Buscando el duende, aquí y en el Japón

Estreno mundial de una obra en la que Begoña Castro viaja desde el flamenco a la danza butoh con Jerónimo Maya y Paco de Pozo.

Fotos: Manuel J. García

Hay gente que entra en el flamenco de la mano de Federico García Lorca; así que en los primeros pasos el poeta se convierte en un guía para la aventura en la búsqueda y captura del duende. Con el paso de los años te das cuenta que los flamencos hablan poco del asunto y no es por falta de fe, yo creo que no se mienta por si se espanta.

No conozco mucho la cultura japonesa más allá del cine de Kurosawa y conozco menos los mecanismos de la danza Butoh, que recordemos es una creación nacida tras las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki que toma elementos del teatro tradicional como el “kabuki” y el “no” mezclados con elementos de la danza contemporánea occidental.

Así que la danza Butoh comparte con una parte del flamenco el amor por el baile lento, el expresionismo en los gestos que la danza butoh exagera en el maquillaje hasta lo grotesco y aquí es donde merece la pena recordar una experiencia vivida el pasado siglo cuando el grupo de José Antonio Galicia se presentó en la sala Suristán e invitó a un grupo de danza Butoh a colaborar en el concierto. Aún no me he repuesto del shock de aquellas imágenes. 

Ya saben que El Gali fue un pionero del jazz madrileño y un baluarte del nuevo lenguaje del jazz-flamenco que cultivó con Camarón, con Morente y con todo bicho viviente. Armando Ruah, uno de los gestores del Suristán, me comentó recientemente que aquella colaboración tuvo un problema de comunicación extra debido a la dificultad de las traducciones… por que los bailarines eran sordomudos. Así que había que añadir al traductor de japonés-español, un traductor en lengua de signos.Aún no he visto la grabación que realizamos con Rauluz para el programa “Más ke músika” (Tele K, la tele de Vallekas) pero el impacto de la experiencia aún me persigue.

ESTÁ MU LEJOS JAPÓN

La bailaora y coreógrafa Begoña Castro lleva dos décadas investigando la relación entre el flamenco y la danza Butoh y define la obra como una inspiración en la esencia del haiku – «poesía del alma a través de la piel «-, en una obra que se compone de tres piezas: Crepúsculo (Tasogare), Vida (Inochi) y Presencia (Sonzaikan). En ellas se entrelazan flamenco y butoh, la sombra y la belleza invisible, la muerte como tránsito y la vida como un sueño leve.

La Castro se encarga de comunicarnos la transición desde el flamenco hacia esta manifestación del baile japonés y lo hace con la ayuda del cante de Paco del Pozo y del toque de Jerónimo Maya, un guitarrista en plenitud, al que hay que escuchar en los teatros y en las trincheras porque lleva unas temporadas por encima del nivel, y ya saben cómo está el nivel de los guitarristas extraordinarios.

El caso es que escogen los cantes más pausados para conectar con las esencias niponas. Creo que aún lo pueden hacer más lento. Es la sensación de alguien que ha llegado con prisas. No sé explicarlo mejor. “Tres haikus para Lorca” merece una oportunidad de ser sentido por el gran público y quizás merece una lectura más radical cercana al apocalipsis nuclear, el asesinato de Lorca, el genocidio… el OMEGA.

“Está mu lejos Japón” cantaba el grupo No me pises que llevo Chanclas está lejos pero no tanto como para no lucir los mantones de Manila, que eran de la china-ná-ná que venían por barco desde dónde sale el sol hasta México, viajaban en carros y carretas hasta la costa Caribe y llegaban a Madrid para que las majas los lucieran en las verbenas de Lavapiés. Begoña Castro le busca las vueltas a su mantón en un ejercicio que se me antoja renovador. Y el cante de Paco del Pozo se embellece con los ecos que asoman de Oriente y así trascurre la obra intercalando músicas e imágenes grabadas, avanzando hacia la presencia de la danza butoh.

El público que llenaba la sala negra entendió que en esta obra había que aplaudir al final, sin romper la armonía de lo parsimonioso. En el tercer haiku se cita el pelotazo de cazalla que se mete La Niña de los Péines en la narración de Lorca en su teoría del duende…claro que Pedro G Romero nos contó el otro día que Pastora Pavón no bebía, osea que Lorca se inventó lo de ¡Viva Francia! y el pelotazo alcohólico de después que anticipó un cante tan imaginado como lo de la cazalla.

Conste que imaginar es bueno y en el flamenco me parece justo y necesario. Por eso creo que el contacto del flamenco con la danza Butoh nos hace mejores y nos viene a neutralizar las manías asociadas a la velocidad, nos conecta con los abuelos y con los caldos bien reposados. Yo pienso volver para no perderme en disquisiciones quiero volver para concentrarme en Ima Tenko, su cara, su maquillaje y su máscara.

En los aplausos vimos los porcentajes y, aunque había un puñao de japoneses, ganaron los flamencos. 

SUMA FLAMENCA. Sala Negra Teatros del Canal. 
Tres haikus para Lorca
Begoña Castro, baile
Ima Tenko, danza butoh

Colaboración especial de:
Paco del Pozo, cante
Jerónimo Maya, guitarra flamenca
Begoña Castro, idea original y dirección
Begoña Castro – Ima Tenko, coreografía y danza
Miguel Romero Sirvent, dirección, composición y edición musical
Hiroshi Hattori (Taiko), Saki Kineya III (Nagauta), Yukari Kojima (Shodõ), colaboración de artistas japoneses
Marie Isabelle Poirier Troyano, arte Shibori
Begoña Castro y Akiko Yosano, voces en off
Manuel J. García, fotografía y vídeo
Begoña Castro, vídeoarte
Inmaculada Ortega, Vitalita y Begoña Castro, vestuario
Elsa Mateu, diseño de iluminación
Anna Bardopoulou, ayudante de iluminación
Jerónimo Maya, música original

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