Fefa Gómez, Mariangeles Fernández, Esperanza Fernández, Isabel Bayón

Resumen: Fefa Gómez, Mariangeles Fernández, Esperanza Fernández, Isabel Bayón

16 FESTIVAL FLAMENCO CIUTAT VELLA
Fefa Gómez
Mariangeles Fernández
Esperanza Fernández
Isabel Bayón

20 de mayo
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)


Texto: Manuel Moraga
Fotos: Ana Palma

Especial 16 FESTIVAL FLAMENCO CIUTAT VELLA, programación, reseñas, fotos y videos

Mujeres

El cartel del 21 de mayo en este Festival Flamenco Ciutat Vella estaba protagonizado exclusivamente por mujeres, y tres cuartas partes de ellas, gitanas. Las mujeres son imprescindibles en la vida, afirmaba Lluis Vidal, del equipo de Taller de Músics, al término de la velada. Él lo decía desde un punto de vista existencial, pero no le falta tampoco razón si aplicamos su máxima al arte flamenco. Ayer, las mujeres demostraron que el flamenco también le debe mucho a su género.

Relataremos en sentido cronológico inverso lo que vimos ayer en el CCCB. Isabel Bayón cerró el Pati de les Dones (cuyo nombre es una nueva muestra de la importancia de la mujer en la vida). Y aun a riesgo de caer en la reiteración, no podemos dejar de destacar que de una u otra forma esta artista –al igual que dijimos ayer de Rafaela Carrasco- conserva en su cerebro algunos de los muebles de su maestro Mario Maya. Y no es baladí recordarlo, porque las fuerzas en el sistema flamenco parecen en general más centrípetas que centrífugas. Mario Maya demostró, entre otras cosas, que la labor de un buen maestro no es invertir en su propia gloria –como ha ocurrido en más de una ocasión-, sino procurar la gloria del discípulo. Solo así se explica de de esa escuela saliera la vanguardia de la danza flamenca actual empezando por Belén Maya, pasando por Israel Galván y Rafaela Carrasco, y terminando en Isabel Bayón, entre muchos otros (y otras).

 

Dicho esto, Isabel Bayón vino a Barcelona a ofrecer su versión más clásica de sí misma, dentro de lo que puede entenderse en ella como clasicismo. Su propuesta se llamó “Tan solo flamenco” y comenzó nada menos que con unos martinetes de La Piriñaca (otra mujer). No tardó mucho Isabel en exhibir unos preciosos juegos de brazos, hombros, manos y, sobre todo, de muñecas. No es bailaora de arrebatos, sino de sensibilidad, de dibujar en el aire trazos finos. Su primer gran baile fue la seguiriya y con ella se fue soltando. Bailó después por farruca, estilo muy propicio a la composición de estampas, y las propuso con un vestido corto de negro luto –más en la onda de un Purificación García o similares que de estética flamenca- que le daba a su baile naturalidad y elegancia al mismo tiempo. Lo único que desentonaba un poco eran los zapatos: un modelo semi cerrado que le hacía demasiado grandes los pies, o cuando menos, algo desarmonizados con respecto al resto del cuerpo. En cualquier caso, una farruca clásica pero original y hasta con un punto de glamour.

Isabel Bayón cerró su actuación por alegrías con bata de cola, que siempre es una delicia cuando se hace bien. E Isabel domina también ese arte. Ahí da rienda suelta a su sensualidad, al manejo ágil y gracioso de brazos y manos, al la musicalidad de sus pies. La Bayón se reconoce bien en esos estilos y maneja la bata con gracia y con aire. La coordinación entre música y baile, excelente. El único “pero” que le pondría es quizá la excesiva –a mi juicio- duración de los bailes, lo que propicia que en cierto modo pierdan intensidad en su desarrollo. Eso es algo que ocurre con mucha frecuencia en el baile, en general. De todas formas, la Bayón es mucha Bayón y verla bailar siempre enriquece. Además se raspó casi todas las piezas. Y que no se me olvide mencionar a sus músicos, todos de una calidad excepcional, como Jesús Torres (excelente guitarrista y persona, creedme), Paco Arriaga también en la guitarra, Antonio Campos y Miguel Ortega al cante y Antonio Coronel en la percusión.

Previamente, en el mismo escenario expuso su arte Esperanza Fernández. O, para ser más justo, expusieron su arte todos los músicos que subieron a las tablas, porque es obligado destacar la reivindicación del arte de las palmas que hicieron José Manuel Ramos y Miguel Vargas: una cosa es llevar el compás y otra cosa es crear y aportar con las palmas. Óle de verdad. Y qué decir de Miguel Ángel Cortés y sus pedazos de falsetones. Todo en el escenario suma, colabora… No se propone nada que no se haya trabajado y contrastado. En fin, cuestión de profesionalidad… Y ahí estaba Esperanza cantando por alegrías un homenaje a Triana. Después pasó a exponer un tratado del cante por soleá (fundamentalmente de Alcalá) interpretando por este estilo las letras de José de la Tomasa (creo recordar). En estos lances terminó ya bien templada y transmitiendo. Punto justo para la seguiriya, en la que fue buscando en su voz limpia otras texturas, casi de ruptura. El remate fue especialmente emocionante con un magnífico Miguel Ángel Cortés.

Espacio para los tangos de Triana, en los que el guitarrista hizo una escapada a Granada. Son tangos que Esperanza trabaja muy bien y les da un aire entre desenfadado y trágico que los hace muy atractivos. Y terminó por bulerías cantadas y bailadas por la propia cantaora. Bulerías de diferentes registros, donde tan pronto recortaba a lo jerezano, como dejaban caer aires de Lebrija, por ejemplo. Y sin micrófono ya, a pelo, sacando de sí todo su interior, Esperanza puso un gran cierre a su actuación. Y el público encantado, por supuesto.

La sesión de tarde del Hall comenzó con Fefa Gómez, que sustituyó a su hermano Joaquín Gómez “El Duende”, que era en realidad quien venía en el programa. Fefa comenzó algo arrebatada y quizá demasiado gritona por alegrías. Probablemente estaba algo tensa. Tiempo tuvo de calmarse en la soleá y ya en los tangos empezó a disfrutar, y nosotros con ella. Tiene un cante valiente y bonito. No escatima. No se guarda. Deja muy buen paladar y sabe cantar para adentro y para afuera. En las bulerías finales es donde más se lució, y con ella el resto de sus compañeros, especialmente el magnífico Juan Ramón Caro, que estuvo sembrado de verdad, tanto en el acompañamiento propiamente dicho, como en sus falsetas, como en sus picardías y sus juegos rítmicos con los palmeros. Por cierto, es la segunda vez que vemos en el Festival al bailaor catalán Iván Alcalá acompañando a las palmas. Ya le vimos con Rafaela Carrasco, y nos alegra ver que el tesón va dando sus frutos. Como decíamos, buen sabor de boca el que dejó Fefa Gómez. Esperamos verla con más frecuencia.

Y cerró la sesión del Hall Mari Ángeles Fernández acompañada por Chicuelo. Arrancó por taranta…. Un paréntesis: tengo la sensación de que la letra de la taranta que hizo esta cantaora, esa que dice  “Entre Chinchilla y Bonete…”  arrastra un error. No hay, que yo sepa, una “Puebla” en la provincia de Albacete. En todo caso sería La Roda, es decir: “La Roda y el Quintanar, entre Chinchilla y Bonete…”. Fin de paréntesis…. Decía que por esos terrenos comenzó Mari Ángeles Fernández, a quien no hemos visto un cambio sustancial en su expresión. Tiene mucho gusto, una afinación perfecta, dibuja bonito el cante y busca su pellizquito, pero… que Dios me perdone, pero a mi juicio, su voz no acaba de cuajar suficientemente, no termina de ajustarse a lo que se espera de la estética flamenca. A su expresión le sigue faltando consistencia.

 

Cuatro mujeres protagonizaron esta velada de mayo. Bulerías, soleá, taranta, seguiriya, farruca, alegrías… la mayoría de los estilos que se interpretaron ayer son del género femenino ¿casualidad?

Especial 16 FESTIVAL FLAMENCO CIUTAT VELLA, programación, reseñas, fotos y videos


Salir de la versión móvil