquí y ahora. No a los artistas que vamos a entender en décadas venideras.

Ahora que casi no se venden discos estamos a partir un piñón con las músicas que nacen en los espectáculos de danza y volver a preguntarnos ¿Qué fue primero? ¿La música? o ¿El baile?

Fotografías Juanjo M. Fuentes

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