FLAMENCO BIENNALE III 'Qasida'Rosario 'La Tremendita' y Mohammad Motamendi

Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma

Resumen: FLAMENCO BIENNALE III 'Qasida'Rosario 'La Tremendita' y Mohammad Motamendi

FLAMENCO BIENNALE III
“Qasida”
Rosario “La Tremendita” y Mohammad Motamendi

Viernes, 28 de enero, 2011. 2030h. Bimhuis, Amsterdam, Holanda

Galería fotográfica Ana Palma

Cante: Rosario “La Tremendita“, Mohammad Motamendi. Guitarra: Salvador Gutiérrez. Palmas: Bobote, Oruco. Percusión: Luis Amador. Bajo: Jordi Gaspar. Kemanche: Sina Jahanabadi. Tar: Hadi Azarpira. Daf: Hossein Rezaee Nia.

El título del recital ya provoca.  “Qasida“, voz árabe, en español, “casida“, forma poética de la Arabia preislámica que llegó a ser recuperada en la cultura andalusí, según lo que he podido averiguar después de un veloz googleado. También Federico García Lorca o Miguel Hernandez escribieron poemas que llamaron “casidas“. 

Antes de cerrar el buscador, me puse a indagar acerca de la música iraní interpretada por Mohammad Motamendi, que comparte protagonismo con la cantaora Rosario “La Tremendita“ en esta presentación, e inmediatamente me impresionaron las frases, tan conocidas, acerca de la pureza o la falta de ella en este género tradicional, el peligro de extinción del mismo o la escasez de intérpretes clásicos entre otros temas.  Sorprendente paralelismo con el cante flamenco.  Es quizás el elemento más significativo de esta unión de músicas y culturas: dos jóvenes artistas que conservan los conocimientos de sendas herencias musicales, a la vez que ansían ampliar sus horizontes.

Los musicólogos nos dicen que siempre se detecta mayor semejanza entre la música de una misma época, que entre la de un mismo género que abarca diversas épocas.  Así que no es de extrañar que la música persa actual en la voz de Mohammad Motamendi encuentre un hilo de comunicación con el cante flamenco actual de Rosario “La Tremendita“.  A pesar de ser portadores de formas clásicas, ambos son hijos de la misma generación contemporánea del iphone, Ikea y el “macdona“.  La posible conexión entre la música persa y la flamenca es una romántica fantasía que no es apoyada por los historiadores especializados, pero una comunicación puramente auditiva, aunque no tenga precedentes históricos, nace entre estos noveles maestros, que a pesar de no hablar el mismo idioma, buscan entenderse mutuamente mediante el idioma más universal de todos: la música. 

El espectáculo, producción de Flamenco Biënnale Nederland y Morgenland Festival Osnabrück, sigue la pauta de anteriores yuxtaposiciones similares que hemos visto en las dos ediciones anteriores de este ya consolidado festival.  En el 2006 hemos visto a Miguel Poveda y Duquende haciendo buenas migas con Faiz Alí Faiz, figura de la música qawwali, y en el 2008 la cantante bereber Cherifa Kersit buscó un denominador común con la guitarra del Niño Josele.  Son experimentos que pueden dar mejor o peor resultado, pero que nunca dejan de sorprender y estimular la imaginación.

En el hermoso café cantante Bimhuis con su vista panorámica de Ámsterdam como telón de fondo, y el acompañamiento de guitarra de Salvador Gutiérrez, “La Tremendita“ cantó por soleá, nanas, siguiriyas y tientos con un decir casi onírico que complementaba la exótica oferta del compañero iraní, cuya hipnótica voz, acompañada por instrumentos persas, nos ubicó en su mundo.  Y ya ni sabes ni te importa si es un regreso al pasado del flamenco, o si estás mirando hacia un futuro vanguardista.

La petenera, con su musicalidad afín a formas hebreas que todavía se escuchan en la zona sefardí de Estambul, y que tienen eco en antiguas romances que fueron conservados por el Negro del Puerto, es el perfecto terreno casi común.  Luego, las dos voces se turnan dentro de medidas de tres tiempos, ella por fandangos, y él, con el cautivador sonido de su voz puntuada por “tahir“, una fascinante técnica vocal comparable al babeo del flamenco en cuanto a como recuerda al llanto humano.

Terminan en el compás adaptable de cuatro por cuatro, los dos artistas y sus respectivos músicos, pero el fin de fiesta, como no pudo ser de otra manera, fue por bulerías.

 


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