Argentina en concierto. Jardines Sabatini de Madrid

Argentina

Jardines de Sabatini – Veranos de la Villa

Madrid –

10 de agosto 2008

 

Cante: Argentina. Guitarra: José Quevedo “Bolita”, Paco Iglesias. Bajo: Popo. Teclados: Alex Romero. Percusión: José Carrasco. Palmas: Bobote y Torombo. Coros: Toñi y Victor Carrasco

Texto: Rubén Gutierrez
Fotos: Paco Manzano

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

El ser humano siempre ha querido dejar constancia de sus heróicas gestas mediante obeliscos, arcos del triunfo, suntuosos palacios y bellos jardines. Pero una joven onubense solo tuvo que que erigirse ante el publico con su aterciopelada voz para demostrar el porque de su prometedora carrera. Argentina conquistó los oídos y los corazones de los aficionados veraniegos de la villa y corte, y bajo los muros del Palacio Real reafirmó su candidatura hacia un trono flamenco que seguro ocupará a lo largo de los años venideros.

La agradable noche fue la invitada de honor del recital, cual sueño shakesperiano, fue el mejor escenario para deleitarnos con cante del bueno. Hoy en día es difícil sorprendernos ante tanta información que recogen nuestro sentidos, pero he de reconocer que cuando uno pisa por primera vez un festival, siente ese cosquilleo que te produce  conocer algo nuevo. Aunque parezca extraño, también me estrenaba en un recital de Argentina con el grupo entero, pues hasta la fecha solo había tenido la oportunidad de saborear su cante en compañía únicamente de una guitarra. Nadie de los presentes salimos defraudados, y es que Argentina lleva a gala el haberse colado en un cartel donde la mayoría de los nombres que figuran en el mismo le pueden doblar la edad.

Su alternativa madrileña se refrendó hace unos meses en el Colegio Mayor San Juan Evangelista donde ya dejara buen sabor de boca. Pero en esta ocasión quiso ofrecer al publico madrileño el espectáculo que ya ha recorrido con éxito grandes escenarios de la geografía jonda y vino acompañada de un heterodoxo grupo de artistas de las distintas latitudes flamencas, para crear el mejor cocktail que uno pueda tomar en un noche flamenca estival. Se presentó vestida de rojo para dar una nota de color a  los tangos que abrieron la velada. En medio del escenario, puesta en pie nos ofreció un recorrido por letras propias y conocidas coplas que van desde Graná a Extremadura. Los coros y los instrumento más ajenos al flamenco dejaron el escenario para que la onubense diese su versión de los Fandangos de Lucena, con una acompañamiento de compás exquisito  entre el verdial y el jaleo. Solo se hará acompañar por las guitarras para cantar bien por soleá, con ecos de Alcalá y guiños a Tomás Pavón. Posteriormente hará la granaína chaconiana acompañada del Bola, que demostró la  complicidad del jerezanos con la cantaora.

Su poderosa voz toma las riendas en la seguiriyas aunque hubiese preferido que las mismas se hubiesen ejecutado si en el cajón, para de este modo poder paladear mas gustosamente su quejumbroso eco. Si hemos de destacar una cualidad por encima de todas de Argentina es su originalidad. Muchos desconocerán que recibió formación en una escuela de flamenco donde las mayoría de los alumnos parecen clones flamencos, con las mismas letras, estilos, incluso hasta poses en el escenario, pero ella ha sabido darle su impronta y no imita a nadie. Si es difícil que una joven voz se vaya abriendo hueco,  más aún con un sello propio, pero ella lo está consiguiendo.

Una rumba instrumental servirá para que se cambie de traje, y aparezca elegantemente vestida de negro con una chaqueta blanca haciéndole un guiño a la luna que la iluminaba. A partir de aquí toma el repertorio de su debut discográfico, y ofreció una serie de temas con aires más modernos, donde los juegos de las guitarras y los coros muestran  la frescura de las bulerías, tangos, y rumbas. Lo que menos me convenció fue el remate de los temas, pues muchos se quedaron en el aire, levantándose precozmente de la silla antes de la finalización de los mismos. También echamos de menos alguna pataita de Bobote y Torombo en las bulerías finales, pero la guinda de la noche sería el mejor dulce de este sabrosa velada. No se podía de olvidar de su  tierra, y los fandangos de Huelva estuvieron presentes en el fin de fiesta, sin micrófono, para evocar a esas melodías de la  sierra pata negra que circunda Valverde y Alosno.



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