Jerez Flamenco: Paco Cepero, Macanita y Joaquín Grilo

Jerez Flamenco:
Paco Cepero, Macanita y Joaquín Grilo


Jardines de Sabatini – Veranos de la Villa

Madrid –
15 agosto 2008

 

Al calorcito de Jerez

Texto: Pablo San Nicasio Ramos
Fotos: Paco Manzano

A Jerez siempre hay que tenerlo en cuenta. Es como la cantera de los grandes equipos de fútbol, que aunque parezca que no, siempre sacan dos o tres nombres al año que se ponen a circular, derrochan arte y acaban en todos los carteles. Y si uno se pone a mirar en las listas los que vienen de ahí abajo, no acaba.


grupo de Paco Cepero

Jerez es una de las cunas y Jerez tenía que tener un día grande, un homenaje.

El día de la Virgen de la Paloma y de tantos y tantos nombres, día de verbenas y fritangas, día de capeas y chiringuitos, llegó de nuevo la fiesta y el ole a Sabatini. Tocaba evocar aires del barrio de Santiago.

Paco Cepero fue el encargado de abrir. No era fácil porque ya empieza a refrescar por la noche, la gente como que no se cree eso de que el verano tiene sus altibajos y, si en el escenario no pasa nada, a ya uno le empieza a entrar frío.

No fue el caso. Bien es verdad que Cepero es un guitarrista que ha sobrepasado con creces la edad en que a un tocaor ya no le responden los dedos como quisiera, pero su caso es particular porque su concepto de la guitarra sí admite prórrogas. Es más, fue el intérprete que acaparó más tiempo en el escenario y tuvo nada menos que diez asaltos para reivindicarse.

Con un grupo ideado para remarcar sus melodías (dos guitarras, violín, bajo y percusión), Cepero repasó sobre todo sus dos últimos discos, haciendo especial hincapié en los temas más melódicos y acompasados de “Abolengo”.

Con su sonido percutido, los bordonazos tan suyos, el aire jerezano total, los característicos golpes de pulgar “hacia arriba” y unos apreciables picados, Cepero caldeó con ganas unas butacas que estaban llenas casi al cien por cien.

Paco Cepero, se nota, ya toca más para él que para los demás. Está en un momento en que sale al escenario para decir que es y ha sido guitarrista siempre. Aunque de sus cientos de composiciones hayan salido tantos y tantos éxitos para la canción durante décadas.

Fue un recital de guitarra más en la onda setentera que en la actual, donde prevalecieron los “temitas” cortos con tempos acelerados. Por otra parte, donde él está más a gusto. Cuando llegó la taranta y la siguiriya se notó algo de bajón comunicativo.

Cepero demostró no obstante que tiene recursos para salir de los apuros y que el que tuvo retuvo. Con su mítico “Agua Marina” cerró más que bien su apuesta.


Macanita & Parrilla

Parte intermedia para el rugido de la Macanita. Solo cuatro cantes. Tientos-tangos, soleá por bulerías, siguiriya y bulerías.

Muy homogénea su actuación,  pero siempre en un buen nivel. La jerezana es de las pocas cantaoras que llena verdaderamente el escenario estando sola, que expresa y a la vez arrolla. Quizá la más gitana de las tragedias cantaoras es la suya, aunque a veces el compás ayer le hiciese algún juego del escondite.

Con su solvente Parrilla al toque y dos palmeros, Tomasa se centró sobre todo al final, en la siguiriya y las bulerías. Supo a poco de todos modos.

Y el acabose, con las danzas tribales de Joaquín Grilo. Jerezano por más señas de la quinta de Macanita.


Joaquín Grilo

Bailaor de sobrados recursos en los pies y originalísimos momentos con los brazos y cuello. Algún día deberán analizarse las líneas que traza la cabeza de este bailaor cada noche. Dos grandes momentos ofreció, por bulerías y alegrías. Su cuerpo no tenía tendones humanos y era pura marioneta a compás.

Su gran conexión y simpatía, desde el primer minuto no fueron recursos de cara a la galería porque de hecho el público no sabía exactamente cómo responder ante desplantes inusitados y coreografía tan personal, cincelada a base de intimidad. Todo lo que bailaba Grilo describía algo muy suyo, incluso cuando parecía un personaje más de cómic que un bailaor.

Su despedida a cámara lenta, con el grupo siguiéndole (algo ya habitual en él) nos sugirió que todo es relativo. Que, a nuestro pesar, se iban demasiado rápido. Llevábamos más de dos horas y, aunque no hacía ni mucho menos calor, la calefacción nos había llegado de frente y no teníamos ganas de apagarla.


Joaquín Grilo

Programación 'Flamenco en los Jardines de Sabatini' de los Veranos de la Villa



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