Festival de Jerez: Isabel Bayón / Rancapino hijo / Ángeles Gabaldón

Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma

Miércoles, 27 de febrero, 2013. Jerez de la Frontera

Especial XVII Festival de Jerez – Toda la información

TRES PERSPECTIVAS DEL FLAMENCO AL NATURAL

ISABEL BAYÓN “CAPRICHOS DEL TIEMPO”
Teatro Villamarta, 2100h

La sevillana bailaora Isabel Bayón presentó su obra “Caprichos del Tiempo” la noche de miércoles en el Teatro Villamarta.  Empleó su forma sencilla y limpia de bailar para representar un libreto rebuscado sobre el ciclo eterno de modernidad y antigüedad, y el proceso que hace que ambas condiciones desarrollen y sean percibidas.

Más elocuente en este respecto fue la imagen de portada del programa donde vemos a Isabel mirándose en un espejo, ajustando el mismo tipo de montera que empleó con doce años para bailar rondeña.  Tres décadas más tarde, sigue fiel a su personaje artístico, un planteamiento basado en el control, el distanciamiento de las emociones y la belleza de las formas.

“Caprichos del Tiempo” es obra sólo en el sentido más amplio.  Lo que se ofrece es Isabel Bayón como protagonista única de una larga serie de bailes…sentada haciendo pies al estilo de Mario Maya o Manolete, una malagueña, su habitual arreglo de cante abandolao, la obra de arte que es la farruca de Sabicas o guajira entre otras cosas.  Suena la voz de Vallejo por siguiriya, luego canta el Londro y remata Vallejo por Manuel Molina (habiendo tantos estilos de remate para el baile, se abusa terriblemente del Señó MM) y alegrías con bata de cola (las alegrías de Córdoba se llevan mucho este año en el Festival) que sirve de despedida.

Es un auténtico maratón de baile para Isabel que apenas descansa a lo largo de casi hora y media, apoyada por las guitarras de Jesús Torres y Juan Requena, el cante de David Lagos y el Londro y la percusión de José Carrasco.

 

 

 

 


 

RANCAPINO CHICO

Ciclo:  Los conciertos de palacio
Palacio Villavicencio, 1900h

De nombre artístico, Rancapino Chico, este joven cantaor es bisnieto de la Obispa, sobrino de Orillo del Puerto y cómo no, hijo de Alonso Núñez Núñez “Rancapino”, uno de los veteranos más queridos por la afición hoy en día.  Aclarada la intachable genealogía, hablemos de su actuación ayer en el acogedor salón del Palacio Villavicencio.

El joven empezó por soleá, muy en la línea del padre, y con el público implicado desde el primer instante; había el lógico ánimo de ver una continuidad de tan admirable escuela.  Esa responsabilidad le debe haber pesado, porque lo hemos notado más nervioso que el verano pasado en el Viernes Flamenco de Jerez cuando se ganó fácilmente a un público multitudinario al aire libre.

Por alegrías se centró mejor, y a continuación se metió por unos tangos camaroneros, el legendario “Rosa María” y otros cantados por el Turronero o Marelu, composiciones de Paco Cepero, todo un viaje a los años ochenta que este cantaor ha tenido que asimilar a través de su ilustre padre.  Fandangos naturales y de Huelva, bulerías…un repertorio cortito que no impidió la reacción efusiva del público.

Mención especialísima para el Niño de Periquín, el Jerito, por su sensibilidad y respeto al acompañar, y que no aparta la vista del cantaor ¡ni cuando toca falsetas!

El rostro de Rancapino padre que estaba sentado a mi lado y soltaba el ocasional “¡bien!” o “¡eso es!” fue un hermoso retrato de orgullo.  

 


 

ÁNGELES GABALDÓN “CON CORRIENTE”
Ciclo: Muy flamencos
Sala Compañía, 12 medianoche  

Hay que tener valor para hacer lo inaudito, para apartarse del montón y declarar tus intenciones y objetivos con absoluta claridad.  Pero no sólo valor, sino la capacidad e inteligencia para hacerlo funcionar.  

O a lo mejor es simplemente que aquello que se enseña a todos los escritores, de escribir sobre lo que conocen a fondo, también se puede aplicar al baile.  Porque Ángeles Gabaldón recibió una formación de lo más tradicional y académica.  Trabajadora que es, ha presentado ya varias obras de mediano y gran formato.  En aquellos proyectos anteriores, realizados en tiempos de abundancia, la bailaora se permitió la experimentación, cada vez más vanguardista, porque además, fue la mejor manera de atraer las subvenciones públicas que prácticamente han dejado de existir.  

En el año 2013 ya no hay dinero.  No sólo los artistas, sino todas las personas tenemos que limitarnos a lo que tenemos a mano.  Y lo que tiene a mano Ángeles Gabaldón es el buen gusto y los conocimientos acumulados tras muchos años de oficio.  Esta vez llegó al Festival de Jerez con lo puesto.  No buscó la falsa sencillez de un escenario vacío sin cante ni guitarra, sino la “complicada” sencillez de cante y guitarra para acompañar su baile.  Sin cajón ni percusión ni instrumentación ni atrezzo…ni siquiera libreto más allá del expreso objetivo de recuperar las formas y accesorios de antes.  

Lo más notable fue que logró recrear aquella estética sin que fuera “homenaje”, sin que pareciera una recreación.  El garrotín con sombrero cordobés, siguiriyas con bata de cola y palillos, guajira al cante antiguo con pericón y elegante vestido salpicado de lentejuelas, alegrías (van cuatro bailes completos) con bata de cola blanca y mantón de color salmón; ya llevamos dos días seguidos de luz y color sobre el escenario, a ver si es el principio del fin de la moda de todo negro.

El dúo cantaor, David Lagos y el Londro, que hacían doblete con la compañía de Isabel Bayón en el Villamarta dos horas antes, se lució tanto con el baile como en el interludio de cante a palo seco, con una interpretación admirable del pregón del Niño de las Moras que realizó David.

Y esa guitarra.  No pudo ser otra que la de Rafael Rodríguez “El Cabeza”.  Casi el único hoy en día no infectado del “virus J”…las armonías de jazz están ausentes, y aún así su toque suena actual y dinámico, rebosante de energía y personalidad.

Un espectáculo fresco que refleja la línea actual a través de las formas clásicas.  El hecho de emplear accesorios que habían pasado de moda, o cantes prácticamente en desuso, no pone fecha a este trabajo.  De hecho, Ángeles Gabaldón nos obliga a reconocer que lo único que nunca está de moda es el mal gusto.

 


 

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