El último bis en casa de los Porrina

Pakete & Antonio Sánchez - Café Berlín

La noche extremeña tuvo momentos deslumbrantes de heroísmo musical. Después de unas bulerías en las que no había sitio pa más arte, parecía que la cosa pasaba por disolver la fiesta y a otra cosa, mariposa, que todo el mundo es consciente de que nadie puede volar más alto. ¿Nadie? Ahí estaba Pato con su abrigo y su bigote y anunció el último bis. Se hizo el silencio Pakete y Antonio Sanchez cruzaron las guitarras, José Suarez cedió el cajón a su tío Sabú y reapareció el cante de Juan Antonio Salazar pa cantar su himno “la calle la Costanilla, la calle de los enamorados”.

Vayamos al principio: empecé a escuchar a Juan Antonio Salazar por los videos que colgaba Pakete en las redes, unos videos grabados en la calle a deshoras en los que aparecía un cantaor diferente, anarquista y bohemio que era el compositor de cantes que interpretó Camarón…

-Ehhh que he dicho que vayamos al principio… de la noche.

Noche grande en el Berlín. Juanjosé Suárez “Pakete” es uno de los grandes guitarristas de la historia del flamenco, un maestro en plena madurez que debería grabar dos discos al año. Ya saben que en el flamenco no hay justicia, ni se venden discos así que cada noche de concierto Mr Paket nos demuestra que no hay nadie en el mundo como él. De pronto, suena una voz fantasmagórica que parece ser la del patriarca Porrina de Badajoz, al que llamaban “marqués” por el porte y las maneras. Me contaba Alfredo Grimaldos que en los años cincuenta tuvo un idilio con Amália Rodrigues que intentaba llegar hasta el cantaor metiendo su coche americano por las estrechas callejuelas que rodean la Plaza Alta. Así Amalia, la reina del fado, se quedaba atascada y desvelaba su pasión flamenca.

Al lío. Al lado de Pakete está un guitarrista llamado Antonio Sánchez, un sobrino de Paco de Lucía y se sientan dos cantaores: Guadiana y JuanFran Carrasco. Guadiana es un cantaor de esos que gustan a los que saben (y han escuchado mucha música); crecido a la sombra de su hermano Ramón el Portugués que inspiró varios cantes a Camarón y que dijo aquello de: “Camarón es una fuente y yo soy un caldero”.

A Guadiana hay que escucharlo, no es tan espectacular como lo era Ramón pero cuando se queda en el centro del escenario y Pakete comienza a desarrollar la guitarra que lleva dentro (en la que hay mucho jazz) Guadiana se convierte en un “crooner” flamenco. Me encuentro con el saxofonista Pablo Hernández Ramos que me cuenta que el próximo día 17 hay un homenaje a Ramón el Portugués y a la Kaita en Badajoz. Ramón se retiró cuando una operación nos arrebató varias cuerdas vocales y por allí andaba viendo triunfar a su hijo (Pakete) y a toda la familia que se subió al escenario que fueron pocos y muy bien elegidos.

El recuento de la primera parte cuenta con el deslumbramiento del cantaor Juanfran Carrasco, un extremeño que muy pronto estará en las programaciones. Es uno de esos talentos naturales que tiene un quejio de esos que no se pueden aguantar. Comenzó cantando a “El último mohicano”, algo que, de momento, supera mis entendederas literarias flamencas. Lo que sí es evidente es que llega con repertorio nuevo y que es uno de esos fenómenos de la naturaleza que esperamos que cuaje. No sabemos si tiene que seguir el consejo que se dio a sí mismo Juan Cantero: “Cuando llegué a Madrid, lo primero que hice fue construirme la chabola y después comprarme un tocadiscos para estudiar, porque con lo que yo sabía (tangos y jaleos extremeños) no podía salir adelante en el flamenco”.

La segunda parte fue como la primera pero con el añadido de varios milagros y otros prodigios. Pakete invitó a Niño Josele a unirse a la fiesta “y no sé si habrá un piano por ahí para su hijo Josele Heredia”. ¿Un piano? ¿Y por qué no añadimos un afinador y un ratito para hacer una prueba de sonido? En ese momento vi al héroe de la noche, el técnico de sonido que le dijo algo al oído a Pakete y… en lo que tardé en hacer aguas menores estaban interpretando “Ziryab” y detrás de las cortinas Josele Heredia estaba tocando un piano de media cola que sonaba afinado y ecualizado. Ya saben que esa composición es de Paco de Lucía que grabó junto a Chick Corea maestro y mentor de Josele Heredía hijo de Niño Josele al que acaba de cederle la silla y la guitarra Antonio Sánchez el sobrino de Paco… Esas son las conexiones que permiten que un estilo musical nacido hace 40 años, el jazz flamenco, sea la principal novedad en el mundo del jazz. Estaban en todo lo alto del “Ziryab” cuando apareció Guadiana y comenzó a cantar por bulerías sin parar el mecanismo que habían desencadenado Pakete y los Joseles. Otro prodigio digno del mejor Sinatra y que hubiera tenido que escuchar Wynton Marsalis para comprobar cómo se pasa del jazz a lo siguiente sin que ningún músico caiga herido. Luego ocurrió el prodigio final con Juan Antonio Salazar, un duende que hizo posible la libertad creativa de la que estamos hablando.

Juan Antonio Salazar es un caos, una montaña rusa en la que sus cuerdas vocales son incapaces de armonizar toda la belleza que alberga su concepción musical. Así que no se preocupen si no les gusta la primera vez que intentan conectar con su cante, pueden escuchar la maravillosa versión que ha hecho Israel Fernández de su “Carmen” cantada como Dios manda. Yo prefiero el original, me recuerda a muchos genios del siglo XX, una mezcla entre Charlie Parker, Jaco Pastorius y Ornette Coleman pero en flamenco.

Y otro día hablamos de los cajones de los Porrina. Pakete eres lo máximo.

 
 
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