FESTIVAL DE NIMES – Andrés Marín 'El alba del último día'

FESTIVAL DE NIMES

Andrés Marín «El alba del último día»
Teatro de Nimes, Francia. 25 de enero, 2007. 2000h

PROGRAMACION
DEL FESTIVAL
ESPECIAL Festival de
Nimes 2007. Seguimiento diario

Texto: Estela Zatania

Baile, dirección artística, coreografía: Andrés Marín.Cante: José Valencia, Segundo Falcón. Guitarra: Salvador Gutiérrez. Piano: Pablo Suárez. Percusión: Antonio Coronel.

Una conferencia de Norberto Torres dedicada a la figura de Paco de Lucía, «Niño de Algeciras, Príncipe de Asturias», comenzó la cuarta jornada del Festival Flamenco de Nimes.A lo largo de la semana también se están ofreciendo clases magistrales de baile y de compás con Fuensanta «la Moneta», Andrés Marín y Diego Carrasco.

El primero de tres recitales en el gran Teatro de Nimes tuvo lugar por la tarde con «El alba del último día» de Andrés Marín.Estrenada en la Bienal de Sevilla, la obra ha ido destilándose, perfilando la claridad de una visión futurista y retro a la vez, una estética de los años treinta que aquí vienen referenciados con música popular de la época que suena por el teatro antes del comienzo de la obra, y audiovisuales que hablan de los tres grandes cafés cantantes, el Chinitas de Málaga, el Kursaal de Sevilla y el Suizo de Granada, que cerraron sus puertas en espacio de un año, justamente al comienzo de la guerra civil española.Es mucha carga histórica, pero haciendo caso omiso del programa de mano, todo es más fácil.

Una lección en como se puede emocionar mediante la compostura y la dignidad

El genio de Andrés Marín, y la gran calidad de los elementos que ha reunido para esta obra, ha dado lugar a una creación firmemente anclada en el flamenco más clásico, a la vez que luce una imagen de absoluta contemporaneidad.Son objetivos similares a los de Israel Galván con la diferencia de que los propósitos de Marín son más accesibles y directos, y el bailaor deposita toda su confianza en dos elementos imprescindibles: el cante y el compás.

Un piano a la izquierda del escenario, una plataforma metálica al fondo que luego servirá de tarima para bailar encima y una mesita redonda donde se sientan guitarrista, percusionista y cantaores es la sobria puesta en escena.El castañeteo de dados sobre la mesa es contestado por los pies de Marín.Silencios llenos de drama, e iluminación inteligente que saca provecho de la sombra proyectada de Marín con la que parece bailar en pareja.La malagueña que cantan a dúo Falcón y Valencia alternando y sobreponiendo los tercios, es un detalle genial que deja a todos embelesados.Es cuando recuerdas que Marín tiene una sólida formación en el cante que alimenta su creatividad flamenca.De hecho, el surtido de cantes interpretados es impresionante, desde tonás o caña, hasta fandangos de Lucena y Granada, soleá, siguiriya, tangos de Triana, cante minero…todo un lujo de cante.

Firmemente anclada en el flamenco más clásico, a la vez que luce una imagen de absoluta contemporaneidad

La desafinación de la guitarra en la siguiriya aporta un sentido dramático a juego con el sobrio baile de Marín, el sólido cante de la pareja cantaora y la inteligente percusión del sorprendente Antonio Coronel.Es un diálogo absolutamente coherente, una lección en como se puede emocionar mediante la compostura y la dignidad.

La soleá de Triana luce un perfecto clasicismo, y el bailaor te obliga una y otra vez a volver a plantear todo lo que habías pensado anteriormente acerca del flamenco.Andrés Marín es uno de los bailaores más interesantes del panorama actual.Explora nuevas fronteras y empuja los límites en una dirección siempre flamenca, revelando un futuro que ya tuvo lugar, y haciendo que todo lo que ha habido en el baile flamenco hasta ahora huela a refrito.Otras obras gustan menos la segunda vez.Esta sólo crece y te deja deseando ver más de lo mismo.

 



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